Publicado: marzo 30, 2025, 10:07 pm

Alberto Núñez Feijóo celebraba en Sevilla el tercer aniversario de su llegada a la presidencia del PP, hecho que se produjo en la misma plaza. Sevilla, capital de Andalucía, era un lugar lleno de simbolismo para el acto que ayer celebraba el principal partido de la oposición.
Andalucía es una comunidad que la derecha arrebató a la izquierda hace seis años y que había sido gobernada por los socialistas durante 41 años, desde que la Junta era un organismo preautonómico en 1978. El tres que marca el aniversario de Feijóo es un número cabalístico: el tercer día fue la resurrección de Jesucristo y el tercer año, marcó para el franquismo su victoria en la guerra civil. Fernando Vizcaíno Casas, que era un escritor muy del régimen, unió las dos cifras para escribir una novela que tuvo un éxito inenarrable: «…Y al tercer año resucitó», en la que planteaba la hipótesis descabellada de que Francisco Franco resucitaba en ese plazo para dibujar un retrato caricaturesco de aquellos tres años de la transición. También cabe señalar el tercer ojo, un concepto místico que abreva en un par de religiones y en este plan.
El tercer año de Feijóo viene a suceder al cuatrienio de Casado al frente del partido de la derecha, una etapa de memoria manifiestamente mejorable. Baste recordar que él y su inseparable García Egea pactaron con Sánchez la fumigación política del principal activo que entonces (y ahora) tenía el PP y que lo intentaron con un bulo que les colocó Moncloa. A juzgar por su discurso de ayer ante la XXVII Interparlamentaria del PP en la que se citaron los 743 parlamentarios nacionales y regionales de su partido, ha sido una etapa provechosa para Feijóo, que ha asentado su liderazgo con algunos discursos memorables, por citar solo los de la última semana: el pronunciado ante la Comisión Ejecutiva Nacional del PP, su discurso en el Congreso contra Pedro Sánchez a propósito del rearme y el de ayer mismo en Sevilla. Y sin un Luisgé Martín que se los escriba.
Uno debe confesar que del discurso de ayer destacaría el fin de una actitud que se le ha venido reprochando al presidente del PP a lo largo de estos tres años, una cierta pachorra de tumbarse a la puerta de casa a ver pasar el cadáver del enemigo, la esperanza de dejarlo correr a la espera de que les toque, por fortuna o por la ley de la gravedad o quién sabe si por sorteo. Pero Feijóo dijo ayer que «nada de esperar a que nos toque, nosotros, a trabajar por la victoria, porque España necesita soluciones y futuro». Y esas palabras eran en sí mismas una buena noticia por ir a contrapelo de una creencia bastante generalizada entre la ciudadanía española.
A Alberto Núñez Feijóo no le plantea problema alguno la palabra «rearme» como a Pedro Sánchez, que tiene ante sí un emplazamiento clave en la cumbre de la OTAN que se celebrará a finales del próximo mes de junio y exponer que piensa llegar al 2% del Producto Interior Bruto en Defensa, qué digo en Defensa, en seguridad. Recuerden que hace once años, este tipo contaba a este diario que a él le sobraba el Ministerio de Defensa. Es el mismo tipo que ya durante su mandato esparció por los mentideros, qué palabra tan descriptiva para este fulano, el bulo de que al término de su Gobierno se colocaría al frente de la OTAN. O sea, que sería Mark Rutte, vamos. Es evidente que no le esperan tres años más de presidente.