Publicado: noviembre 11, 2025, 7:07 am

Los Reyes han arrancado este martes su viaje de Estado a China con una primera parada en Chengdu, una mega urbe con más de 20 millones de habitantes mundialmente conocida como el hogar de los pandas gigantes. De una enorme reserva de esta ciudad partieron las tres parejas de estos fotogénicos animales que, en 1978, 2007 y 2024, en condición de préstamo, terminaron en el Zoo de Madrid. Pero Felipe VI y Doña Letizia no hicieron un largo desplazamiento hasta Chengdu para ver pandas.
La visita a China, la primera de un monarca español en 18 años, cocinada durante meses por el Gobierno de Pedro Sánchez en plena ofensiva diplomática hacia Pekín, busca sellar una nueva y estrecha relación con el régimen de Xi Jinping que va más allá del plano comercial. Para ello, cómo recordó el Rey en una intervención delante de empresarios chinos y españoles, es necesario una mayor apertura y transparencia, una clara referencia al hecho de que la puerta del gigante asiático sigue sin estar todo lo abierta que debería ante las empresas y productos españoles.
Un foro sobre relaciones comerciales; un paseo por la huella empresarial española en los aeropuertos chinos; poesía como puente entre Oriente y Occidente; una ronda de contactos políticos. Por este orden, la jornada de los Reyes en Chengdu fue bastante completa antes de partir hacia Pekín, a 1.800 kilómetros al noreste, para una cena privada con sus grandes anfitriones, el presidente Xi Jinping y la primera dama, Peng Liyuan.
La intensa agenda oficial comenzó con un foro empresarial que contó con la presencia del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quien forma parte en este viaje de la comitiva real, al igual que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, que se unirá al grupo en Pekín para escoltar al Rey en sus encuentros con los líderes chinos.
«Si queremos construir una relación económica sólida y duradera entre España y China, debemos hacerlo sobre la base de la confianza mutua, la apertura y la seguridad jurídica, donde el comercio y la inversión sigan siendo motores de estabilidad y progreso», señaló Felipe VI en un acto en el que el ministro Cuerpo recordó la importancia de equilibrar las relaciones comerciales entre ambos países. España lleva años arrastrando un déficit crónico con China.
El año pasado, el déficit rozó los 40.000 millones de euros. Un desequilibrio cada vez más asimétrico porque, mientras España exporta sobre todo productos de bajo valor añadido, importa de China cada vez más tecnología y manufacturas avanzada. En este sentido, el Rey apuntó a que España desea seguir profundizando la relación comercial en «sectores de alto valor añadido» como la automoción, la innovación tecnológica o la energía verde.
«La actividad empresarial necesita certidumbre, marcos claros y relaciones duraderas», afirmó Felipe VI, añadiendo que España, junto con la UE, mantiene «su firme compromiso con un sistema internacional basado en reglas claras, transparencia y respeto de la legalidad». Otro pequeño dardo dirigido a las restricciones comerciales chinas, incluyendo aranceles a un sector como el porcino europeo, tan relevante para las exportaciones españolas.
La presencia del ministro Cuerpo, poco común en un viaje de Estado, desnuda la estrategia del Gobierno de Sánchez de intentar que Pekín abra más su vasto mercado a las empresas y exportaciones españolas, a la vez que amplía el goteo de inversiones en España.
En conversaciones con este periódico, varios empresarios españoles que asistían al foro de Chengdu coincidían en afirmar que, gracias a la inédita estrecha relación que el Gobierno ha logrado construir con Pekín, es el mejor momento para reclutar más inversiones y presionar para que el mercado chino levante algunas de sus habituales barreras con las que se chocan las empresas españolas. El Rey también hizo una referencia a la importancia de resolver las «dificultades» que enfrentan estas compañías que se adentran en el mercado chino.
El soft power chino (poder blando), que vive su mejor momento en medio de todos los huecos que está dejando la política aislacionista y de confrontación de Donald Trump en EEUU, se ha manifestado en varios foros empresariales celebrados en los últimos meses en Madrid y Barcelona, que han contado con la presencia de altos cargos del PCCh. Pero prácticamente ninguno de estos eventos tenía la dimensión del celebrado en Chengdu, donde han asistido representantes de 400 empresas españolas y chinas.
Cuerpo, recordando que China es el primer mercado en Asia para las empresas exportadoras españolas (el comercio bilateral se acercó a los 53.000 millones de euros en 2024) y el segundo proveedor de España por detrás de Alemania, destacó que las relaciones con Pekín son una «prioridad absoluta», pero puntualizando que el Gobierno busca «relaciones comerciales justas».
En el foro estaban presentes destacados empresarios españoles de diversos sectores, desde la alimentación hasta la automoción, además del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi; el presidente de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet; o Javier Tebas, presidente de La Liga. En el evento intervino Pan Jian, copresidente de CATL, líder mundial en fabricación de baterías para vehículos eléctricos, que abrirá una planta en Zaragoza que creará más de 4.500 empleos. Pan elogió al Gobierno español por su «profundo compromiso en energías renovables».
La jornada continuó con una visita del Rey a las instalaciones de Indra en el centro de control aéreo del aeropuerto de Chengdu, con más de una veintena de rutas internacionales, donde la empresa española implementó hace nueve años un avanzado sistema de gestión y comunicación de vuelo, junto con una red de radades que monitorizan el tráfico en el 60 % del espacio aéreo nacional.
Chengdu, que arrastra dos milenios de historia, es una de las muchas mega ciudades de China salpicadas por un atractivo urbanístico: los rascacielos y centros tecnológicos donde operan empresas internacionales como Indra conviven en perfecta armonía con las tradicionales casas de té, templos y parques clásicos con sus caminos serpenteados y puentes curvos. En uno de estos oasis verdes en medio de la ciudad se encuentra el parque Wangjianglou, famoso por ser un edén de bambú y por una torre dedicada a Xue Tao, una célebre poeta de la dinastía Tang (siglo IX). Este fue el lugar elegido para que la Reina Letizia presidiera un acto para conmemorar 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado, uno de los autores españoles más traducidos en China.
A mediodía (hora local), el Rey fue recibido por la gobernadora de Sichuan, Shi Xiaolín, y por el secretario del Partido Comunista (PCCh) en la región, Wang Xiaohui, la figura política con más poder a nivel provincial. En el marco nacional, Wang es un viejo conocido porque fue subdirector del Departamento de Propaganda del PCCh, el principal órgano censor de los medios de comunicación estatales y encargado de promover las narrativas del régimen dentro y fuera de sus fronteras.
Chengdu, donde se emitió el primer primer papel moneda de la historia (el Jiaozi, en el siglo XI), es el epicentro de la famosa «diplomacia de los pandas», una de las clásicas armas de la superpotencia asiática para hacer amigos. Desde la Guerra Fría, el Gobierno chino ha regalado o prestado parejas de pandas a muchos países, entre ellos a España, con el propósito de fortalecer relaciones bilaterales, cerrar acuerdos comerciales o apagar críticas por episodios oscuros como la masacre de Tiananmen, la represión en el Tíbet en la época que la inmolación de monjes abría los telediarios o la persecución a la minoría musulmana uigur en la región de Xinjiang.
Tras la primera visita de Estado a China de los reyes Juan Carlos I y Doña Sofía, en junio de 1978, el entonces líder reformista Deng Xiaoping, como agradecimiento, regaló al Zoo de Madrid su primera pareja de pandas. En 2007 llegó la segunda pareja tras una segunda visita real, esta vez a Chengdu. «El rey Juan Carlos I, con su abundante cabellera plateada y su alta estatura, y la reina Sofía, vestida con un traje verde claro, lucían elegantes y gráciles», rezaba la prensa china en una de las crónicas de aquel viaje.
Antes de partir para Pekín, Felipe VI y Letizia, arropados por la autoridades locales, se lanzaron a la aventura gastronómica de la intensa cocina sichuanesa, declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, que se distingue por el uso magistral del picante y de la particular pimienta local. Esta es la cuna del famoso hotpot, transformado en un ritual social que se extiende por todo el mundo.
