Publicado: octubre 25, 2025, 1:07 am
El nuevo amago de ruptura por parte de Junts, acompañado en esta ocasión de una consulta a su militancia sobre si debe seguir apoyando o no al Gobierno de Pedro Sánchez, ha resonado en el PSOE con una intensidad distinta a ocasiones previas. Diversos cargos del partido consultados por este periódico coinciden en que el anuncio ha causado cierta «sorpresa» e «inquietud», aunque también recuerdan que no es la primera vez que amenazan con poner fin al acuerdo de investidura que suscribieron hace dos años sin que hasta la fecha se hayan consumado.
De hecho, hay quien sostiene que «el primer interesado» en que no haya cambios en La Moncloa hasta que el Tribunal Constitucional (TC) haya decidido sobre la aplicación de la amnistía a la malversación es el propio Carles Puigdemont, una opinión que comparten algunos socios de la coalición en el Congreso. Por ello confían en que, aunque finalmente se escenificara una fractura, no se traduciría en una moción de censura inmediata, lo cual, admiten, «complicaría el relato» para intentar prolongar la legislatura hasta 2027, pero sin hacerlo imposible.
En el seno del Gobierno, por su parte, hay una premisa clara: «Puigdemont es imprevisible». A partir de ahí, admiten que todo puede pasar. Pero hay una tesis que comparten distintos miembros del Ejecutivo consultados por este diario: «Junts está en una encrucijada». «Puigdemont necesita conseguir cosas con el Gobierno para poder presentarlas en Cataluña», analizan. «A ellos Madrid les interesa de aquella manera, pero en lo que les va la vida en no quedar por detrás de ERC«, y, entienden que ante la falta de músculo y poder institucional en Cataluña, lo que les queda es apretar a La Moncloa en cada negociación.
Fuentes gubernamentales creen que si apoyan una moción de censura, del tipo que sea, pero en la que sea necesaria la participación de Vox «sería cavar su tumba en Cataluña. Sobre todo ahora que tienen a Alianza Catalana comiéndoles el cuello». «Son independentistas, pero no tontos», resumen.
Consideran que una entente con PP y Vox para tumbar al Gobierno sería una suerte de carta de defunción en Cataluña y, por eso, pese a las amenazas no dan crédito a ese escenario. Sí ven más posible que Puigdemont anuncie el lunes una ruptura de relaciones. En ese escenario, los miembros del Gobierno consultados consideran que su día a día no sería tan distinto al actual. Esto es, entienden que tendrían que negociar cada iniciativa, cada medida que llevaran al Congreso, tal y como están haciendo ahora, y que los independentistas brindarían negociaciones duras, pedirían asuntos que nada tendrían que ver con la negociación y apoyarían aquellos que fuera beneficioso para ellos: «Lo que pasa ahora».
De ahí que el mensaje del Gobierno permanezca inalterable y la orden sea hacer martillo pilón con el «diálogo» y el «acuerdo». Eso unido al cuidado en el lenguaje, evitando ataques y palabras altisonantes hacia Junts. Se evita el enfrentamiento, la escalada. Respecto a la consulta a las bases con la que quiere blindar su decisión Puigdemont, en el Gobierno muestran «respeto», pero recuerdan que ya han sobrevivido a consultadas por partidos como Podemos o ERC.
El ex presidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont.E. PRESS
«Quien quiera acabar con esta legislatura quedará retratado como tal», advierte, a su vez, un dirigente socialista. «Tenemos una convicción profunda: el culpable será penalizado y el PSOE no será el que acabe voluntariamente con la legislatura», añade.
Un sector del partido, en todo caso, ve a Sánchez en modo «campaña preventiva». Consideran que no es casual que haya marcado la agenda de las últimas semanas con anuncios como el intento de blindaje del aborto a través de la Constitución, a pesar de que está abocado al fracaso porque es imprescindible el apoyo del PP, que ya ha adelantado que no se prestará a darlo. O que haya reabierto ahora el debate de poner fin del cambio de hora dos veces al año, una decisión que depende de la Unión Europea, que no lo tiene en la primera línea de su agenda política.
Tampoco ha pasado desapercibido el cameo del presidente del Gobierno en La revuelta, de TVE, a donde envió un mensaje en vídeo y una carta en respuesta a la petición en prime time de uno de sus colaboradores en la que aprovechó para hacer un reconocimiento a los profesores de la educación pública. Antes de la cita con las urnas de 2023, ya utilizó la estrategia de acudir a espacios de humor como Horaveintipico y el podcast La Pija y la Quinqui para tratar de conectar con el público joven.
A todo esto suman los sondeos «afines» que pronostican una recuperación muy significativa del PSOE y un Vox muy fuerte, lo que, aducen, le permite «volver a usar la táctica de movilizar con el miedo a la ultraderecha». Ahora no sólo el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) da como ganador a Sánchez -en su último barómetro a 15 puntos de ventaja del PP-, una tendencia que no había detectado ninguna encuesta privada pero que ya comparte la realizada a finales de septiembre por Opina 360, la consultora creada por su ex jefe de gabinete Iván Redondo.
La fuentes del partido consultadas apuntan a que el equipo del jefe del Ejecutivo está realizando una «monitorización demoscópica permanente», analizando la evolución por si hubiera una «ventana de oportunidad» para convocar elecciones, pero que no le dan los números por la desintegración de el espacio situado a su izquierda. Además, apuntan que «la mayor incertidumbre es el propio [Alberto Núñez] Feijóo, que está muy flojo», porque consideran que si el partido de Santiago Abascal adquiere un papel muy protagonista sería «un peligro para la estabilidad del país».
Elecciones en 2027
Aun así, ni siquiera a puerta cerrada en las reuniones de la Ejecutiva del PSOE, Sánchez no ha planteado hasta ahora otra opción que no sea agotar la legislatura. La duda, explican las fuentes consultadas, era si les conviene más situar las generales en un superdomingo en mayo de 2026, para hacerlas coincidir con las autonómicas y municipales, o convocarlas por separado.
«Total respeto a lo que haga Junts. No adelantamos escenarios«, responden, a su vez, en la dirección de Ferraz cuando se les pregunta por si cambiaría estos planes el hecho de que se consumara la amenaza de ruptura por parte de los de Puigdemont. En las últimas semanas la preocupación prioritaria en el Grupo Socialista en el Congreso había sido la «posición poco entendible» de Podemos, que, apuntan, se ha vuelto también un socio «impredecible» que deja todo para última hora por «hacerse notar», como consideran que hacían hasta ahora los independentistas catalanas.
En el entorno del presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, consideran, a su vez, que «La nueva vuelta de tuerca de Puigdemont, veremos si la definitiva, responde al análisis de los socios parlamentarios, que les lleva a pensar que apoyar a este Gobierno les está perjudicando». A lo que apostillan: «Desde el punto de vista de la viabilidad de la legislatura, que ha sido casi inviable desde el principio, el margen de decisión del Gobierno es mínimo porque ya deciden los que no quieren dejar gobernar».

