Publicado: agosto 3, 2025, 12:07 pm

«Frente a esa incompetencia, frente a tanta ausencia, estamos nosotros. El PSOE está enfrente y somos la alternativa que necesita la ciudadanía». Hacía exactamente un mes de la tragedia de la dana cuando Diana Morant pronunció este discurso desde Sevilla, en la apertura del 41 Congreso de los socialistas. La ministra y secretaria general del PSPV fue la única líder de una federación que tomó la palabra en aquel acto inaugural.
Y lo hizo, arropada por Pedro Sánchez, para relanzar su candidatura a la Generalitat. Era el momento perfecto: con los valencianos a pie de calle exigiendo la dimisión de Carlos Mazón -cuestionado también dentro de su partido-, los socialistas tenían la oportunidad de dar el impulso definitivo al proyecto de Morant.
Así se hizo. El PSPV, que lidera la ministra, salió reforzado de aquel cónclave, con la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, nombrada número cuatro en la cúpula de Ferraz, en reconocimiento también a su labor en la dana. Unos días más tarde, José María Ángel, una «institución» en el socialismo valenciano, fue designado comisionado del Gobierno para la reconstrucción tras la riada. El PSOE, y Moncloa, auparon a la primera línea a sus dirigentes regionales más destacados en la gestión de emergencias, para contraponerlos a la figura de Mazón, y lanzaron así la operación Valencia con las esperanzas puestas en ella.
Pero, siete meses después, aquel proyecto prometedor se tambalea. El comisionado, el elegido del Ejecutivo como referente para la reconstrucción de la dana, ha dimitido tras revelar EL MUNDO que falsificó un título universitario para ser funcionario. Quien en su entorno es visto como un «símbolo», un «referente como alcalde», un «buen profesional» y un ejemplo de gestor ha tenido que hacerse a un lado, con su trayectoria ensombrecida porque el diploma sobre el que la construyó era falso. Y, con su caída, y el respaldo cerrado que le ha trasladado Morant pese a todo, la operación Valencia se debilita. «El partido es fuerte», pero «es un golpe que duele», reconocen en la dirección.
El perjuicio es manifiesto. Ante el próximo periodo electoral, que comenzará el año que viene con los comicios en Castilla y León y seguirá en mayo de 2027 con la renovación de otros 12 gobiernos autonómicos, la principal esperanza del PSOE se situaba en la Comunidad Valenciana. «Las perspectivas son buenas», decían fuentes próximas a la dirección de Ferraz, que reconocen en cambio la dificultad de que haya un vuelco en la mayoría del resto de territorios.
El desgaste político de Mazón por su gestión de la dana alienta las esperanzas en las filas socialistas de recuperar una plaza que perdieron en 2023. En aquella cita electoral, Ximo Puig subió en votos y en escaños, pero el desplome de la coalición formada por Unidas Podemos e IU, que no obtuvo representación, impidió reeditar el acuerdo del Botànic que le había permitido constituir un Ejecutivo tripartito en las dos legislaturas previas.
La estrategia diseñada para volver a teñir de socialista la Comunidad Valenciana pasa por un tándem entre Morant como candidata a la presidencia autonómica y Bernabé como aspirante a la alcaldía de la capital. Precisamente, el papel activo de la todavía hoy delegada del Gobierno en la asistencia a las familias de los 228 muertos en las riadas y a los demás afectados se considera internamente como su principal valor electoral, incluso hay un sector del partido que cree que debería ser ella quien encabezara el tique en 2027. «Pero para que haya una Generalitat fuerte tiene que haber una Valencia fuerte», zanjan en el PSPV-PSOE, una federación que, sin embargo, queda sacudida ahora por la dimisión del comisionado.
De hecho, la fórmula no había terminado de despegar incluso cuando aún no existía la mancha de la falsificación. En la última encuesta que publicó EL MUNDO, en marzo de este año, el PSPV-PSOE registraba una estimación de voto del 26,2%, frente al 28,7% que cosechó en las elecciones de 2023. El PP se dejaba siete puntos en apoyos, pero la candidatura de Morant no sacaba rédito. A ello hay que añadir que, ante el eventual relevo de Mazón -que antes o después probablemente llegará-, la tesis sostenida por los socialistas de reprocharle su papel en la dana quedará anulada, y por ahora no han logrado aprovecharla para ganar músculo.
Sin embargo, en Ferraz mantenían sus esperanzas en este territorio, y en el proyecto del PSPV que encabeza Morant. Tanto que, pese a las tensiones que siguen latentes en el socialismo valenciano desde que la ministra asumió el mando de la federación a principios del año pasado -cuya principal corriente crítica encabeza el secretario general del partido en la provincia de Valencia, Carlos Bielsa-, su influencia ha aumentado tanto en la dirección nacional del partido como en el Gobierno. Al cargo de Bernabé en Ferraz se suma que Rebeca Torró, valenciana y hasta ahora sin experiencia orgánica, fue nombrada secretaria de Organización en sustitución de Santos Cerdán y Lydia del Canto, responsable de comunicación con Puig, es ahora secretaria de Estado de Comunicación.
Pero el caso del comisionado sacude todos los planes. «Era muy ilustrativo, muy visual, confrontar lo que fue la gestión del PP en la dana con la figura de José María Ángel», sostienen fuentes de su entorno, que lamentan su salida porque era «la persona perfecta» para el cargo. Reconocen que su oposición a Mazón pierde un activo importante con la dimisión de Ángel, puesto que su trayectoria al frente de la Secretaría autonómica de Emergencias (2015-2023), con la riada que tuvo que afrontar, les servía para hacer contraste con la gestión de Mazón el 29-O. «A él no le habría pillado la dana en una comida», dicen quienes lo conocían, y esa tesis es la que venía enunciando el partido para confrontar con el presidente popular. Con la polémica salida de Ángel, cuyo expediente queda manchado, el socialismo pierde a la figura que ponía de ejemplo ante Mazón.
En el PSPV hay quien ve en el caso del comisionado una «cacería» para debilitarlos, pues el dimitido era «muy querido» en la formación y «con unos valores socialistas muy marcados». «Seguiremos como siempre», apuntan sobre si esto cambiará algo en el proyecto, aunque reconocen, y lamentan, que el asunto ha desviado el foco de Mazón. Casos como este, al que se suma la polémica por el currículum de Bernabé -decía ser «licenciada en Filología Hispánica», pero ahora en su perfil solo aparece que «inició estudios»-, están dificultando que el PSPV imponga su discurso y saque rédito de la debilidad de Mazón.
Pero la falsificación del título del comisionado no solo golpea la estrategia del PSOE, sino, otra vez, sus valores. Aún resuena en las filas socialistas la decepción por Santos Cerdán, otro referente, puro, del socialismo, de quien Sánchez presumió como una «persona honesta» y que cayó con su integridad manchada. En Ferraz se disculparon por confiar en él, algo que no intentaron hacer ante las primeras dudas sobre Ángel, otro mito falso.
Sólo en la federación valenciana se mantienen firmes, aunque reconocen «mucha sorpresa» ante lo conocido sobre su título. Pero Morant ha apostado por no renegar de él, aunque comprometa su futuro, aunque se trate de un dirigente cuya solvente trayectoria queda en entredicho por una mentira en los cimientos de su carrera. Otro mito, construido sobre una falsedad, que cae y deja a los socialistas tocados. Y el proyecto del PSPV de Morant, que se ha atado a él, cuestionado. Y la esperanza de Sánchez, que veía en Valencia la opción más creíble para el próximo ciclo electoral, en cueros.