Publicado: agosto 22, 2025, 6:07 am
El estupor recorrió el municipio ourensano de Petín el domingo 17. A las 12.30 horas, la Guardia Civil detuvo a uno de sus vecinos, Isidro Estévez, de 61 años, por un fuego originado el día anterior. Le atribuían un delito de incendio, pero decenas de vecinos habían sido testigos de que llevaba días con el batefuegos en la mano y sin quitarse la ropa de faena ni para dormir. La sorpresa fue mayúscula cuando supieron que el incendio que le atribuían fue uno en el que todos están convencidos de que «el pueblo se salvó gracias a él». Hizo un contrafuego que «evitó que ardiesen casas.
Ese asombro se convirtió en indignación y, cuando al día siguiente Isidro llegaba en un vehículo de la Guardia Civil a los juzgados de A Pobra de Trives, 200 vecinos, entre ellos la alcaldesa de Petín, Raquel María Bautista, esperaban para apoyarle. Le recibieron a gritos de «inocente» y, durante el tiempo que permaneció en el edificio judicial, la frase más repetida fue «es un héroe». Cuando salió libre, aún vestido con la ropa con la que llevaba días combatiendo las llamas, se fundieron en abrazos con él.
En plena ola de incendios, cuando Galicia roza las 90.000 hectáreas afectadas y autoridades y vecinos piden mano dura contra aquellos que provoquen fuegos, a Isidro le defienden sin fisuras. El «incendiario bueno» han llegado a calificarle, pues aunque está libre, sigue investigado por un delito de incendio forestal y, hasta nuevo aviso, debe comparecer en el tribunal los días 1 y 15 de cada mes. La Fiscalía llegó a pedir su ingreso en prisión.
El incendio que le atribuyen acabó uniéndose al iniciado el día 13 en el municipio ourensano de Larouco, hasta ahora el más grave de la historia de Galicia tras arrasar al menos 30.000 hectáreas y pasar a Lugo y León. Los vecinos insisten en que él no provocó nada, se limitó a hacer un cortafuegos «como ha visto hacer toda la vida cuando las cosas están jodidas: haces un fuego controlado que va hacia el que está descontrolado y salvas las casas», asegura Nacho Díaz.
Un helicóptero participa en las labores de extinción del incendio, originado en Larouco, en los montes de O Courel (Ourense).EFE
Uno de los vecinos que le apoya sin reservas es Ignacio Vilar, que elevó Petín a la fama con su película Pradolongo, obra clave en la consolidación del cine gallego contemporáneo ambientada en la comarca de Valdeorras ahora fundida a negro. «Si alguien quiere ahora saber cómo era esto, tiene que ver la película, ya no queda nada», reflexiona el cineasta, que desvincula al detenido de cualquier responsabilidad: «No es un delincuente, no es un incendiario, no es un pirómano, salvó su aldea».
Vilar reconoce que un contrafuego debe hacerse con autorización, pero, en ese momento, primaba la urgencia. «En aquel momento, no había luz ni móviles. Si esperaban a que lo autorizasen, se quemaba la aldea». Al coger su mechero y prenderle fuego controlado, la salvó. «Si no fuese por él, ardían todas las casas» y son muchos los que dicen que, si estuviesen en la misma situación, actuarían igual, pues, con Ourense ardiendo por los cuatro costados, los servicios de extinción no llegaban a tiempo: «Tardaban dos o tres horas. Si en esas dos o tres horas los vecinos no actuaban, no existiría ninguna de las casas».
Ese contrafuego lo hizo el sábado 16, pero ya lo cosideraban un héroe antes. El viernes 15, la aldea de Santa María quedó cercada, convertida en una ratonera. Junto a varios vecinos, llevó al resto de habitantes, incluida su propia familia, a refugios como la ‘Cova do Delfín’ y una bodega. Allí se parapetaron hasta que se dieron las circunstancias de huir en coche al centro del pueblo.
Son ejemplos del resultado de «días y días» en los que apenas durmió. Incluso tras su detención, recuperada su libertad, no dudó en ir de nuevo al monte. Telecinco le localizó en una aldea de Quiroga acompañando como voluntario a una cuadrilla, convencido de la importancia de seguir con su labor: «Habrá que seguir ayudando a toda esta gente».
Mientras el foco se pone en Isidro, en Petín, sin embargo, no apartan la mirada de un vertedero en el que se depositan restos de una fábrica de componentes de automóviles. «Lleva 6 días ardiendo y contaminándonos con sustancias tóxicas», lamentan sobre las moquetas de coches que, al arder, generan una nube tóxica.
«El problema no es Isidro, él nos salvó, el problema más grande que tenemos es el vertedero que nos está intoxicando a todos», se quejan. Mientras «las autoridades están mirando hacia otro lado», el pueblo respira esas sustancias y los hosteleros ven cómo «los turistas se van en la época fuerte del año».
Está ubicado en el municipio vecino de A Rúa, pero el aire lleva la nube tóxica hacia Petín e Ignacio Vilar, que desde hace días no sale de casa sin mascarilla, alerta de que «nos están envenando», mientras el ayuntamiento dice que no tiene medios para ponerle freno y no tienen noticias de la Xunta ni del gobierno central.
De día distinguen «llamas de dos metros» y de noche «es espeluznante», describe Nacho, hace una llamada desesperada para que alguien lo solucione. El Ayuntamiento de A Rúa reconoció este jueves en sus redes sociales que la Consellería de Medio Ambiente les trasladó la situación de «mala calidad del aire» en este municipio por acumulación de partículas PM10 durante tres días consecutivos, matizando que se trata de «partículas microscópicas derivadas de los incendios forestales».