Publicado: marzo 9, 2025, 1:07 am
«Se está hablando de nuestros temas: inmigración, seguridad, defensa, libre mercado… tenemos que aprovecharlo». Este diagnóstico de un alto cargo del PP fija de manera concisa y certera el punto de inflexión en el que se encuentra ahora mismo el principal partido de la oposición. El entorno internacional favorece de manera más clara que nunca los mensajes clásicos de liberales y conservadores, frente a un Pedro Sánchez rezagado y remiso en lo que se refiere al impulso militar y frente a un Santiago Abascal alineado al máximo con Donald Trump, adalid actual del proteccionismo antiliberal y punta de lanza, junto a Vladimir Putin, de los ataques al corazón de la UE. Y que ha abandonado a Giorgia Meloni por el prorruso Viktor Orban.
El terreno de juego de la política internacional ha basculado, en efecto, hacia la derecha. Se está hablando más que nunca de defensa, de libre mercado y de seguridad, es cierto, pero la pregunta clave es: ¿y qué va a hacer el PP en esta coyuntura? ¿Cuál es el plan de Alberto Núñez Feijóo para liderar la conversación pública y seducir tanto a los moderados como a los descontentos con el giro orbanista de Vox?
Por ahora, la dirección de Génova rehúsa desvelar sus cartas. Cree que ahora le toca «mojarse» a Sánchez y no piensan «preconcederle» el apoyo ni siquiera en un tema tan franco como el del incremento del peso relativo del gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Feijóo no sólo apoya este esfuerzo inversor, sino que ha firmado junto a sus correligionarios del PP Europeo elevar el umbral al 3%. Pero se lo pondrá difícil al PSOE para darle su apoyo. Después de 16 meses sin interlocución con Sánchez, Feijóo pondrá condiciones. Para empezar, le reclama que le comparta toda la información, de manera que la reunión que ambos mantendrán el jueves sea útil, y no el cumplimiento de un mero trámite.
Génova tiene que conjugar una posición de «partido de Estado» con la mano dura con Sánchez. ¿Por qué? Porque la cúpula del PP ha detectado un trasvase muy claro de votos desde Vox hacia sus siglas, después del giro trumpista de Abascal. El butrón demoscópico es clarísimo: en las encuestas internas que manejan los populares, Vox ha perdido nada menos que 2,3 puntos porcentuales de intención de voto en un solo mes, mientras que el PP ha subido 2,4. El trasvase es casi equivalente.
Una encuesta de Metroscopia del 4 de marzo llega a tres conclusiones sobre el actual trasvase de votos de Vox al PP. La primera: «La victoria de Donald Trump, que podría implicar un revulsivo electoral para Vox, estaría generando malestar en algunos de estos votantes en la medida en que el discurso del nuevo presidente estadounidense resulta contrario a los intereses de la Unión Europea y de España». La segunda: «La política de la nueva Administración americana hacia la situación en Ucrania y el aparente alineamiento de Vox con estos postulados confronta con la opinión de una parte importante de sus votantes». Y la tercera: «Pese a todo ello, Vox obtendría un mejor resultado ahora que en las últimas elecciones generales, lo que evidencia la solidez de su electorado». De hecho, PP y Vox sumarían 188 diputados en esta encuesta, 12 por encima de la mayoría absoluta.
El plan del equipo de Feijóo es intentar asimilar a todos esos votantes descontentos de Vox por ósmosis ideológica, sin entrar al «cuerpo a cuerpo· con ese partido. «Mientras Abascal nos insulta nos lanzamos a por sus votantes y a por el de aquellos que consideran que no deberíamos pelear entre nosotros, sino hacerlo con Sánchez, con Podemos, Sumar y con los independentistas, a los que Sánchez sí incluye la ronda de contactos», al contrario que a Vox, explican.
La estrategia actual de Abascal pasa por endurecer su crítica al PP, al que acusa de haber echado a perder la UE con sus acuerdos con los socialdemócratas europeos. No sólo eso, sino que ahora supedita su apoyo a los presupuestos de las autonomías populares a que el PP español rompa con el Gobierno comunitario de Ursula von der Leyen, que es del PP. Una Comisión Europea, por cierto, en la que hay un comisario húngaro de Viktor Orban al que Vox no le pide que rompa los acuerdos.
Abascal interpela recurrentemente sobre esto a Feijóo, que lo ha ignorado por completo hasta ahora. «No vamos a entrar en el cuerpo a cuerpo que plantea Vox con el presidente del Partido Popular. Por eso a Abascal le responde Sémper y no Feijóo», explican en Génova.
Frente a los «ataques» del presidente de Vox, el PP quiere evidenciar que ellos sí defienden al electorado de su partido rival. «Nosotros defendemos la legitimidad de cualquier partido a ser tenido en cuenta por el presidente del Gobierno de España», apuntan fuentes del entorno de Feijóo, que no ocultan su intención de amparar al electorado de Vox: «Cuando Sánchez tiene un desprecio [no invitarlo a sus ronda de contactos] hacia un partido que tiene 12,4 puntos de voto en este país, intentamos representarles». «Nos diferencian muchas cosas con Vox, pero Vox no nos consta que quiera reventar este país por dentro y los independentistas sí», diferencian.
¿Tiene, por tanto, el PP un filón en el electorado de Vox descontento con el giro trumpista y orbanista de Abascal? La respuesta de Génova es clara y meridiana: «Efectivamente».