Publicado: septiembre 13, 2025, 10:07 pm

Los cachorros de Bildu, que son las bases de Sánchez, reventaron la etapa 11ª de la Vuelta Ciclista, que transcurría en Bilbao. Por alguna razón, alguna crónica cita la 5ª etapa de Figueras como el comienzo de las protestas. Allí, exactamente cinco manifestantes trataron -es un decir- durante unos segundos de bloquear al equipo israelí. Fue el 27 de agosto. La consigna progubernamental -o gubernamental- se extendió el 3 de septiembre.
Antes, el día 1, se arrojaron al mar, en dos intentos, desde Barcelona, las embarcaciones Thunberg y Colau -oficialmente, la flotilla se llama Global Sumud y, como detalla Costantini en The Objective, tiene probados vínculos con Hamas-. A despedir a sus tripulantes, no a enrolarse, acudió la portavoz abertzale, Amancay Villalba, que declaró que «la causa palestina es de la humanidad, nuestra propia causa, la de todos los pueblos que luchan por decidir libremente su futuro». Esa noche, Sánchez dijo poco en su tele sobre Gaza: «Estamos creando un consenso europeo», o sea, estableciendo un marco de interpretación.
Sánchez cree que ha encontrado el reclamo con que aglutinar a la izquierda y erigir su frente amplio. La causa es propicia, icónica y rudimentaria; emplea términos codificados sin entrar en detalles; es lo suficientemente genérica, difusa y lejana como para acoger a biempensantes, incautos, izquierda convencional, pacifistas prosoviéticos, antisemitas, separatistas, supremacistas, propalestinos y proterroristas. Estos elementos -puesta en escena, globalidad e indeterminación- reducen mucho la exigencia y estrés intelectual de sus promotores.
El objetivo de Podemos es generar el caos en Madrid y el método de Sánchez, dejar hacer: todo fluye
Pero hay algo más en el proceso de configuración de este reclamo/pegamento propuesto por Sánchez. La gran performance prevista para hoy entronca también con las exigencias de Podemos para apoyar los Presupuestos. Este hecho activa y justifica toda la narrativa y representación. Sabemos que Bildu y Podemos forman una entente contra la Constitución, como mostraron Montero, Belarra y Otegi en julio.
En la actualidad, el activismo social tiene cuatro rasgos: sus promotores están profesionalizados, son lanzados -cada vez con menos disimulo- por formaciones políticas, se manifiestan de manera orquestada y anfibia -desde las instituciones [los políticos alientan y airean la semántica] a la calle- y sirven para adherir intereses y motivos diversos. Gaza es el señuelo de Sánchez donde alojar también la «lucha antifascista» y su antitrumpismo. En Gaza se cita toda la mayoría negativa y de investidura de Sánchez, máximo responsable de naturalizar la expresión «genocidio».
Hasta que aparecieron en la ronda los cachorros de Bildu, apenas se hablaba de que el ciclista Ayuso abandonaría el equipo emiratí, que también corre la prueba. El conjunto israelí ya se ha borrado. Sigue en carrera pero no luce su equipación: mejor llevar un maillot neutro, pensarán sus propietarios, a que Colau, Urtasun, Belarra o Díaz les cosan una estrella amarilla. La Vuelta ha reprogramado su final. El objetivo de Podemos y sus comandos es generar el caos en Madrid y el método de Sánchez consiste en dejar hacer: todo fluye. Tras los brutales ataques del 7 de octubre, los líderes de Hamas confiaron en que la represión de Netanyahu no duraría demasiado porque la presión internacional la aliviaría. Se equivocaron, Sánchez no da para tanto.