El par director de Podemos

Pablo Iglesias es un tipo que en momentos como este tiende a atrincherarse en una posición imposible o, cuando menos, improbable. Ayer posaba en foto elocuente entre las dos niñas del ascensor que él ha patrocinado: su pareja, Irene Montero, a la que impulsa como candidata a las elecciones generales y la chica a la que debió de considerar la mujer idónea para regir los destinos de Podemos cuando Isabel Díaz Ayuso lo expulsó de la política en primera línea, pongamos que hablo de Ione Belarra. Ha habido más gente sobre la que se ha posado el dedo ungidor del tipo este. No podemos olvidar que fue él quien nombró a Yolanda Díaz ministra de Trabajo y posteriormente la elevó a vicepresidenta tercera cuando el renunció a la segunda para enfrentarse a Ayuso en singular batalla en las elecciones a la Comunidad de Madrid de 2021.

Todo fue llanto y crujir de dientes, pero no hay ninguna novedad. Toda su carrera ha sido una sucesión de descalabros con gente en la que había puesto todas sus complacencias y que le acabaron destiñendo enseguida: Monedero y Errejón, que han quedado como iconos de la lucha de Irene Montero por la libertad sexual de las mujeres, Carolina Bescansa, Luis Alegre y olé. Hay que recrearse en una foto de aquellos miembros fundadores en 2014 y ver lo que queda de aquella dirección en esta V asamblea que arrancó ayer y concluirá hoy a la cuatro de la tarde, después de que los delegados hayan confraternizado en una comida popular a base de paella valenciana por ocho euros, que así pueden hacerse una idea que a partir de la tarde de hoy van a desarrollar contra el capitalismo, el fascismo, la extrema derecha y otros enemigos del pueblo, entre los que tienen un lugar privilegiado los periodistas no afectos, a los que el macarra al que Pedro nombró vicepresidente segundo de su gobierno, le rompió el micro al tiempo que le llamaba fascista, escoria, basura y algunas lindezas más. Me pregunto qué pasaría si el ofendido respondiera, amor con amor se paga, con una patada en la entrepierna para estar a su altura.

Aquí su pareja se aparecía ayer a sus adeptos mediante entrevista en El País, en la que además de seguir poniendo tarea al resto de los partidos para que el PSOE integre a los que son como él pero están fuera, o sea Sumar, ha entretenido a la periodista y sus lectores con melonadas como la que sigue: «Después de luchar y de vencer nos han tirado al suelo». Hombre, mujer, no digas tonterías, si después de luchar te han tirado al suelo es una señal inequívoca de que no has vencido; te han derrotado, te pongas como te pongas. Ayer no tomó la palabra esta moza y es una lástima porque soy un adepto acérrimo de su palabra párvula, aunque su novio le reserva un puesto de honor en la batalla por constituir la única y verdadera izquierda, no como lo del PSOE y Sumar. Ah y la paz, también son los adalides de la lucha por la paz. Nadie es más pacifista en Podemos, qué digo en Podemos, en todas las Españas, que el galán de esta mozuela tan carente de prejuicios culturales. A los observadores más desapasionados nos choca que blasonara de la militancia de su padre en una organización terrorista y que se despidiera de sus adeptos en Twitter con «Besos y piolets, pezqueñines». El piolet fue el instrumento con el que Ramón Mercader rompió el cráneo a León Trotsky por cuenta de Iossif Stalin.