Publicado: octubre 24, 2025, 2:07 am
El camino a 2027 que pretende recorrer Pedro Sánchez es un cable de un extremo a otro por el que camina el presidente del Gobierno, con sus socios lanzándole bolas, con el peligro de hacerlo caer. De momento, mantiene el equilibrio, avanza. Pero recibe impactos. Y algunos zarandean el cable. El último de Junts, abriendo la puerta a «hablar de la hora del cambio«. Esta advertencia, una más de la formación de Carles Puigdemont, ha llevado a todos los miembros del Gobierno a poner las manos para sujetar a su líder y que no caiga. Tanto el jefe del Ejecutivo como sus ministros, en una acción coordinada, ofrecen a los independentistas un horizonte de «diálogo» y «acuerdo» para tratar de frenar una posible ruptura.
Los envites de Junts instalan un marco en el que predomina esa sensación de incertidumbre, de inestabilidad. Pero no es sólo la formación del prófugo de la Justicia la que lanza la piedra del qué pasará. Aitor Esteban, presidente del PNV, uno de los socios más estables del PSOE, trasladó ayer su análisis de la situación: ve «muy difícil» que la legislatura finalice en 2027 sin Presupuestos -ni se han presentado ni hay una mayoría para sacarlos- y no descartó «nada», como que las elecciones sean el próximo año. Una tesis que choca con el mensaje de estabilidad que intentan trasladar los socialistas. Podemos, por su parte, considera que el propósito de La Moncloa de presentar las cuentas, a sabiendas de que no saldrán, es una excusa para llamar a las urnas.
La Moncloa se arremanga para combatir esa percepción y tratar de ofrecer un escenario distinto: que llevan siete años gobernando en minoría y con dificultades gracias al «acuerdo» y el «diálogo» y que así pretenden seguir dos años más. Para ello, buscan restar trascendencia a la última advertencia lanzada por Miriam Nogueras, portavoz parlamentaria y vicepresidenta de Junts.
«Trabajamos por el acuerdo y esa es la hoja de ruta de este Gobierno»; «diálogo y acuerdo»; «sudar la camiseta»; «diálogo, trabajo, esfuerzo y negociación»… hasta cinco ministros (Félix Bolaños, Óscar López, Fernando Grande-Marlaska, Luis Planas y Elma Saiz) se lanzaron ayer a desmontar el ultimátum independentista para trasladar una situación de normalidad, pese a la evidencia de que La Moncloa depende de los siete votos de Puigdemont. Todo en un contexto en el que el próximo lunes se reúne el núcleo duro de Junts para valorar la ruptura con el PSOE.
«Tranquilidad» es la palabra más pronunciada en las últimas horas en el seno del Ejecutivo. Restar importancia a un momento que se antoja importante en el devenir de la legislatura. Dan por descartado que Junts una sus votos al PP y Vox para hacer una moción de censura. Lo argumentan en que mientras el partido de Santiago Abascal esté en la ecuación, los independentistas no estarán, y que una alianza PP-Vox es la que más rechazo genera en Cataluña. «Puede haber cambios para avanzar o para involucionar. Para regresar 50 años atrás. Una involución como plantean otras alternativas políticas, en este caso el Partido Popular y Vox», dijo ayer Sánchez desde Bruselas.
Fuentes del Gobierno sí lamentan que Junts haya entrado en el «marco» del PP, que ha aprovechado la ocasión para hacer guiños a los independentistas.
En esa estrategia de tratar de calmar aguas en plena tempestad, hay un argumento con el que La Moncloa insiste: que ellos han cumplido su parte, que lo que estaba en su haber lo han hecho y que los incumplimientos obedecen a otros factores. Que la amnistía está en manos de la Justicia; el traspaso de las competencias en inmigración la tumbó Podemos; y que la oficialidad del catalán en Europa no la apoyan todos los países. Con todo, Sánchez pide «tiempo» a Junts. «Estamos haciendo ese trabajo. Exige tiempo, dedicación, esfuerzos. Es lo que está haciendo el Gobierno. Lo importante es que este es un Gobierno que quiere y aspira a cumplir con los compromisos, en el caso de Junts, de los acuerdos de Bruselas», lanzó desde esta ciudad, donde ayer participó en el Consejo Europeo.

