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El olvido escolar de la Transición: «Los alumnos pueden salir de la enseñanza obligatoria sin haber estudiado nada de lo que pasó tras la muerte de Franco»

Publicado: noviembre 20, 2025, 3:07 pm

Hugo Alonso, de 17 años, comenzó a sentir curiosidad por la Transición el verano pasado tras ver en el cineLa infiltrada, la historia de una policía que vivió ocho años bajo una identidad falsa compartiendo piso con líderes de la banda terrorista ETA. Este alumno de 2º de Bachillerato del colegio Dominiques de Barcelona quedó impresionado por «el valor» de la agente. «A partir de ahí, me empecé a interesar por ETA y eso me llevó a lo que había ocurrido antes. Quería saber por qué había atentados, y también cómo se pasó de una dictadura a la democracia», recuerda. Cuando se le pregunta si sabría mencionar a personajes relevantes del periodo que va desde la muerte de Franco, en 1975, al golpe de Estado, en 1981, cita de corrido, y por este orden, a «Adolfo Suárez, Felipe González, Josep Tarradellas, Jordi Pujol y el Rey emérito».

Son las 13.30 horas de un miércoles otoñal, una semana antes del 20-N, en el aula de Historia de 2º de Bachillerato de Dominiques, un centro concertado católico de 1.000 alumnos junto a la Sagrada Familia. La clase es funcional, sin mucha decoración en las paredes, más allá de la pizarra digital, una bandera LGTBI y un par de carteles que hablan de la importancia de las emociones. ELMUNDO ha retado a Hugo y a sus compañeros a contar lo que saben de la Transición -un tema que no estudiarán hasta la primavera-, poniéndoles las imágenes más icónicas de esa época. Han pasado 50 años y esas fotografías ya no están en el imaginario de unos adolescentes nacidos al calor de los smartphones y de los reels de Instagram. Pero Hugo identifica el «Españoles, Franco ha muerto» que un compungido Arias Navarro anunció en blanco y negro por televisión.

Casi todo el aula es capaz de distinguir a Juan Carlos, Sofía y Felipe, retratados como eran hace medio siglo, aunque alguno confunde a las infantas Elena y Cristina con Leonor y Sofía. A los alumnos les extraña ver a Susana Estrada exhibiendo un pecho junto a Tierno Galván y tampoco les suenan de nada las películas del destape. Salvo Hugo, no reconocen ni a González ni a Suárez. «Los vemos muy lejanos», se excusa Marc Basco, un alumno sorprendido por la complicidad que mostraban el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. «Me choca que estén los dos tan tranquilamente compartiendo cigarrillos si son de partidos distintos», dice. «¿Os imagináis a Puigdemont, Abascal, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz o Feijóo poniéndose de acuerdo en algo?», pregunta el profesor de Historia, Pau Farràs. La respuesta es unánime: «Nooooo». «Pues eso pasó».

Hugo, Marc y sus compañeros salen bastante bien parados teniendo en cuenta que nunca han estudiado la Transición. No lo hicieron en Primaria, porque no se da, ni en 4º de la ESO, aunque tocaba. «El temario es muy extenso y raramente da tiempo a llegar a la dictadura. Lo que pasó después de la muerte de Franco no suele darse a no ser que quiera el profesor», explica Farràs, que sostiene que «los alumnos pueden salir de la enseñanza obligatoria sin haber estudiado la Transición».

Alumnas del colegio Dominques de Barcelona.

Alumnas del colegio Dominques de Barcelona.CARLOS GARCÍA POZO

El currículo de la Lomloe, de 2022, no contempla su enseñanza en Primaria y lo hace de forma muy ambigua en la ESO, donde la Historia universal -y, dentro de ella, la de España- tiene que competir con muchos contenidos geográficos y sociopolíticos. A diferencia de lo que ocurría con el currículo de la Lomce, de 2014, el de la Lomloe no dice expresamente que en la ESO haya que dar la Transición. Eso ha provocado disparidad entre CCAA. Unas lo han explicitado, dándole más peso, en sus desarrollos curriculares (Cataluña, Madrid, País Vasco, Canarias, Galicia, Murcia, Andalucía, Castilla y León, Comunidad Valenciana, La Rioja y Cantabria), pero Aragón, Asturias, Baleares, Castilla-La Mancha, Navarra y Extremadura han replicado la alambicada fórmula del Gobierno, muy pendiente de algunos hechos (por ejemplo, el Holocausto) pero imprecisa con otros como éste.

¿Y en Bachillerato? «En 1º no se imparte Historia de España. En 2º sí, y es un tema recurrente de la Selectividad. En esta etapa deberían dedicarse unas ocho sesiones [el equivalente a dos o tres semanas de clase], pero suelen darse menos», responde Mariano González Clavero, catedrático de instituto en Valladolid y autor de libros de texto, que recuerda que «no todo el mundo hace el Bachillerato, una enseñanza no obligatoria».

«Muchos estudiantes que salen del sistema educativo de forma temprana nunca llegarán a ver estos contenidos de manera reglada. Votarán en sus primeras elecciones, participarán en la vida pública, sin que nadie en la escuela les haya explicado nada. Su visión de la historia será la de internet, su imagen del pasado la de un videojuego», reflexiona el historiador Gutmaro Gómez Bravo en su libro Los descendientes (Crítica). Este catedrático de la Universidad Complutense de Madrid lleva 20 años dando clase en la carrera de Historia, la que eligen aquellos bachilleres a los que les gusta la materia. ¿Llegan bien preparados?

«Vienen con un conocimiento muy reducido», responde. «Se equivocan, confunden las figuras, colocan en la democracia cosas que han ocurrido en la dictadura. Les cuesta situar a Arias Navarro o a Fraga, no conocen de nada a Tierno Galván e incluso con el Rey cometen muchos errores. Me veo obligado a subtitular las diapositivas con los nombres para que sepan quiénes son», admite.

Coincide con él Emilio Cerdá, profesor de Historia en un instituto público de Madrid, que también ve «lagunas muy grandes» en los jóvenes: «Alguna vez me han puesto en un examen que el primer presidente de la democracia era Barajas, porque confunden el aeropuerto y Adolfo Suárez».

Alumnos del instituto José Luis López Aranguren de Fuenlabrada (Madrid).

Alumnos del instituto José Luis López Aranguren de Fuenlabrada (Madrid).CARLOS GARCÍA POZO

El instituto público José Luis López Aranguren de Fuenlabrada (Madrid) es un centro grande, de 1.700 alumnos. En la clase de Historia de 2º de Bachillerato el jefe del Departamento, Diego López, ha reunido a 18 alumnos que contarán a EL MUNDO lo que saben de la Transición, que estudiaron en 4º de la ESO y volverán a abordar en el tercer trimestre. Suárez les suena más que González pero menos que Franco y, sobre todo, que el Rey Juan Carlos. Han oído hablar del asesinato de los abogados de Atocha y conocen lo que es ETA. Sobre los GAL habla Pablo Montero de Espinosa, de 16 años, futuro fisioterapeuta o enfermero: «Eran terroristas haciendo contraterrorismo en nombre del Gobierno». Nerea Recio, alumna de 17 años que quiere estudiar Biomedicina, dice que «la Transición es la etapa más importante del siglo XX y que da forma a lo que tenemos ahora». Joshua Félix Tatis, de 17 años e hijo de padres dominicanos, sentencia que «la muerte de Franco es un periodo importante porque es el fin de la dictadura» y pide que «se estudie mejor porque se enseña muy deprisa y a final de curso».

La falta de concreción del currículo estatal lleva a más diferencias regionales. Los alumnos del Aranguren destinarán a la Transición entre cinco y seis sesiones porque en Madrid la Historia de España tiene cuatro horas a la semana. En Dominiques de Barcelona dedicarán cuatro sesiones porque la materia sólo cuenta con tres horas semanales y, además, tienen que aprenderse tanto la Historia de España como la Historia catalana.

¿Y el contenido? Depende del profesor, pero siempre orientado a la Selectividad. «Les explico las alternativas a la muerte de Franco, con el búnker, los de la reforma y la oposición que viene del exilio. Hablamos de Suárez, de las elecciones y de la Constitución, de los Pactos de la Moncloa y de la restauración de la Generalitat, del Estatuto de los Trabajadores, del 23-F…», enumera Diego López, profesor en el Aranguren, que dice que la enseñanza de este periodo «ha cambiado mucho en los últimos años». «La Transición no se ve ahora como en los 90, cuando todos estábamos más contentos del país que teníamos. En los últimos tiempos ha ganado peso la idea de que no fue sólo debido a un acuerdo entre las élites políticas, sino por la presión desde abajo».

Alumnos de 2º de Bachillerato del instituto José Luis López Aranguren de Fuenlabrada.

Alumnos de 2º de Bachillerato del instituto José Luis López Aranguren de Fuenlabrada.CARLOS GARCÍA POZO

«Yo les planteo temas para el debate: ¿hasta qué punto la Transición fue una época de acuerdos? ¿Quién ha votado al Rey? ¿Por qué es tan difícil reformar la Constitución? Le doy importancia al contexto de la tensión en las calles, porque rompe con el tópico de la Transición pacífica y de consenso», apunta Pau Farrès, de Dominiques.

Gómez Bravo sostiene que «durante muchos años se ha dado una visión demasiado endulcorada de la Transición» porque «parece que se muere Franco y ya todo es estupendo» y porque «en el relato tradicional se sobredimensiona la figura del Rey». Considera que, en todo caso, «los alumnos no valoran el significado de salir de una dictadura y entrar en una democracia» y no logran conectar con este momento como sí lo hicieron las generaciones anteriores. Esa desafección o falta de vínculo emocional con un pasado aún reciente tiene relación, en su opinión, con el incremento de estudiantes «con una visión muy ideologizada de la Historia». Los datos del CIS muestran que, en estos tiempos de polarización, los jóvenes están más descontentos que antes con la democracia. Si, en 2009, entre el 7% y el 8% veían la dictadura como una posible alternativa, hoy ese porcentaje ha crecido hasta el 17% o el 18%.

«No lo ven cercano. Han nacido en una Monarquía constitucional y en una UE muy normalizada, con los derechos ya alcanzados y una democracia que no tienen que pelear», interpreta Manuel Sanguino, director del Aranguren, que conoce a alumnos que confundieron al golpista Antonio Tejero con Fernando Tejero, el actor de La que se avecina. «Para ellos no es una historia vivida como para nosotros y eso hace que, cuando les hablas de la UCD, es como si les hablaras de Atapuerca». añade el catedrático González Clavero. Gómez Bravo concluye: «Mientras la historia reciente no se estudie en las aulas desde los primeros cursos, seguiremos a expensas de la reutilización de nuestro pasado y se impondrán los contenidos validados únicamente por el número de likes o de descargas en internet».

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