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El kamikaze de Gurb que mató a una menor: 12 kilómetros «a toda velocidad», sin cambiar de sentido ante los Mossos y totalmente «frío» tras la brutal colisión

Publicado: febrero 19, 2025, 12:07 am

Actualizado Miércoles,
19
febrero
2025

00:15

Era la madrugada del 4 de marzo de 2018 cuando un conductor al frente de un Peugeot 508 se incorporó a la autovía C-17 y recorrió 12 kilómetros en dirección contraria, «a toda velocidad» (a unos 150 kilómetros por hora) y «sin cambiar su trayectoria» hasta colisionar frontalmente contra un Jaguar XE en el que iban cuatro pasajeros, un padre con su hija de 17 años (Meritxell, quien murió en el acto) y otras dos chicas atrás. El hombre había ido a recoger a las tres a una discoteca cercana y volvían a casa en coche.

Un brutal accidente que ahora se juzga en la Audiencia de Barcelona y por el que la Fiscalía pide 13 años de cárcel para M.T.B., de 47 años, acusado de homicidio y lesiones, con la atenuante de embriaguez. Ayer declararon ante el tribunal varios de los agentes de los Mossos d’Esquadra que intervinieron la madrugada del accidente y revelaron que trataron de parar al conductor durante su temerario trayecto por la autovía. «Era un kamikaze», describieron varios de los policías.

En su declaración como testigo, una de las agentes que estuvo en el lugar de los hechos -el kilómetro 64,8 de la C-17 en Gurb, al lado de Vic- y que encabezó la investigación posterior explicó que, al recibir el aviso del vehículo que circulaba en contra dirección, activaron las señales acústicas y luminosas del coche patrulla y se colocaron en la calzada «de forma oblicua, haciendo pantalla» para obligarle a parar. No obstante, el coche siguió su marcha «a mucha velocidad», sin variar su trayectoria, por lo que su compañero, que estaba al volante, tuvo que cambiar el vehículo policial de sentido porque el conductor se dirigía hacia ellos «como un kamikaze». Unos metros más allá, provocó la colisión mortal. «Yo, de hecho, estoy aquí porque mi compañero frenó, porque Dios no quiso que colisionara contra nosotros», relató otro agente de una segunda patrulla.

Durante estos 12 largos kilómetros, el Peugeot 508 se cruzó con hasta una treintena de vehículos -ayer, varios conductores también aseguraron haber temido por su vida– hasta impactar de frente contra el Jaguar XE. La parte frontal del asiento del copiloto quedó totalmente destrozada y la joven Meritxell falleció a consecuencia del impacto.

«La chica estaba totalmente atrapada en la estructura del vehículo, era imposible acceder», relató otro policía. «El escenario era catastrófico, el motor estaba entremedio de ambos vehículos», añadió en su declaración la agente que acudió al lugar del siniestro. «Cuando llegué a la puerta de mi hija, la mitad del coche había desaparecido», había explicado el padre de Meritxell, la persona que iba al volante esa noche, durante la primera jornada del juicio en la Audiencia de Barcelona.

Los agentes de los Mossos que ayer comparecieron ante el tribunal aclararon qué ocurrió antes y después del siniestro. El agente que realizó la prueba de alcoholemia a M. T. B. explicó: «Me dijo que había estado en el puticlub Nederland -un local ubicado a pie de carretera, unos kilómetros más arriba del lugar del choque- y que al salir de allí se había metido una raya de coca». En las pruebas de alcoholemia, M.T.B. dio un resultado positivo con una tasa de 0,62 mg/l (más del doble del límite permitido). Las pruebas forenses revelaron que, al incorporarse a la C-17, su tasa de alcohol en sangre era de 1,345 gramos/litro y también dio positivo por cocaína.

Además, tanto el agente como su compañera coincidieron en describir la reacción «fría», «neutra», «indiferente» del acusado tras la «catastrófica» colisión que provocó: «No tenía cara de preocupación, ni de dolor o de sorpresa, de haber pasado nada». «Su actitud es bastante infrecuente, no se preocupaba de nada, solo del teléfono (…) era de poca empatía. Llamaba la atención. Por mi experiencia, la gente se interesa por el estado de la otra parte», añadió el agente de los Mossos especialista en accidentes de tráfico.

También declararon ante el tribunal y el jurado de la Audiencia de Barcelona los dos hijos del acusado. Ambos explicaron que dos años antes del accidente murió su madre y su padre, que se hizo cargo de ellos él solo, no solía beber ni salir de fiesta más allá del día del accidente. Asimismo, descartaron que su padre se quisiera suicidar, según su parecer, y uno de ellos contestó que no ha pedido perdón porque es «una persona cerrada» .

El fiscal Félix Martín solicita para este kamikaze -que declarará el viernes- una pena de 13 años de prisión, además de una indemnización de casi 350.000 euros. La familia eleva la petición hasta los 19 años, mientras que la defensa del acusado solicita cuatro años de cárcel por conducta negligente pero no voluntaria.

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