Publicado: agosto 19, 2025, 4:07 am

«Hay zonas en las que en ningún caso por medios humanos el fuego se va a poder controlar. Solamente la climatología es la que va a permitir que haya ese control». Con estas palabras, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha visto este lunes inextinguibles los focos más virulentos que llevan una semana manteniendo en vilo a España. El Gobierno presume de disponer del «mayor contingente de ayuda internacional de la historia» y de tener movilizados y a disposición de las comunidades autónomas «todos los recursos del Estado», pero, al mismo tiempo, confía en el efecto de las lluvias y de la caída de las temperaturas para poder recuperar el control sobre las llamas.
Abona así la idea de que hay incendios que no se pueden apagar, porque son cada vez más extensos, más veloces y más explosivos. En 2017 fueron bautizados como fuegos «de sexta generación» porque son capaces de generar pirocúmulos, unas nubes de gases y vapor de agua que derivan en tormentas de fuego. En los años 90 eran algo casi desconocido. Ahora no sólo es una característica de los nuevos incendios, sino que están creciendo de tamaño y frecuencia hasta replicar los efectos de los volcanes, hasta ahora los grandes transformadores climáticos de la Tierra.
Por sí solos, estos incendios son capaces de alterar las condiciones meteorológicas, y han acabado por desbordar nuestra capacidad de extinción, porque pueden arder durante semanas. En algunas partes del mundo, incluso durante meses, con la lluvia como único recurso para ponerles fin, como ya ocurrió con los grandes incendios de Sidney en 2020, cuando ardió el 21% de los bosques a lo largo de todo un verano.
Como en una tostadora
¿Y todo por qué? «Por las olas de calor, es como si la vegetación saliera de una tostadora», responde el ingeniero forestal y experto en incendios Federico Grillo. «Por el estado de la atmósfera, que está cada vez más cargada de energía procedente de la quema de combustibles fósiles, y tiene un poder desecante extraordinario que se acentúa en las jornadas con olas de calor», responde el catedrático de Ingeniería Forestal Víctor Resco. «Porque nuestros paisajes han cambiado mucho en las últimas décadas, hay más vegetación susceptible de arder y el cambio climático está dando más oportunidades para que puedan quemarse», responde Cristina Santín Nuño, científica titular del CSIC y jefa del Departamento de Biodiversidad y Cambio Global de la Universidad de Oviedo-CSIC.
La situación, además, se agrava, porque se están produciendo muchos focos al mismo tiempo en lugares muy diferentes. En esta nueva era, hay menos siniestros pero los que se producen queman más. Por ejemplo, en lo que llevamos de 2025 han ardido ya casi 350.000 hectáreas en España, el equivalente a toda la isla de Mallorca, en un total de 224 incendios. Es el peor año desde que el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales tiene registros (2006) y significa que en sólo ocho meses se ha quemado más que en todo 2022 -el récord- y con la mitad de fuegos.
Margarita Robles ha contado en TVE y en la cadena Ser que los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), en los 20 años que llevan desde su creación, «no han visto una situación igual como la que estamos viviendo». «Son unos fuegos de enorme voracidad, que además son muy difíciles de extinguir, por no decir imposibles. Es imposible controlarlos ni por tierra ni por aire», ha advertido.
Todos los medios
«Por más aviones que se metan, las llamas no dan una oportunidad», ha lamentado en la misma línea la directora general de Protección Civil, Virginia Barcones, tras la reunión del Comité Estatal de Coordinación (Cecod), donde se ha puesto todo el énfasis en enumerar los recursos aportados por hasta siete países de la UE y el enorme despliegue de la UME (2.400 militares y 450 medios), del Ministerio para la Transición Ecológica (640 bomberos forestales, siete autobombas y pickups y 56 medios aéreos) y del Ministerio del Interior (5.000 guardias civiles, 350 policías y 200 miembros de Protección Civil), así como los aviones, helicópteros, equipos de bomberos y otros vehículos que han aportado Castilla-La Mancha, Cataluña, Madrid, Navarra, el País Vasco y la Comunidad Valenciana. Un auténtico ejército para hacer frente a 40 incendios -una veintena en situación operativa 2, los de mayor gravedad-, con los peores focos en Orense, León, Zamora y Cáceres y que, en total, han sesgado la vida de cuatro personas, han obligado a desalojar a más de 30.000 vecinos en la última semana y mantienen cortado el servicio de alta velocidad entre Madrid y Galicia, entre otras muchas incidencias y problemas.
El Gobierno confía, en todo caso, en que la situación mejore porque el tiempo está cambiando. El jefe del Departamento de Producción de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Javier Rodríguez, sostiene que el descenso de las temperaturas y el aumento de la humedad relativa «van a ayudar a controlar los incendios de Orense y la zona de León y Zamora que linda con Galicia y Asturias, no así tanto en Cáceres, donde aún no se recuperará del todo esa humedad» a causa del viento.
«Cuanta más alta es la humedad relativa, mejor para controlar el avance de estos grandes incendios y, cuanto más al noroeste, antes va a recuperarse esta humedad», ha precisado Rodríguez. Un total de 13 provincias tiene avisos activos para este martes por precipitaciones y tormentas después de 16 días de sofocos. La ola de calor -la tercera de mayor duración desde que se tienen registros- llega a su fin.
El experto de Meteored Samuel Biener coincide en avanzar un «bajón térmico» que se generalizará el martes, con el avance de una nueva masa de aire más fresca que barrerá el polvo sahariano. También anuncia la llegada de una dana durante los próximos días, reabsorbida por la corriente en chorro entre este miércoles y este jueves, cuando se espera que descarguen con fuerza chubascos tormentos en la cordillera pirenaica, la vertiente cantábrica, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares.