Publicado: agosto 10, 2025, 4:07 am
Cuando Albert Rivera presentó su dimisión como presidente de Ciudadanos tras la debacle de su partido en las elecciones generales de 2019 recalcó que «el centro político existe» y que «hay muchos españoles que necesitan votar liberal y centro».
Cinco años después, los liberales europeos se han enfundado los guantes para recomponer ese flanco ideológico con la mirada puesta en los próximos comicios, tal y como adelantó EL MUNDO esta semana. Pero, ¿realmente puede prosperar en España a estas alturas otra formación de centro?
«No hay espacio para un partido de centro. Es más, dos claves: ni existe un votante de centro, ni un partido capaz de generar identidad de centro», asegura Javier Martín Merchán, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas (ICAI-ICADE).
La concatenación de naufragios de los proyectos centristas a lo largo de los años, explicada en buena medida por las anteriores premisas, evidencia la inviabilidad crónica para los partidos de centro en España. Desde la disolución de la UCD de Adolfo Suárez hasta el fiasco de Ciudadanos (Cs), pasando por el brote y decadencia de la CDS, el Partido Reformista Democrático o UPyD, todos estos experimentos remiten a una «cuestión cíclica»: «Cualquier partido de centro que nazca volverá a fracasar».
El ex presidente Adolfo Suárez, aupado por la UCD para la transición democrática.
«Hablamos de centro, pero en realidad nos referimos al centro derecha o liberales de derechas», asegura el docente. A su juicio, en un clima político «tan tenso» como el de ahora, donde el bloqueo legislativo, los casos de corrupción, la merma de las instituciones y la polarización exacerbada están a la orden del día, de haber un votante de centro, éste escogería la opción menos mala. «En el caso de Ciudadanos, sus votantes eran prestados y, en un momento como éste de máxima polarización, entenderían al PP como el mal menor para sacar a Pedro Sánchez de La Moncloa».
«Durante la mayor parte del tiempo de la democracia, tanto el PSOE como el PP han sido partidos muy cercanos al centro», explica Ramón González Férriz, periodista y autor de La ruptura, ensayo que revisa las causas del desmoronamiento de Ciudadanos. Que el espacio político estuviese ocupado por dos gigantes, impidió, y condenó al fracaso, a la UCD de Suárez, tras la victoria electoral en 1982 de un PSOE con un proyecto que apelaba a gran parte de la sociedad; a su heredero, el CDS, que nació ese mismo año para reconstruir una alternativa centrista… sin éxito; o al Partido Reformista Demócrata (PRD) que intentó capitalizar ese espacio en torno a la figura de Miquel Roca, cuyos simpatizantes vieron frustradas sus esperanzas tras el fracaso electoral de 1986.
«Un partido tiene que movilizar, conectar con la identidad de la población y generar división entre tus competidores. Un partido de centro no puede hacer eso porque gran parte de su espacio ya está ocupado. Y por eso no se consolidan», explica Martín Merchán.
Manuel Fraga y el ex presidente Aznar, que situó al PP en el centro reformista.
Sin embargo, González Férriz aduce que el centro político sí existe, aunque «cada vez es un espacio más difícil». ¿Por qué? «Tradicionalmente hemos pensado que las clases medias tendían a la moderación, lo que obligaba a los grandes partidos a ser centristas. Ahora esa dinámica se ha roto un poco y las clases medias no son necesariamente moderadas, por lo que el centro político es cada vez menos atractivo electoralmente». «La eficacia gubernamental o las buenas prácticas», temas que abandera el centro, ni seducen al electorado muy escorado, ni dividen a los competidores, señala Martín Merchán.
«Por ejemplo, la derecha radical divide a la derecha con el debate de la inmigración«, añade el docente. «Estamos en un momento en el que tanto la comunicación como la dinámica electoral están premiando posiciones más extremas, tanto a la izquierda como a la derecha. Pero España no es un país extremista, esas posiciones son minoritarias, y quien gana unas elecciones todavía puede hacer políticas moderadas», opina González Férriz.
La polarización, quizás más identitaria que ideológica, defiende Martín Merchán, induce al votante «a sentir que hay mucho en juego, por lo que se acaba decidiendo por el partido menos malo, y al cabo de un tiempo desarrolla la identidad de ese partido».
Además, el propio sistema electoral «obliga a los partidos de centro a escoger a quién apoyan», apunta González Férriz. Así se descompuso UPyD, fundado por una Rosa Díez que venía del PSOE, pero cuyo alineamiento con la derecha en determinadas materias le impidió fijar su posición en la mente del electorado. El escritor destaca el asiduo escoramiento de las formaciones de centro hacia la derecha. «Se acaba diluyendo, y podríamos decir lo mismo de Ciudadanos, que era un partido que quería ser de centro, pero al final sus propias dinámicas siempre le llevaban a apoyar a la derecha».
Tras caer la UCD, liberales huérfanos armaron el PRD en torno a Miquel Roca.
«Ni siquiera en el máximo apogeo de Ciudadanos y Podemos se consigue derrocar al PSOE y al PP. Y se entiende que cualquier capitalización del centro será suya, mientras que partidos como Ciudadanos deben ser formaciones muleta. Ese fue el error de Rivera, creer posible ese sorpasso al PP», recuerda Martín Merchán. Tras el descalabro de 2019, cuando pasaron de 57 a 10 escaños, el partido naranja se diluyó hasta no concurrir a los comicios del 23-J. Dejó de tener representación nacional.
¿Tiene entonces sentido una nueva lista de centro? Para Martín Merchán podría tenerlo «si se compromete a apoyar al PP o al PSOE de forma bisagrista, para dar estabilidad al país. Supondría una ruptura muy grande con la segunda etapa de Ciudadanos, pero su supervivencia dependerá de si aceptan o no la inviabilidad de que vayan a conformar una amplia mayoría». Y González Férriz, escéptico de que logre un éxito electoral, coincide en la conclusión: «Tiene que partir de un punto muy difícil, asumir que nunca va a ganar y que deberá resignarse a ser una especie de árbitro. Ese sería su papel».