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'El Contratador' y su pandilla

Publicado: mayo 24, 2025, 1:07 am

Cuando éramos jóvenes había un señor en Extremadura que se llamaba Ibarra. Uno veía este hombre, con su mirada de gato montés, su barbaza y su verbo enfático, y no se imaginaba que allí pudiera pasar nada que no fuera muy socialista. Fue en su momento el presidente autonómico más votado de España y el más veterano de todos, 24 años en el poder. Otros tiempos.

La Extremadura de hoy podría ser la de su sucesor en el PSOE, Miguel Ángel Gallardo, de alias El Contratador, pero la luz que aporta la encuesta que publicamos hoy dentro de nuestra serie de sondeos autonómicos es que ese lugar lo ocupa María Guardiola. Bien valorada por los extremeños en general -aprueba, ese dato inesperado en un político actual- y sus votantes en particular (7,1), ha llevado al PP a su mayor distancia histórica con el PSOE en el sitio más difícil y tras superar unos inicios a cara de perro. En tendencia parecida a otras autonomías, los populares contienen a Vox y atrapan votos socialistas, dejando a la estirpe de Ibarra sin victoria posible.

Méritos propios está haciendo El Contratador y su pandilla dimisionaria, desde luego. Hubo una vez, en tiempos algo más recientes que los de Ibarra, que la regeneración fue el tema central de la política española. La ejemplaridad de los cargos públicos, la rendición de cuentas, la honestidad en la gestión de los impuestos, la democracia interna de los partidos o la transparencia en las adjudicaciones eran asuntos en las agendas de todos los partidos, aunque fuera por pura retórica. El PSOE de Pedro Sánchez entre ellos. Él, ya en Moncloa, proponía cosas como limitar el aforamiento, esa figura que permite a los políticos disfrutar de un camino judicial diferente al del común de los mortales. Otros tiempos también.

El caso de Gallardo es hijo de un hecho diferencial de este momento: nunca la corrupción había alcanzado al núcleo más puro del poder y nunca las consecuencias habían sido visibles en plazo tan corto. En cualquier organización, y en particular en las pronunciadamente jerarquizadas como son los partidos políticos o los gobiernos, el ejemplo que da el de arriba es el que imita el de abajo. En España ha habido de todo y en EL MUNDO tenemos memoria, porque aquí escribimos de las cosas de unos y de las de otros, pero lo que nunca había ocurrido es que el de arriba no dé ejemplo y haga ostentación de ello.

La ejemplaridad ha sido puesta en zona abisal por los cuarteles generales y de ahí para abajo nadie va a ser menos. Sólo así se explica que un Gustavo Matos, con su melena isleña de delfín sanchista, finalizara su psicodélica rueda de prensa del martes arrimando el ascua para justificar su cita con el capo: «Tratan de enganchar a Pedro Sánchez, a Santos Cerdán…». Ajá, y a él. O que el citado Cerdán se apareciera en el patio del Congreso para decir de forma preventiva que él pregunta mucho por obras públicas, sin que haya registro de ello en su actividad parlamentaria.

O lo de Gallardo. Sus frenéticas 28 horas para ser diputado y aforarse son la culminación de un cruce de favores, lealtades y colocaciones que requiere powerpoint, pero que no impide ver el meollo: ¿quién va a desautorizarle si el contratado mayor era el hermano del presidente? ¿Y a qué alcalde va a desautorizar él si tuviera que hacerlo? ¿Y a qué concejales podrían desautorizar estos alcaldes? La falta de responsabilidad. La falta de ejemplo. De arriba abajo.

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