Publicado: marzo 16, 2025, 5:07 am

Luis Felipe Alcaraz (Granada, 1943) fue secretario general del Partido Comunista de Andalucía (PCA), diputado en el Parlamento andaluz, diputado en el Congreso, presidente ejecutivo del Partido Comunista de España (PCE) y portavoz federal de Izquierda Unida(IU) . Aunque abandonó la primera línea de la política para regresar a la literatura (es doctor en Filología Románica y autor de más de una veintena de libros entre poemarios, novelas y ensayos), sigue siendo una de las voces con más influencia en la conformación del discurso de la izquierda.
- IU nació bajo el impulso de los movimientos contra la OTAN. ¿Estamos ahora en una coyuntura parecida a la de los años 80?
- Hace falta un nuevo frente de izquierdas, que permita a los partidos no perder su propia personalidad pero, a la vez, les ofrezca un código de circulación, un estatuto participativo con democracia interna. Estamos impelidos por la actualidad, pero no sólo por el incremento de los gastos militares y las presiones de la OTAN, sino también por la entrada del neofascismo con una fuerza enorme en todo el mundo. «Vienen a caballo», como describe el actor Eduard Fernández. Hay que unirse o nos ahorcarán por separado, como se decía antiguamente. Sí, necesitamos un frente amplio en el que puedan integrarse partidos políticos, organizaciones y gente independiente. La situación es de absoluta emergencia.
- El hecho de formar parte del Gobierno, ¿cómo puede afectar a ese proceso? Volvemos a aquella vieja confrontación entre quienes defendían la casa común de la izquierda (el PSOE) o la teoría de las dos orillas de Anguita.
- ¿Cómo se puede estar al mismo tiempo en el gobierno y en la oposición? Esa es una pregunta sin solución. Cuando la izquierda no ejerce una oposición fuerte no se impone una política en favor de la inmensa mayoría, que son los trabajadores. Estamos conjugando estar en las calles y en el gobierno y eso es muy complicado. Llegar al 2% del PIB en el gasto en armamento significa unos recortes sociales enormes. Sería entrar en una lógica de empobrecimiento muy seria.
- Pero Pedro Sánchez quiere convencer a Yolanda Díaz de que todo cabe en la misma cesta: la subida del presupuesto militar y el mantenimiento del gasto social.
- Yolanda es miembro de un partido que no representa al conjunto de la izquierda. Sumar no es ya el paraguas que nos contiene a todos.
- Pero, además de los ministros de Sumar, hay también una ministra de IU en el Gobierno de Sánchez.
- Claro, no niego que existe una contradicción. En un momento determinado, creo que, sin dejar caer al Gobierno, sin dejar caer a Pedro Sánchez, habría que plantearse salirse del Gobierno si se impone ese aumento de los gastos militares. Sin dejar caer al Gobierno, insisto. Podríamos pasar a integrar esa otra mayoría que sostiene la estabilidad del Gobierno sin estar en él, lo que nos permitiría superar esa contradicción y volver a ejercer con fuerza una oposición pacifista y antifascista.
- ¿Es ese componente antimilitarista el que podría servir ahora de aglutinador de la izquierda?
- No sabemos aún lo que piensa Sumar del asunto, pero todos los partidos que podrían formar parte de ese frente amplio estamos en contra de esta carrera armamentista y de la OTAN. En el fondo, se trata de decir sí o no a la guerra. Y la izquierda necesita cuanto antes aclarar su perfil. Porque, de lo contrario, acabarán con nosotros de uno en uno. No hay más que mirar las encuestas.
- Esas encuestas castigan la división de la izquierda.
- Hemos cometido un error en la política de alianzas. La ruptura con Podemos no tiene sentido y cada día que pasa lo tiene menos. Y eso hay que recomponerlo. No es sólo una cuestión electoral, sino también existencial. Antonio Maíllo [actual coordinador general de Izquierda Unida] está trabajando ya en esa dirección.
- Pero, ¿ese pacifismo pragmático no es también el defiende Donald Trump?
- Con Trump no tenemos nada que ver pero, con la «vieja Europa» que pide ahora un 2% del PIB para armamento, tampoco. Los partidos comunistas surgen frente a la guerra siempre. Y ese frente popular no sólo tiene que plantarse ante el discurso de la guerra sino también ante un brote neofascista muy fuerte. Por eso necesitamos una izquierda con un discurso claro, nítido, sin complejos. No podemos estar en misa y repicando; con un pie dentro del sistema y otro fuera. Si no, la juventud acabará pensando que la única forma de ir contra el sistema es votar al neofascismo. Tenemos que explicarle a la juventud que su malestar contra el sistema capitalista, por la falta de vivienda, por el paro, por una vida sin futuro, no puede arrojarles en brazos de la ultraderecha, que defiende un capitalismo de excepción, no una revolución social. Hay que dejarse de florituras y discursos etéreos. Si no somos capaces de capitalizar el gran desencanto, nos vamos por el sumidero.
- ¿Y qué hacemos con Putin?
- Se habla de Putin como si todavía existiera la Unión Soviética. Pero Putin es un capitalista férreo, un neoliberal feroz. Y está construyendo un polo bélico, ahora apoyado por Trump. Pero no podemos tragarnos que Putin sea el enemigo que nos debe unir a todos en una lógica belicista. Eso no se lo puede tragar la izquierda. No vale el «que viene Putin». El «todos frente a Putin» es una trampa terrorífica en la que no puede caer la izquierda, porque nos conduce a una escalada bélica que vale un capital, liderada por Francia, que ya tiene 300 cabezas nucleares. El que se entiende con Putin es Trump, no la izquierda. Pero es que la «vieja Europa», que ahora es también racista y xenófoba, nos puede conducir a una ruina absoluta si sigue en esa lógica belicista. Y ya hay 15 millones de pobres en este país.