Publicado: abril 5, 2025, 2:07 am
Hubo que cambiar agendas. Suspender almuerzos o reuniones. Hay quien tuvo problemas para contactar y confirmar, dada la premura. Fue una convocatoria rápida, sin mucho margen, la del pasado jueves en La Moncloa, donde Pedro Sánchez convocó a los sectores afectados por los aranceles anunciados por Donald Trump -automoción, agroalimentario, industria ligera y pesada, farmacéutico, entre otros-. Una vez finalizado el acto público, las sillas que poblaban la sala fueron rápidamente quitadas y los periodistas invitados a salir. Los asistentes tuvieron oportunidad de, en un ambiente más relajado con un cóctel de por medio, departir con el presidente del Gobierno y los hasta ocho ministros presentes en el acto. Hubo una ausencia que llamó la atención de los asistentes: la de la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
Apagadas las cámaras y los micros, los representantes del tejido productivo tuvieron oportunidad de trasladar los ruegos, inquietudes, sugerencias… que no pudieron durante el acto oficial. En conversaciones distendidas a varias bandas, el jefe del Ejecutivo y sus ministros «prometieron diálogo». «Nos dijeron que iban a abrir un diálogo con los sectores porque los aranceles pueden ser una carga muy grande para las empresas», trasladan varios de los asistentes consultados por EL MUNDO.
En esta suerte de tercer tiempo, Sánchez, y también sus ministros, se esforzaron por trasladar tranquilidad a los afectados. «Nos dijeron que estuviésemos tranquilos, que iban a dar una respuesta»; «Estaban tranquilos y querían trasladar tranquilidad»; «Parecían controlar el asunto», dicen los asistentes. Un esfuerzo del Gobierno por dar certidumbres, también económicas: «Hay dinero para intentar afrontar esto», les trasladó jefe del Ejecutivo. Sánchez anunció un plan para movilizar 14.100 millones, reciclando 6.700 de instrumentos financieros ya existentes.
Sin embargo, entre los sectores afectados hay incredulidad hasta ver «cómo llegan esas ayudas». «Hay que ver cómo se ejecuta lo prometido», dice uno de los asistentes. «Lo importante es ver cómo llega el dinero, que estamos acostumbrados a cantos de sirena», expone otro.
De momento, desde Unesid, la Unión de Empresas Siderúrgicas, alertan de que pueden verse afectados directamente más de 60.000 trabajadores directos del sector. La Federación Española del Vino advierte de que están en riesgo 400 millones de exportaciones de vino español. En la Federación Nacional de la Construcción (CNC) estiman un impacto de 500 millones a la exportación de materiales de España a EEUU. Por su parte, desde la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) insisten en la necesidad de una respuesta «contundente y proporcionada» y poner el foco en el sector agroalimentario.
Al encuentro del jueves en La Moncloa, además de Sánchez, asistieron la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen; el ministro de Transportes, Óscar Puente; el ministro de Industria, Jordi Hereu; el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas; el ministro de Economía, Carlos Cuerpo; la ministra de Sanidad, Mónica García, y el ministro para la Transformación Digital, Óscar López. Como ha quedado dicho, no acudió Montero. «Llamó la atención, porque si hablamos de aranceles quien los quita, los pone o los cobra es Hacienda». Nadie se atrevió a preguntar por su ausencia.
Sánchez se comprometió a otra reunión con el sector primario y los ministros señalaron el propósito de hacer «seguimiento exhaustivo a cada sector». «Esperamos y deseamos que así sea», dicen los afectados.
