Publicado: mayo 25, 2025, 6:07 am

La convocatoria del congreso de un partido activa la memoria de la organización para mirar hacia su interior. A lo que fue en el pasado, a lo que es en el presente y a lo que quiere ser en el futuro. El PP de Feijóo ha convocado su primer congreso y, aunque el ambiente interno aún no se ha desperezado del todo -centrado como está en el antisanchismo como aliento de su existencia- los plazos corren. Estos días, la dirección esta volcada en la recogida de avales para la reelección de Alberto Núñez Feijóo como presidente del partido. Aunque será el único candidato, el líder del PP tiene muy presente que cuando fue elegido en el congreso de Sevilla de 2022, después de que los presidentes autonómicos y todo el partido le pidiera y casi le rogara que sustituyera a Pablo Casado, logró reunir 50.000 avales, récord histórico en el PP. Ahora no quiere ser menos. Por eso la dirección ha puesto en marcha una campaña intensa para recaudar los avales. Aún siendo incontestados y únicos, los líderes de los partidos siempre quieren el plus de legitimidad de los avales. Y cuantos más, mejor.
El PP celebrará su XXI Congreso en Madrid el primer fin de semana de julio y lo que sigue es un resumen de las reflexiones de algunos dirigentes veteranos acerca de cómo el partido llega a su cónclave, según definición acuñada por el convocante. «La convocatoria de un congreso siempre supone agitar las aguas, por muy controlado que esté en sus debates, siempre habrá cosas incontrolables. Y enmiendas sobre cualquier cosa que pueden llegar muy lejos en las discusiones internas. Los dos últimos congresos extraordinarios del partido fueron los más traumáticos de nuestra historia. El primero de 2018, recién expulsados del Gobierno por la izquierda que luego se consolidó, eligió a Pablo Casado por exclusión y por una alianza anti Soraya, el segundo en 2021 le cortó la cabeza al líder nacional por exigencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid a quien Génova presentó como a una corrupta, y puso en su lugar al presidente autonómico más respetado. Pero es que los dos últimos congresos ordinarios fueron también altamente conflictivos. Y eso que estábamos en el Gobierno de España, amenazados por una escisión de votantes de centro y urgidos a conectar con los ciudadanos. Todo el partido pedía primarias a gritos y las aprobamos sin estar muy convencidos, porque el tiempo político nos obligó a ello. Ahora estamos en otra etapa».
La etapa de Alberto Núñez Feijóo. La cita será extraordinaria -según los plazos tocaba el próximo mes de abril-, pero con las características propias de las convocatorias ordinarias. Debate ideológico, ponencia política y reforma de Estatutos. Además de elección del nuevo equipo dirigente. Ésta última cuestión, que siempre mantiene en vilo a todos, se sitúa exclusivamente en la cabeza del líder hasta minutos antes de que los agraciados lo sepan. En esta ocasión no iba a ser menos. Las quinielas de quién sale quién entra, quinielas son.
«Vamos a demostrar que el PP es de todos, no de unos pocos, sin rehuir debates»
¿Para qué puede servir este XXI Congreso del PP en mitad de la refriega más dura de la oposición contra el presidente, Pedro Sánchez, cercado por numerosos frentes de batalla? Hay respuestas variadas para esta pregunta. «El congreso había que hacerlo sí o sí, el asunto era el cuándo. En la próxima primavera, cuando tocaba, estarán en marcha los procesos electorales de Castilla y León y Andalucía. No queríamos invadir el marco autonómico y parecía lógico convocarlo después del periodo de sesiones», señalan fuentes de la dirección. Otros cargos del partido opinan que Feijóo se ha dado cuenta de que Sánchez está firmemente decidido a agotar la legislatura. «Casi desde la investidura, la dirección estaba convencida que el Gobierno iba a caer y Sánchez convocaría elecciones si no podía presentar Presupuestos. Ahora ya se han dado cuenta de que no pueden seguir esperando este escenario. Y además, si acaso se produjera, el PP iría a las generales con el congreso pendiente», señala un dirigente. «Será más un trámite que una convocatoria para debatir temas de fondo, un escenario potente para relanzar la figura de Feijóo, un líder respetado, sin discusión ni alternativa, al que después de las últimas generales, se le ha visto incómodo en el papel de líder de la oposición porque él asumió el liderazgo con el único plan de ser presidente del Gobierno», aseguran otras fuentes.
El equipo de Feijóo se muestra claro y contundente en cuáles son los objetivos de la convocatoria de Madrid. «Vamos a explicar a los españoles que se puede gobernar de otra manera a como lo hace Sánchez. Vamos a firmar un contrato con el país que será la ponencia política que se apruebe en el congreso. Feijóo va a asumir el compromiso de no fallarle a España y a demostrar que la alternativa que viene es más coherente y más creíble que los actuales gobernantes. Vamos a garantizar que el PP es de todos, no de unos pocos, que queremos representar a todas las sensibilidades, liberales, conservadores, de centro reformista, democristianos, tal y como dice nuestro ideario. Sin rehuir los debates, sin poner coto a las discusiones, votando cualquier propuesta que se quiera presentar. Feijóo va a dejar claro que con mayoría absoluta o con mayoría relativa, se puede gobernar sin abandonar nuestros principios ni renunciar a nuestros valores. Ni para la investidura ni para aprobar las leyes. Cuando Feijóo sea presidente, convocará elecciones si le es imposible presentar y aprobar un Presupuesto».
«Es muy potente que la ponencia política sea de Moreno y Mañueco»
El líder del PP pretende con estos compromisos dejar claro que apuesta por la tesis de Juanma Moreno acerca de cómo afrontar un posible acuerdo con Vox en el caso de que Feijóo necesite a este partido para gobernar. Cerca de Vox o lejos de Vox. Ése es el dilema que envenena los sueños del partido para volver a unificar los votos del centroderecha en el PP, objetivo que únicamente logró José María Aznar.
«Es un mensaje muy potente y muy importante que la ponencia política esté en manos de Juanma Moreno y de Mañueco. Moreno es quizá el presidente más parecido a Feijóo y el más lejano a la tentación de parecerse a Vox y copiar sus políticas para recuperar a los votantes que no quieren volver al PP. Somos muchos los que pensamos que no se puede caer en las trampas de Vox, ni asumir un ideario populista y oportunista que está muy lejos de lo que representa el PP para España», aseguran veteranos centristas. En este sentido, fuentes de la dirección insisten en que Feijóo dejará claro que no asumirá la ideología de Vox aunque necesite sus votos para ser presidente. Como hizo recientemente el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, a cambio de los Presupuestos.
Otras voces del PP creen que Feijóo pretende «galvanizar» al partido, muy centrado en la labor de oposición y poco en formular propuestas alternativas a las del Gobierno, pero dudan de que la ponencia política vaya a concretar demasiado. El último congreso con debate, el de 2017, no se limitó a aprobar una sola ponencia. Debatió y aprobó hasta cinco: política, estatutos, social, educación e internacional.
«No hay duda de que el congreso es una oportunidad, pero también es un riesgo crear demasiadas expectativas. Asumir el compromiso de no rehuir ningún debate, ni ideológico ni estatutario, como es el cambio en el sistema de primarias, si después no se responde a esa expectativa que creas no sería bueno para el objetivo principal, que debe ser captar el voto de aquellos que se nos resisten», señala un parlamentario, mientras que otros dirigentes advierten: «Da la sensación de que quieren un congreso con debate interno, pero bajo control. No creo que a Feijóo le interese el debate ideológico».
En estos primeros escarceos precongresuales, se está produciendo una situación que, aunque de lejos, recuerda vagamente al conflictivo Congreso de Valencia de 2008. La potencia de liderazgo de Isabel Díaz Ayuso, en línea con la que tuvo Esperanza Aguirre -también regresada a la actualidad-, está replicando el mismo mantra que entonces. Esperanza ilusionaba, Rajoy no. Ayuso ilusiona, Feijóo no. Influyentes sectores mediáticos, sociales y culturales y líderes de opinión con mucho predicamento en la derecha madrileña se han puesto en marcha para defender la tesis de que la líder más adecuada para el Partido Popular nacional es la presidenta de la Comunidad de Madrid. Pidiendo incluso que fuera ella la encargada de la ponencia política.
Es una realidad ciertamente contaminada que impacta de lleno en el ánimo del PP nacional. El del resto de las comunidades va por otro carril. La respuesta de los dirigentes más próximos a Feijóo sobre el concepto de ilusión es tajante. «Ayuso tendrá su papel en el congreso. El presidente del comité organizador es el secretario general del PP de Madrid. Estamos asistiendo a lo mismo que pasó en la época de Esperanza Aguirre. Lo que hay que preguntarse es si Aznar ilusionaba en el 92, si Isabel Díaz Ayuso ilusionaba en sus primeras elecciones, si Juanma Moreno ilusionaba como candidato la primera vez que se presentó. Este es un eterno debate que tiene algo de ficticio. La única realidad es que no hay líos entre Génova y Sol, y que la estabilidad y la unidad interna son mayores que nunca».
El PP no quiere que sus debates eclipsen la dureza contra Sánchez
¿Cómo hablar de sí mismos en mitad de lo que consideran el hundimiento del presidente del Gobierno al que quieren sustituir? La posibilidad de que la labor de oposición acabe silenciada por el debate interno ha pasado por la cabeza de muchos cargos públicos del PP. Quién sabe si para dejar claro que ese riesgo no existe y que el principal partido de la oposición no piensa retroceder ni un ápice en la estrategia de máxima dureza contra Sánchez, el portavoz Miguel Tellado le espetó textualmente al ministro Félix Bolaños lo siguiente: «Este es un Gobierno de forajidos, tome nota, Angola, Botsuana, Costa de Marfil, Camboya, Trinidad y Tobago, Papúa-Nueva Guinea, Afganistán y Somalia, ¿sabe lo que tienen en común estos países? Son algunos de los países que no tienen tratado de extradición con España. Si a Pedro Sánchez se le pasase un día por la cabeza coger el Falcon de madrugada y huir de España con Begoña Gómez, el maestro Azagra, con el fiscal general del Estado, con Koldo García, con Ábalos, con Santos Cerdán, y con los 23 imputados de su Gobierno, tendría que dejar a la mitad de los imputados en tierra porque no habría sitio en el Falcon para tanto corrupto».