Publicado: abril 9, 2025, 12:00 pm
La globalización es una necesidad, o que se lo digan a Apple: el diseño de sus iPhone nace en Estados Unidos, la fabricación pasa por Taiwán, el embalaje pasa por Malasia y Corea del Sur y el ensamblaje final vuelve a China, India y Vietnam. Varios giros, en varias direcciones que ahora pueden implicar una sangría por las nuevas políticas arancelarias de Estados Unidos y China.
Por más que Donald Trump lo sugiera, parece que un iPhone «made in China» no tiene sentido, que es algo propio de la ciencia ficción, sabiendo que fabricarlo podría elevar el coste hasta los 30.000 dólares y que Tim Cook ya dijo la frase lapidaria «en China hay estadios de ingenieros. En USA, apenas una sala”. Es una forma de ejemplificar algo que también resumía Joanna Stern de maravilla: no es una cuestión de fuerza laboral ni presupuesto, simplemente China tiene las habilidades necesarias, la industrialización y las herramientas para hacer realidad lo que Apple sueña. Y ahora veremos hasta qué punto.
Diseño en California, donde nace la idea
Todo comienza en Cupertino, California. El orgullo del diseño: a diferencia de los tiempos en los que Apple usaba procesadores Intel, ahora la compañía tiene control absoluto sobre la arquitectura y el diseño de sus procesadores. Que existan los chips M y Apple Silicon se debe a un puñado de mentes pensantes con nacionalidad norteamericana. Pero eso no significa que esos diagramas se produzcan en Silicon Valley.
El equipo de ingeniería interna se basa en la arquitectura ARM, pero la personaliza al extremo, optimizando el rendimiento, la eficiencia energética y la integración con macOS. Este enfoque vertical es una de las claves del rendimiento y la autonomía que han distinguido a los Mac desde 2020. Una vez conceptualizados, toca producirlos en tandas.
Fabricación en Taiwán, el corazón tecnológico
Una vez finalizado el diseño, los planos viajan a Taiwán, donde entra en juego el auténtico gigante de la industria de semiconductores: TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). TSMC es el único proveedor mundial que fabrica los chips de Apple Silicon. Para el M1 y M2 utilizó su proceso de 5 nanómetros cuando los rivales todavía iban por 7nm y 11nm.
El M3 fue primer chip de consumo fabricado en masa con tecnología de 3 nanómetros (N3B). El M4 perfecciona la arquitectura —más transistores en menos espacio, redundando en mayor velocidad y eficiencia energética— y el M5 puede que llegue a ser el primer microchip fabricado sobre litografía de 2 nanómetros o tal vez conserve la estructura de 3nm. Como fuera, Apple es el cliente preferente de TSMC. Y esta parte del proceso es crítica: aquí es donde se imprime, átomo a átomo, la inteligencia de cada Mac o iPad.
Y el marco es complicado: Reuters acaba de dar la exclusiva de que TSMC podría enfrentar una multa de 1.000 millones de dólares o más. ¿Por qué? Se encuentra bajo escrutinio por haber fabricado semiconductores para la startup china de IA Sophgo. La controversia surge porque, según fuentes citadas por la agencia, estos chips son casi idénticos a diseños desarrollados por Huawei, los relacionados con el procesador de IA Ascend 910B. Esta acción podría constituir una violación de las estrictas regulaciones de control de exportaciones de Estados Unidos.
Y claro, cualquier sanción o restricción importante contra TSMC podría, potencialmente, afectar la cadena de suministro de Apple, elevando costes sobre la producción, afectando a las estrategias de fabricación de chips para iPhone, iPad y Mac. Y eso sin hablar de los aranceles, que serían del 104%.
Packaging y ensamblaje intermedio, el engranaje invisible
Tras la fabricación del chip, el siguiente paso es el empaquetado, un proceso altamente técnico que no solo implica montar el chip sobre su base, sino también integrar la memoria y otros componentes clave en un solo módulo, el system-on-chip. Todo esto debe ejecutarse bajo un entorno impoluto, aislado, protegido de filtraciones e intrusiones del exterior. Y eso cuesta dinero.
Esta etapa ocurre mayoritariamente en China, a través de compañías como ASE Technology Holding y Amkor Technology, aunque también hay centros en Malasia y Corea del Sur. Aquí no hay robots de película ni chips saliendo en bandejas brillantes: es un trabajo quirúrgico, de precisión industrial, muchas veces invisibilizado y asumido por seres humanos reales. Y suelen ser los sueldos peor pagados de toda esta cadena.
Montaje final: de las fábricas de Foxconn al mundo
Finalmente, el chip ensamblado llega a las líneas de producción donde se ensamblan los Mac, los iPad y el resto de dispositivos Apple. La mayoría de estos centros están en China, en gigantes como Foxconn o Pegatron —quienes pasaron en el pasado por todo tipo de éxodos laborales—. Estas gigantescas fábricas llevan años ensamblando los productos de la marca, con equipos que llegan a superar los 100.000 contratados.
Sin embargo, Apple está diversificando su cadena de producción para reducir su dependencia del mercado chino: ya se fabrican algunos iPhone en India, y parte del montaje de MacBooks se está trasladando progresivamente a Vietnam.
Estas fábricas, como la de Guanlan, Shenzhen (China) —Zhengzhou ya no es la ciudad referente, no— están tan automatizadas que hasta funcionan sin iluminación. No en vano, Foxconn está desprendiéndose de su personal humano, pasando de 60.000 a 30.000 personas y esperando reducir esa cifra a casi cero. Y en California no hay nada igual, nada que esté tan automatizado y controlado por una IA en la nube. Puede que lo haya, pero requeriría de años de inversión en I+D y de industrialización efectiva. Las plantas de Arizona todavía ni existen. Y Apple optó por afianzarse en China, por invertir en su economía local y hasta implicarse en sus políticas verdes de producción sostenible y producción.
Así que ahora no basta con que el gabinete de Donald Trump reclame ese hipotético iPhone fabricado en EE.UU., sino preguntarse si ese cambio le permitiría a Apple sobrevivir sin China —a nivel comercial, pero también social y político—. Porque el problema no son solo los aranceles: el verdadero desafío es que el «cerebro» de cada iPhone, Mac e iPad solo existe gracias a una red de contratos geopolíticos y tecnológicos en la que China no es una opción, sino el nodo central. Romper ese equilibrio sería como pedirle a Apple que se empiece desde cero.
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La noticia
El problema de Apple no son solo los aranceles. El cerebro de cada iPhone, Mac e iPad depende de llevarse bien con China
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Isra Fdez
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