Publicado: noviembre 8, 2025, 11:07 am

«No fueron fusilados, fueron ejecutados porque aparecen con disparos de gracia en la cabeza». La arqueóloga que dirige los trabajos de excavación en la fosa común de Villanueva de la Serena (Badajoz), Laura Gutiérrez, ubicada en el lado norte del interior del recinto del cementerio municipal, describe con horror el último hallazgo descubierto: una fosa clandestina del franquismo donde han aparecido 23 nuevos cuerpos: «Tiene agujero de salida y de entrada lo que confirma el ensañamiento porque esto nos indica que los tiros están realizado a boca jarro, no a una media o larga distancia como un fusilamiento», añade.
Las conclusiones del reciente hallazgo han sido presentadas al fiscal de la zona, Juan de Mena Colino, que acudió el jueves al camposanto por delegación de la Fiscalía de Badajoz, competente del caso con el objetivo de contar con toda la documentación de este espeluznante hallazgo e iniciar un procedimiento que podría constatar «posibles crímenes de lesa humanidad», señala la Asociación de Familiares del Memorial de Villanueva de la Serena (AFAMEVVA), cuyo trabajo ha permitido desde 2016 hasta la fecha recuperar los restos de medio centenar de personas. Ahora, se sumaría estos 23 nuevos represaliados del año 1938.
Esta última subfosa (han aparecido cinco en la zona, por el momento) tiene unos siete metros de profundidad y ha puesto al descubierto estos 23 cuerpos «amontonados unos con otros», y donde se ha podido comprobar según los primeros estudios que padecieron varios disparos «directamente a la cabeza «con arma corta», advierte la arqueóloga, quien subraya que todos los cuerpos aparecidos pertenecen a varones. «Parecen civiles, aunque es pronto para determinarlo con rotundidad», subraya.
Los cuerpos aparecen afinados, «unos encima de otros y con las manos atadas», destaca el historiador que está trabajando en esta excavación, Lázaro Miralles, que junto a Ricardo Moreno ayudan al equipo de arqueólogos a descubrir los mayores datos posibles para confirmar la identidad de las víctimas de la represión franquista, como los rasgos físicos de los cadáveres, su posible edad, etc., antes de las pruebas de ADN que lo determinen finalmente. Para ello, cuenta con un listado proporcionado por historiadores y por la propia asociación, que parte de 754 presos en total de los que alrededor de 260 pudieron ser asesinados en las tapias del cementerio de Villanueva de la Serena y luego 205 arrojados a las zanjas en fosas comunes dentro del camposanto. El resto, «en medio del campo o en cunetas», según señala Miralles, que ratifica que los cadáveres aparecen con «varios proyectiles en la cabeza», por lo que concluye: «Fueron asesinados con saña, con una violencia que asusta». Lo ratifica la arqueóloga, que también es antropóloga, Laura Gutiérrez: «Llama la atención la crueldad y que tantos cuerpos estén mezclados unos con otros», lo que daría a entender la forma incontrolada en que fueron arrojados a la fosa. En la zona excavada han aparecido junto a los cuerpos algunos anillos y peines.
Este historiador recuerda que Villanueva de la Serena, después de dos años como zona republicana, sufrió la crueldad del bando franquista entre finales de junio y agosto del año 1938 tras la intervención capitán de la Guardia Civil Manuel Gómez Cantos, a quien se le concedió en 1939 por el Pleno Municipal de Villanueva de la Serena la Medalla de Oro de la ciudad, luego retirada en enero de 2014 por el propio consistorio por unanimidad con los votos de PSOE, PP e IU. A Gómez Cantos se le considera el responsable de la muerte de 33 personas, que fueron detenidos durante el ‘alzamiento nacional’, arrestados y, finalmente, fusilados, en 1938.
Otro historiador, Francisco Javier García, escribió un libro sobre la vida de este mando de la Guardia Civil, donde se asegura que ordenó asesinar a más de un centenar de personas hasta 1945, cuatro de ellos pertenecientes a este cuerpo. «En Villanueva hubo dos grandes oleadas de ejecuciones», cuenta Lázaro Miralles, la primera en el verano del 38 y luego entre abril y junio del 39″. De estas fechas podrían datar la mayor parte de los cadáveres encontrados ahora en la gran fosa del cementerio.
Laura Gutiérrez destaca que las pruebas de ADN halladas, tanto en estos trabajos como en los anteriores, son enviadas a un laboratorio que tiene su sede en el País Vasco para ser analizados y contrastar los datos con los de sus familias para determinar con exactitud su origen.
La asociación AFAMEVVA destaca que el hallazgo ahora de estos 23 cuerpos ha propiciado por primera vez la intervención de la Fiscalía en una exhumación para abrir diligencias sobre posibles crímenes de lesa humanidad. La primera intervención, en 2016, permitió exhumar cuatro cuerpos, mientras que las campañas posteriores, realizadas con equipos profesionales de arqueólogos y antropólogos, han elevado el número total de víctimas exhumadas a unas cincuenta.
La labor de estudio en esta subfosa, que comenzaron el 15 de septiembre, se prolongará durante las próximas tres semanas hasta el 25 de noviembre tras la aparición de estos 23 cadáveres. El equipo completo que realiza la labor en el camposanto de Villanueva de la Serena está formado por Laura Gutiérrez Mesa (dirección); Daniel Quiroga García (coordinación); Sara Poveda Polo (técnica arqueóloga); Aila Pinyol Sánchez (técnica antropóloga); los historiadores Lázaro Miralles Alted y Ricardo Moreno Alía; el restaurador Alejandro Cáliz Moreno y el auxiliar Olalla Álvarez García.
