Publicado: octubre 13, 2025, 1:07 am

Pedro Sánchez se enfrenta en este otoño político a cuatro juicios inminentes por corrupción a su círculo de confianza. En una situación sin precedentes, su fiscal general del Estado ya tiene fecha para sentarse en el banquillo, su hermano la está esperando, su mujer se agarra a los recursos para intentar esquivarla y sus ex lugartenientes en el PSOE aguardan su turno entre informe e informe de la UCO. Los delitos por los que están siendo investigados van del cobro de comisiones ilegales al pago de juergas, comilonas y prostitutas con dinero negro, pasando por el uso de las instituciones para beneficio político y lucro personal, y acabando en el tráfico de influencias. Y todos comparten un común denominador: los delitos sólo fueron posibles porque quienes supuestamente los cometieron eran personas cercanas al presidente.
Podría uno pensar que no existe dirigente político que pueda aguantar un desgaste así, ni aunque Maquiavelo se hubiera reencarnado en el genio de la lámpara de Ferraz. Pero resulta que en las encuestas que se vienen publicando desde el regreso del verano el PSOE no sólo no sufre nuevas bajadas de intención de voto, sino que gana apoyos y, en algunos casos, apunta a una recuperación.
¿Cómo es posible? El Gobierno ha promocionado sus propias encuestas-trampa para alimentar la posibilidad de remontada, sumando una reciente de Iván Redondo a la hoja parroquial de Tezanos de todos los meses. Y al mismo tiempo ha desplegado todo el arsenal contra las informaciones de corrupción, desdeñando los informes y dando por hecho que ya no afectan al partido, como si el público se hubiera quedado ya satisfecho con las entregas anteriores y no quisiera ver las nuevas temporadas de la serie.
No deja de ser un plan de trazo grueso, como se ha visto la semana pasada con los argumentarios para justificar el trajín de sobres en Ferraz. ¿Pero puede funcionar? ¿Está realmente el PSOE en disposición de ganar las elecciones o de seguir gobernando pese a todo? ¿Es cierto que la corrupción ya no impacta en el electorado? Veamos.
¿SUBE REALMENTE EL PSOE EN LAS ENCUESTAS?
Lo primero es ver de qué hablamos cuando se afirma que el PSOE se está recuperando. Hay dos encuestas que lo sitúan en cabeza, las citadas de Tezanos y Redondo, ninguna de las cuales debe ser tomada en serio. Su objetivo es el que es: dibujar un escenario que aún no se ha producido para que empiece a parecer que se puede producir. La profecía autocumplida. A saber: que la subida de Vox y el desplome de Sumar resten los suficientes votos al PP y den los necesarios al PSOE, respectivamente, como para que Sánchez pueda ganar las elecciones.
Realmente, ninguno de los sondeos que los medios de comunicación publicamos de forma recurrente contempla algo así en este momento. Ciertamente, el PSOE ha subido en todos en los últimos dos meses, pero en la mayoría de ellos lo hace apenas unas décimas. Ni siquiera ha habido una continuidad suficiente como para afirmar que hay una tendencia al alza.
En la de Sigma Dos que nosotros publicamos todos los meses, el último dato para el PSOE ha sido una pírrica subida de dos décimas. Y si se analiza la evolución del partido desde las últimas elecciones generales de julio de 2023, la línea es una bajada permanente, del 31,7% de entonces al 27,2% actual. Ha tenido su peor momento este verano, con un 26,7%, y desde entonces sólo se ha recuperado muy levemente.
Sobre la corrupción, es difícil valorar su influencia porque el goteo de informes, casos, imputaciones, declaraciones y autos judiciales es constante. En la primera mitad de 2024, cuando estalló el caso Koldo, la intención de voto del PSOE se mantuvo relativamente estable, lo que podría significar que no le afectó especialmente, pero igualmente tampoco sirvió de revulsivo la espantada de cinco días de Pedro Sánchez para reflexionar.
Lo realidad es que la situación demoscópica del PSOE es muy mala. Hoy no tendría ninguna oportunidad de gobernar en ningún sondeo y tampoco de ganar las elecciones. Otra cosa es que se piense que debería estar peor, pero ese es otro debate.
¿TIENE MARGEN PARA RECUPERARSE?
La principal herramienta política del PSOE sigue siendo la polarización, utilizada para mantener inmóviles los bloques ideológicos y que no haya trasvases de votos de izquierda a derecha. Eso hace que los apoyos que ha perdido Sánchez no estén tanto en otros partidos como en la indecisión, donde tiene al 18% de su electorado de 2023. Son 1,4 millones de votos que el PSOE cree que, si no se han perdido ya con todo lo que ha ocurrido, ya no se irán. El reto es movilizarlos, más con el miedo al otro que con la ilusión propia, y que vayan engordando la intención de voto socialista según se acerquen las elecciones.
Si, por ejemplo, se compara el dato del PSOE con el de Vox se aprecia muy bien la diferencia. El electorado de Abascal está hipermovilizado y sólo tiene un 2,1% en indecisos. Esto significa que su único margen para seguir creciendo es quitar votos a otros, algo que en este momento se centra en el PP. El PSOE, en cambio, no ataca a las fuerzas de su bloque, sino que polariza con la derecha. Coge apoyos huidos de Sumar, pero su objetivo fundamental no es quitar votos a otros partidos, sino movilizar los suyos.
¿Y NO HAY TRASVASE DE VOTOS IZQUIERDA-DERECHA?
Poco. En España los votos de la antigua izquierda proletaria no se han ido a la derecha populista, como sí ha ocurrido en parte en Francia, Alemania, Italia o Estados Unidos. A nivel nacional, los porcentajes de transferencia entre bloques ideológicos son bajos. Según nuestra última encuesta de Sigma Dos, el PP capta un 5,8% del PSOE, pero Vox no consigue quitarle apenas nada (0,5%) y menos aún a Sumar (0,2%).
El escenario que barajan tanto el PP como Vox es que ese trasvase de votos desde la izquierda se vaya produciendo, tanto por la corrupción como por los temas que crecen en las preocupaciones de los españoles: la vivienda y la inmigración en primer lugar, pero también la inseguridad, el deterioro de los servicios públicos, el empeoramiento de la economía doméstica, la presión fiscal y la desigualdad generacional.
En la encuesta que por la Diada publicamos en Cataluña, donde la vivienda y la inmigración han impactado en la sociedad de una manera más intensa, sí se observaba un mayor baile entre bloques. Cierto es que el escenario catalán es particular porque se superponen dos ejes ideológicos, el derecha-izquierda y el independentista-constitucionalista, pero los resultados no dejaban de ser llamativos.
Era especialmente transversal el apoyo a Aliança Catalana, un partido identificado como de extrema derecha pero que es capaz de quitar votos a ERC (9,9%), la CUP (4,4%), En Comú (4,3%) y el PSC (3,7%).
Vox, por su parte, conseguía aquí lo que no logra a nivel nacional, captando votos del PSC (2,1%) y En Comú (1,7%). Y el PP rascaba también del PSC (3,8%) y de En Comú (1,7%).
¿Y ENTONCES NO IMPORTA LA CORRUPCIÓN?
Es indiscutible que hay muchos temas de actualidad, tanto reales como fabricados, y que los relacionados con la economía, como la vivienda, tienen un peso determinante en la intención de voto por su enorme impacto social. No hay que olvidar, por ejemplo, que el PP sacó mayoría absoluta en 2011 después del caso Gürtel, porque los ciudadanos priorizaron la dramática situación económica que había dejado Zapatero a la corrupción. Y que en 2015 y 2016 volvió a ganar las elecciones después de los papeles de Bárcenas, la detención de Rato y todo lo demás.
En el último barómetro del CIS, las principales preocupaciones de los españoles a los que pregunta Tezanos, que están bastante escorados a la izquierda, son la vivienda (30,4%) y la inmigración (20,7%). La corrupción aparece en noveno lugar, pero en la clasificación hay otras categorías que pueden difuminar el resultado, como el «mal comportamiento de los políticos» (cuatro lugar), los «problemas políticos» (quinto) o «Gobierno y partidos» (séptimo).
La evolución, además, apunta a un crecimiento importante de la preocupación por la corrupción, que ha pasado de un 5,9% en septiembre de 2024 a un 10,9% en septiembre de 2025, casi el doble.
De forma muy reciente, la Unión Europa se hizo eco de este empeoramiento de la percepción de la corrupción en España. Destacaba que había perdido 10 puestos en el ranking internacional en un solo año y que arrastraba un deterioro constante en el último lustro, que abarca la casi totalidad de la etapa de gobierno de Sánchez.
Por supuesto, esta preocupación va por barrios. Cuando eran gobiernos del PP los que se veían afectados por casos de corrupción se mostraban mucho más preocupados los votantes de izquierdas que los de derechas, y ahora ocurre lo contrario. Hay un votante cautivo de la ideología y el partidismo que votará siempre a los suyos, aunque sea con la nariz tapada. El mejor dato para medirlos es la fidelidad de voto, que en el caso del PSOE está en el 67%, un dato muy bajo.
Muchos otros ciudadanos muestran una preocupación real por la corrupción, las instituciones y el Estado de Derecho, y bastantes más no toleran ver dilapidar dinero negro en fiestuquis mientras le suben los impuestos de forma constante. Hay además derivadas como la del voto femenino, que está castigando al PSOE en pleno desfile de prostitutas en el caso Koldo.
Las elecciones se ganan o pierden por una conjunción de factores y las que son ajustadas se deciden en las últimas semanas e incluso días. Pero no se debe despreciar el impacto que sigue teniendo la corrupción en la sociedad española y, sobre todo, el que tendrá cuando vea sentados en el banquillo a José Luis Ábalos, Santos Cerdán, Koldo García, Begoña Gómez, David Sánchez y Álvaro García Ortiz.