Publicado: marzo 30, 2025, 4:07 am

Zapatero se hizo el harakiri. Sánchez no está dispuesto. Ni comparten psique ni el horizonte y necesidades, digamos de momento, vitales, de Sánchez son las mismas que las de su accidental y sobrevenida referencia y embajador. La renuncia de Zapatero el 12 de mayo de 2010 condicionó después, cuando llegó a la SecretarÃa General del partido, el rumbo de Sánchez. Aquel dÃa, que Pedro J. tituló el Pearl Harbor de Zapatero, el entonces presidente del Gobierno anunció en las Cortes el mayor recorte social y de servicios públicos de la democracia.
También aquel dÃa cortó la cinta e inauguró la aciaga década de demagogia populista, jalonada con el «sà se puede» entonado a coro por diputados socialistas y de Podemos al culminar la moción de censura y con la diatriba de Iglesias en la investidura de la coalición Sánchez & Iglesias, en enero de 2020, contra jueces, oposición y medios que luego Sánchez hizo suya. Zapatero compareció en 2010 para asumir el mandato de Bruselas y «corregir los efectos de la crisis»; culpó a los mercados y reconoció que las secuelas las sufrirÃan los «más desfavorecidos». Zapatero entregó el relevo de la izquierda.
La posición del Gobierno respecto de la absolución de Dani Alves revela el momento de Sánchez. El PSOE recupera a la ex ministra Montero, su ley del sólo sà es sà y su relato. Lo hicieron la ministra Redondo [«No se puede estar cuestionando permanentemente la voz de las mujeres»: «Hermana yo sà te creo»] y Bolaños, que insinuó que la sentencia «revictimiza» a la denunciante. Su palabra fue creÃda, por eso se juzgó y encarceló preventivamente a Alves. Los hechos no han sido demostrados. El caso es que Sánchez, en el alambre y en pos de su frente amplio, no puede dejar resquicio a su izquierda y también gana tiempo con la tributación del salario mÃnimo.
Por primera vez Sánchez parece realmente acorralado. Lo cual tampoco es concluyente. No puede cumplir con UE y OTAN sin incumplir con la izquierda. Aunque todavÃa confÃe en engañar a los dos. Sánchez no puede concretar su plan. Contorsionará entre dilaciones, inconcreciones, filibusterismo y fabricación de hechos alternativos: la Defensa no es lo que parece y no hay Ejército europeo porque la derecha no quiso. Sánchez se escudó en Rajoy, que asumió un compromiso ante la OTAN que no explicó en el Congreso. No lo hizo porque no lo ejecutó. La oposición no pide a Sánchez que no lo asuma sino que exponga en las Cortes el modo de ejecutarlo, sobre todo porque el Gobierno cambalachea todavÃa con los Presupuestos de la legislatura anterior.
Sánchez se revuelve. Su única salida es la fórmula Covid [también refrió el lema]: conseguir transferencias de Bruselas a fondo perdido. Necesita ganar un año a toda costa antes de incorporar a su programa el último trazo de Podemos y culminar la trasmutación del PSOE. Veremos a Sánchez abjurar de la Europa bélica y marcial y abanderar divisivo la Europa alternativa y pacifista frente a los nuevos «hombres de negro» y su negocio de la guerra. Pero Iglesias se le ha adelantado. Belarra percute, le llama «señor de la guerra» [pronto dirá «especulación y rapiña» a costa de la paz]. Le clava una dolorosa daga. Belarra lo señala, ubica y arrincona. DÃaz pretende rescatarlo como camaleón de la paz.