Publicado: octubre 9, 2025, 1:07 am

De qué color pintar las paredes. Es una decisión que se medita y que, en alguna ocasión, puede dar lugar a tensiones. El Gobierno veía el Congreso de un tono amarillo (alegría y optimismo), verde (equilibrio) o azul (calma y serenidad). Desde el lunes sabían un dato que alteraba la paleta de colores: un diputado del PP se encontraba esta semana de luna de miel y su ausencia permitía salvar la Ley de Movilidad Sostenible. Los populares veían la Cámara en negro. Panorama oscuro.
La tómbola en la que parecen convertidas en muchas ocasiones las negociaciones y votaciones en el Congreso amaneció en tinieblas, sin certezas, pero terminó de luz y de color, como cantaba Marisol, para el Ejecutivo. Logró salvar el decreto del embargo de armas a Israel, gracias al cambio de posición de Podemos -pasó del rechazo a votar sí- y la aprobación de la Ley de Movilidad Sostenible, de cuya luz verde dependían 10.000 millones de los fondos europeos.
«Es la oposición la que trae la pintura negra. El proyecto del Gobierno es el único capaz de aunar a su alrededor una mayoría. Ánimo Alberto», ironizaban ayer por la noche en el seno del Gobierno, en alusión a la frase con la que Pedro Sánchez despachó el anuncio de Alberto Núñez Feijóo de citarlo en el Senado para hablar de corrupción. «Sufrimos. Vamos a sufrir siempre, porque el Congreso es plural como la sociedad, pero somos capaces de encontrar equilibrios para aunar a todo el mundo», diseccionaba un buen conocedor de las negociaciones. «Somos profesionales», «Tenemos 146 años de Historia…», repetían miembros del Gobierno al ser cuestionados ya entrada la noche.
«Hoy hemos ganado 112 de las 119 votaciones en el Congreso. El 94%. El Real Decreto Ley del embargo de armas a Israel y la Ley de movilidad sostenible incluidas. Para todo lo demás, ánimo Alberto», lanzó Félix Bolaños, ministro para la Presidencia.
Las dos normas fueron aprobadas gracias a Podemos, que era el socio de gobernabilidad que las había puesto en jaque, provocando el malestar y la preocupación en las filas socialistas. Los morados compiten con Junts por el rol de partido del que depende La Moncloa, quién tiene el mazo para ir golpeando la legislatura. «Nosotros no tenemos ninguna atadura», señalan desde la cúpula morada. «Hay otros grupos que persiguen unos intereses. Nosotros vamos tema a tema. Si nos convence lo votaremos, si no, no».
En el seno del partido socialista admiten que lo que más les preocupa internamente ahora no es el informe de la UCO sobre los pagos en metálico a José Luis Ábalos y su ex asesor en el Ministerio de Transportes, Koldo García, sino el «desquicie» al que los somete Podemos en cada votación después de que haya pasado a ser un socio tan poco previsible como Junts. De hecho, en la jornada de ayer se había asumido ya que la formación morada impediría aprobar la Ley de Movilidad Sostenible -la mayoría de los diputados no sabían de la negociación discreta del ministro Puente-. Porque el Ejecutivo llevaba negociando con los morados desde el viernes. El acuerdo se remató mientras se desarrollaba el debate parlamentario. In extremis. Todo se pactó, hasta los comunicados de cada parte y en qué momento decirlo.
«No entiendo que Podemos ahonde las diferencias. Es importante que entiendan la importancia de apoyar al Gobierno», señala un miembro del Consejo de Ministros. «Paciencia. Ellos están en una situación estratégica», dicen sobre su competencia con Sumar por liderar el espacio a la izquierda del PSOE. La estrategia del Gobierno pasó por aislar a Podemos, y asfixiarlo con una foto junto al PP y Vox. Presión. «Cuando traemos algo con sustancia, como estas dos normas, más allá de estrategias, no nos lo van a tumbar. Podemos no nos lo va a votar en contra», presumen, a toro pasado eso sí, en el Ejecutivo.
La Ley de Movilidad Sostenible salió con el bloque de gobernabilidad de Sánchez votando junto, imagen que cada vez cuesta más, pero habría salido aunque Podemos hubiera votado en contra por la ausencia de un diputado del PP, Guillermo Mariscal, que se encontraba de viaje por su luna de miel. En La Moncloa sabían de esta circunstancia desde el lunes, estaban optimista. Desconocían el destino del diputado popular, que pidió el voto telemático pero no se le concedió al ser un supuesto contemplado. El martes vieron que no asistía al Congreso y que el PP callaba. Entonces confirmaron que estaba en México. Respiraron. Nadie se percataba o lo sacaba a la luz, ellos ya tenían sus cuentas hechas y respiraban. «Aún así quisimos negociar y pactar con Podemos», dicen en La Moncloa.
Con todo, para asegurar, la orden fue que todos los ministros con escaño, salvo causa de fuerza mayor, fueran a votar. Compareció hasta Sánchez para accionar su botón verde.
Con el embargo a Israel, fuentes de Podemos explican así que pasaran de criticar el texto a votar a favor: «No queríamos ser la excusa para que el PSOE dijera que no había embargo por nuestra culpa. Es un embargo fake y se verá». Aquí no hubo negociación y sí una reflexión en el seno de la dirección morada sobre qué hacer.