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Junts y PNV rechazan la moción de censura contra Sánchez que propone el PP pero seguirán la trama «vigilantes»

Publicado: noviembre 24, 2024, 5:07 am

La negativa de Junts a respaldar una moción de censura contra Pedro Sánchez, incluso después de las nítidas acusaciones que el comisionista de la trama Koldo, Víctor Aldama, ha vertido contra el presidente del Gobierno, los miembros de su Gabinete y el PSOE truncan el enésimo intento de Alberto Núñez Feijóo de cortejar a los neoconvergentes para que cambien de bando y favorezcan el inicio de una nueva etapa en España con el líder del PP como jefe del Ejecutivo.

Que Jordi Turull, mano derecha de Carles Puigdemont, tildara de «fantasía» su eventual respaldo a la maniobra propuesta por los populares para tumbar a Sánchez vuelve a zanjar toda especulación sobre la posibilidad de que Junts se imbuya del espíritu de la vieja Convergència para convertirse en promotor de la alternancia en el Gobierno de la nación. «Con el PP no pasaremos de coincidir en alguna votación aislada en el Congreso. No hay alianza posible», auguran fuentes de la formación independentista, que sí admiten la necesidad de permanecer «vigilantes» a la evolución de la trama.

Feijóo actúa consciente de que el papel de los nacionalistas catalanes resulta tan clave como lo fue en 1996 para sacar de La Moncloa al socialista Felipe González o para instalar en ella a Sánchez tras la moción de censura impulsada en 2018 contra el popular Mariano Rajoy. Las diferencias radican en que, en la primera ocasión, era un variable Jordi Pujol quien negociaba para que el PP mejorara las cesiones obtenidas hasta el momento con el PSOE y, en la segunda, fue el PDeCAT el que, en su última decisión autónoma antes de ser absorbido por Junts, decidió apoyar la salida de Rajoy del Gobierno, cuando Puigdemont apostaba por abstenerse para evidenciar que no respaldaba a ninguno de los dos partidos que apoyaron la aplicación del 155 y, por ende, su destitución como president.

El prófugo es ahora partidario de seguir explotando su fructífera alianza con Sánchez para aumentar el botín ya logrado con los socialistas: saldar el «déficit catalán» a cambio de negociar los Presupuestos y concretar el traspaso de las competencias de inmigración asoman como inminentes objetivos de Junts. Y en el horizonte persiste la intención de abordar con los socialistas el «conflicto político» para intentar amarrar un referéndum de independencia.

Todo ello, y el desgaste que para Junts implicaría un pacto con el PP ahora que está intentando erigirse en alternativa al PSC en Cataluña, explica que haya propinado un nuevo portazo a Feijóo, como ya lo hiciera en sus anteriores tentativas.

La primera tuvo lugar poco después de las elecciones generales del 23-J, cuando el vicesecretario de coordinación autonómica del PP, Pedro Rollán, aseguró que su partido estaba dispuesto a hablar con Junts, «dentro de la Constitución», para hacer presidente a Feijóo. La segunda llegó cuando el propio líder del PP abrió la puerta a una moción de censura contra Sánchez durante la campaña de los comicios europeos. Y una tercera se produjo cuando el jefe de filas popular reclamó a Puigdemont y el PNV que dejaran de apoyar al Gobierno tras la imputación del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.

Junts sólo abrió tímidamente la puerta al PP en boca de su ya ex presidenta, Laura Borràs, que en octubre sostuvo que su partido «no descartaba nada» al ser preguntada por una futurible moción de censura. Turull la enmendó de inmediato. Y el episodio quedó en desliz.

Tampoco ERC está dispuesta a retirar su apoyo a Sánchez para «hacerle juego a la derecha», pero sí reclama «que se llegue al final de la investigación y que Aldama aporte pruebas, como toca».

«Apoyar una moción contra Sánchez sería un suicidio», reconocen entre bambalinas en un PNV centrado en su renovación interna. Públicamente, el silencio es la consigna. «Algo dirá Andoni el domingo», advierten. Andoni es Andoni Ortuzar y hoy domingo es la cita anual junto a la tumba de Sabino Arana en Sukarrieta (Vizcaya). Allí, Ortuzar se fotografiará con los cinco presidentes provinciales del PNV en la culminación de la primera fase de un relevo que terminará en marzo. El presidente del PNV ha blindado este proceso y no quiere «ruidos» hasta que concluya. Y las atronadoras acusaciones de Aldama le incomodan.

El viernes, el veterano Aitor Esteban y el joven portavoz parlamentario Joseba Díez Antxustegi evitaron pronunciarse sobre el presunto pago de comisiones a dirigentes socialistas, incluido los 15.000 euros del «cupo vasco» al número tres del PSOE y diputado navarro Santos Cerdán. Esteban aludió a la «celeridad» y la «poca reflexión» para desinflar la invitación de Feijóo a una moción de censura contra Sánchez. Díez Antxustegi tachó de «retóricas» las palabras del líder popular y apeló a la «integridad en la política» para ganar tiempo. Una endeble cortina de humo para un PNV sin margen de maniobra. Los nacionalistas observan con preocupación la batería de acusaciones de Aldama con el recado incluido de un pago por el «cupo vasco» que traslada la sombra de la duda hacia las obras públicas adjudicadas por el PSE-EE en el País Vasco, en especial la denominada Y ferroviaria vasca.

Además, el PNV ya trasladó públicamente su malestar sobre el comportamiento de Begoña Gómez cuando Aitor Esteban advirtió de que «hay cosas que por prudencia, ética y estética es mejor no hacer».

Ortuzar -de salida en su partido, aunque guardará silencio sobre su futuro hasta mediados de enero- aún necesita a Sánchez. Es su garantía para cerrar transferencias como la gestión de la Seguridad Social y el puerto de Bilbao, gobierna gracias al PSOE vasco, que ya se decanta por Bildu como socio presupuestario y teme que la coalición de Otegi salga reforzada del congreso que celebrará en primavera. «En junio de 2018 había una sentencia judicial contra el PP por corrupción», recuerdan en el seno del PNV para enmarcar su inacción actual. Entonces, Ortuzar apostó todas sus naves por Sánchez y, seis años después, guía a su partido hacia una obligada renovación para contrarrestar el tsunami electoral de Bildu.

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