Gobierno y Junts tejen una tregua a la espera de la amnistía: "Quemaron muchas naves. Han cambiado su manera de actuar" - España
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Gobierno y Junts tejen una tregua a la espera de la amnistía: «Quemaron muchas naves. Han cambiado su manera de actuar»

Publicado: mayo 26, 2025, 2:07 am

Actualizado Lunes,
26
mayo
2025

03:21

En la andadura de la legislatura nadie da puntada sin hilo. Todos tejen para pisar una alfombra que vista sus intereses. Pero en una sala de costura donde el ruido ha sido la tónica habitual, sobre todo en la relación entre el Gobierno y Junts, no es detalle menor que ahora las puntadas se hagan en silencio. La relación entre La Moncloa y los independentistas atraviesa una suerte de tregua. El ruido se ha dejado a un lado, se trabaja y negocia en la trastienda, fuera de los focos y los decibelios.

«Todos quemamos comodines y Junts ha quemado muchas naves. Sobre todo con la moción de confianza», relatan fuentes del Gobierno para explicar esta calma. «Ha bajado la crispación, es verdad»; «Ellos han cambiado su manera de actuar. Se trabaja más sin ese ruido de fondo. Han cambiado un poco su actitud», relatan quienes están al tanto de la relación con la formación que pilota Carles Puigdemont.

Frente a un día a día dominado por la bulla, la desconfianza y la amenaza, este matrimonio de conveniencia transcurre por otros términos, al menos por ahora. Incluso ha dejado escenas como un diputado de Junts, Josep María Cruset, poniendo en valor la palabra y el hacer de un miembro del Gobierno -«Si se negocia con Junts con rigurosidad y se cumplen los acuerdos como ha hecho el ministro» de Economía, Carlos Cuerpo, «Junts cumple sus acuerdos»-; la abstención de los independentistas en la reprobación al ministro Óscar Puente; o el voto a favor de tramitar la ley para imponer un embargo a Israel -justificaron que lo hacían para facilitar el debate para «reforzar el control ético y legal de las exportaciones de armas a todos los países»-.

Un momento clave fue lo sucedido con la moción de confianza

En el seno del Ejecutivo creen que lo que ha pasado es algo similar a lo que sucede con Sumar en algunos asuntos: «Se ha normalizado el desacuerdo. No podemos estar de acuerdo en todo, pero no tenemos por qué llevarnos mal», que es la filosofía que impregna las coaliciones de Sánchez. El análisis que hacen algunos ministros es que si bien Junts está identificado con la patronal y los empresarios, y está presionado por ellos, hay medidas sociales -vivienda, pensiones…- que su electorado no comprende que se rechacen.

Esta especie de desescalada coincide con dos hitos importantes: el Gobierno, con la implicación personal del presidente del Gobierno, es «optimista» de cara a aprobar este martes la oficialidad del catalán en la UE -se requiere la unanimidad de los estados miembros- y la previsión es que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la amnistía en junio. «Para ellos es la madre del cordero. Con todos los matices que aporte la sentencia, esperamos que se convalide y Junts sea feliz», dicen desde la sala de máquinas de La Moncloa. Y sobre el catalán, el Ejecutivo está metiendo carbón en la caldera de la diplomacia para ver si esta vez sí. «Cumplimos con lo que les prometimos. Es imposible que justifiquen ante el electorado la crispación en la que vivían».

El Gobierno echa el resto para que el catalán sea oficial en la UE

Los miembros del Gobierno consultados por este diario señalan como un punto de inflexión de la relación con Junts -a la espera de lo que pase con los dos asuntos mencionados-, la moción de confianza a Sánchez que planteó Junts a principios de año como presión por lo que consideraban incumplimientos de Sánchez. «Amenazaron y luego recularon. Es el riesgo de que enfadarte por encima de tus posibilidades te reste credibilidad. Hay una lección: no eches pulsos que no puedes ganar», señalan fuentes gubernamentales. Con todo, la desconfianza y la puesta en escena son aspectos inherentes a esta convivencia: a mediados de abril, Junts volvió a lanzar un ultimátum al Ejecutivo hasta el 30 de mayo, fecha en la que dice hará un balance porque el Gobierno «está en la prórroga». «Si no se cumple el acuerdo de Bruselas, nosotros no vamos a seguir dando apoyo al Gobierno».

Pese a estos momentos puntuales de tensión, a los que en La Moncloa restan importancia, el canal de comunicación entre ambas partes nunca se ha roto. Y en el PSOE detectan que en Junts puede haber aguas revueltas con esa política de confrontación permanente y que por eso su «actitud ha cambiado». Que hay un reseteo y están más en una dinámica departido tradicional, como lo que era CiU, con una dialéctica dura, poniendo en aprietos, pero negociando, perdiendo, al menos eso creen, fuerza la posición de vivir en la confrontación porque sí. «Están viendo que se quedan aislados en Cataluña. Y aquí en Madrid no daban una imagen de seriedad solvencia», señalan fuentes socialistas. Eso sí, Moncloa y Ferraz reconoce que el hecho de que todo tenga que ser elevado a Puigdemont impregna todo de incertidumbre.

La verdadera prueba del algodón será la amnistía. Aunque está por ver qué camino decide Puigdemont, romper o no romper, los miembros del Gobierno consultados dibujan un escenario optimista. Lo basan en un razonamiento: «No hay alternativa a este Gobierno. Puigdemont rechazó apoyar una moción de censura del PP. Aliarse con el PP y Vox sería un suicidio para ellos. Mira la percepción del PP en Cataluña». Cuando miran la bola de cristal, exponen: «Junts no se va a mover»; «No van a romper»; «No pueden romper»; «Junts necesita ganar la amnistía, porque eso les permite decir a los suyos que ellos consiguen cosas en Madrid que ERC nunca iba a lograr. Por eso les interesa seguir».

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