Publicado: julio 20, 2025, 6:07 pm
Javier Serra y Ángela Arroyo sacaron sobresaliente en Bachillerato y entraron en el grado de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid rozando el 13 en Selectividad. A sus 22 años, deberían haber terminado ya la carrera, pero los dos han repetido curso. Él está en 4º y ella en 5º. Asumen que no van a poder graduarse antes de los 24. Una carrera de cinco años la harán en siete. Y eso que son buenos estudiantes.
«La mayoría de los alumnos nos hemos dividido un curso, generalmente 4º, y lo hacemos en dos tandas porque es tal la carga de asignaturas que es la única forma de avanzar», dice Ángela. «No conozco a nadie que termine la carrera en cinco años, a no ser que sea superdotado o que no haya hecho ninguna práctica en el hospital veterinario», añade Javier.
Cuentan que una costumbre oficiosa de los alumnos de su facultad es dividir en dos la asignatura de Enfermedades Infecciosas, que tiene 95 temas y es una de las más duras: un curso se estudian 47 y el año siguiente se aprenden los 48 restantes. La misma práctica siguen en otras materias, que se dejan para más adelante para estar menos apurados.
La propia decana de Veterinaria de la Complutense, Consuelo Serres, admite la existencia de «sobrecarga docente» y «un desequilibrio entre la teoría y la práctica». «El plan de estudios está demasiado comprimido. Tenemos buenos alumnos que han entrado con notas altas y con mucha vocación, pero en seguida sufren un gran desgaste emocional porque ven que no les da tiempo a terminar en los años previstos», lamenta.
Y cita un estudio realizado en la Universidad Autónoma de Barcelona que indica que más de la mitad de su alumnado de Veterinaria ha sufrido depresión, ansiedad o estrés, fundamentalmente por la «dificultad para gestionar el tiempo entre las clases y las prácticas».
En este contexto, el Ministerio de Universidades está estudiando una propuesta de la Conferencia de Decanos de Facultades de Veterinaria de España para que el Gobierno amplíe la duración de esta carrera.
Los 14 decanos integrantes de este foro quieren pasar de los 300 créditos actuales -el equivalente a cinco años- a 360 créditos -que se cursarían en seis años- con el fin de «alinear el grado con los estándares europeos» y «solucionar problemas de los actuales planes de estudios», según señala la carta remitida por los decanos al secretario general de Universidades.
En esta misiva, a la que ha tenido acceso EL MUNDO, admiten que «los estudios actuales no permiten una adecuada planificación de las enseñanzas y limitan el tan óptimo desarrollo de los resultados de aprendizaje prácticos necesarios», pues existen «solapamientos y sobrecargas» que están dificultando la formación de los cerca de 2.000 estudiantes que hay en España.
Se trata de la primera vez en la historia universitaria que se ampliaría la duración de un grado. Las titulaciones, de hecho, tienden a hacerse más cortas, no más largas.
Un problema que viene de lejos
El origen del problema, tal y como relata la decana Serres, se remonta a 2017, cuando, para pasar la acreditación europea, se ampliaron las horas de prácticas en Veterinaria pero no aumentó en consonancia la duración de la carrera, lo que provocó «un vicio oculto que hace que a los estudiantes no les dé la vida».
«Para adaptar las directivas europeas de 2005 y 2013, se comprimió una gran cantidad de contenidos teóricos, prácticos y clínicos en un periodo reducido», denuncian los decanos.
Fue una especie de apaño que, además, no fue acompañado del correspondiente cambio legal «para realizar la necesaria actualización de los planes de estudio españoles a la normativa europea vigente».
Excepción en Europa
El resultado es que hay 14 planes de estudios distintos, uno por facultad. Y una estructura académica muy mejorable. Porque España, Italia y Grecia son los únicos de la UE donde la carrera ha mantenido los 300 créditos. En el resto de países dura entre 330 y 360; es decir, en torno a seis años. Eso significa que, aun habiendo aumentado su carga de prácticas, los alumnos españoles hacen alrededor de 700 horas, un 25% menos que la media europea.
«Esta desventaja competitiva puede afectar negativamente al reconocimiento y a la movilidad de nuestros graduados dentro del espacio europeo», avisan los decanos.
En tiempos en que la función del veterinario se asemeja a la del pediatra, por el papel cada vez más relevante que tienen los perros y los gatos en los hogares, los decanos están convencidos de que esta medida permitiría a incorporar una serie de habilidades comunicativas para relacionarse con los propietarios de las mascotas que ahora no da tiempo a enseñar.
«El animal de compañía ha pasado a tener un papel muy importante en la familia, ya hay más mascotas que niños en Madrid y Cataluña y ello exige enseñar nuevas competencias a los futuros veterinarios», dice Manel López Béjar, decano de Veterinaria de la Autónoma de Barcelona.
«Hay que repensar y actualizar estos estudios porque el papel de los veterinarios ha cambiado», añade Ramon Vilanova, vicerrector de Estudios y Calidad de la misma universidad.
Respaldo de todo el sector
El Ministerio «ha recibido la petición y la estudiará», según fuentes del equipo de la ministra Diana Morant, que añaden que «se trata, en todo caso, de una decisión que debe contar necesariamente con el acuerdo tanto de las universidades donde se imparte este grado como de la Conferencia de Rectores de las Universidades (Crue)».
Los decanos ya tienen el apoyo de los alumnos (les avalan el Consejo de Estudiantes de Universidades del Estado y la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas), así como de la Federación Estatal de Sindicatos Veterinarios y de todos los colegios de veterinaria de España agrupados en la Organización Colegial Veterinaria.
Pero hay algún rector que no lo terminan de ver claro porque teme que pasar de cinco a seis años dispare los costes de la carrera, que, por su experimentalidad, ya es la más cara de todas.
Seis años en terminar
Los decanos han hecho cuentas y aseguran que el coste de la matrícula apenas subiría porque los alumnos, de media, terminan el grado en 5,9 años, un 18% más del tiempo teórico. «Los estudiantes están invirtiendo mucho más tiempo y recursos en completar su formación debido a la actual estructura académica, lo que conlleva un gran número de segundas y terceras matrículas y, en consecuencia, una inversión económica mayor», argumentan.
Tampoco creen que supondría un coste para los campus porque las prácticas adicionales se realizarían en los hospitales de las universidades o en empresas con las que ya hay convenio.
«La mayoría de los alumnos pensamos que la carrera debería durar seis años. Asemejarnos a Europa nos facilitaría poder trabajar fuera y, además, se podría hacer un plan de estudios más eficiente. Hecho en falta hacer más prácticas de medicina interna», dice Javier, que quiere especializarse en reproducción de caballos.
Ángela, que quiere dedicarse a los pequeños animales, está de acuerdo. «Queremos que nos den un poco de oxígeno», pide. Como Javier, se dio «un batacazo» en los primeros años de carrera. Acostumbrada a ser la más lista de su clase en el colegio, tuvo que aprender a gestionar la frustración de sacar notas de 6 y 7. Ha habido alguna asignatura a la que los dos se han presentado cuatro e incluso cinco veces.
«Es duro esforzarse y no ver reconocido el esfuerzo», reflexionan. «Conocemos a alumnos que han abandonado los estudios porque no han soportado tanta presión».