Publicado: octubre 12, 2025, 4:07 am

Las relaciones siempre son difíciles. Quizás, aún más en política. Al Gobierno le interesa un Vox fuerte, que pegue dentelladas en el electorado del PP -tal y como consensuan las últimas encuestas- porque eso concedería opciones al PSOE de aspirar a volver a reunir una mayoría y porque le permite echar carbón a la caldera del miedo a un gobierno de Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal, estrategia que funcionó bien en las últimas generales. Pero, ¿cuál es el límite? Regar demasiado hace difícil el controlar hasta donde crece la planta. Y esa preocupación está instalada en el Gobierno. Un Vox con 53 escaños y el 16% del voto (Sigma Dos) o en el 16,7% (40db) empieza a encender las alarmas. «Nosotros ya tenemos bastante con el PP actual», señalan fuentes del Ejecutivo al más alto nivel. «No estamos locos, no nos interesa un país donde Vox pueda comerse al PP».
En La Moncloa saben que la contienda electoral tiene que ser un dos para dos, es decir, que a un lado estén PP y Vox y al otro el PSOE y un único espacio que resulte a su izquierda -un asunto que sigue generando dolor de cabeza en el complejo presidencial-, y no una división. Y en esa confrontación esperan que el partido de derecha radical reste potencial a los populares para tratar de pelear por llevarse el gato al agua, por ejemplo, en las provincias que reparten tres escaños -lograr un 2-1 frente al PP-. «Nos va bien que Vox tenga un crecimiento porque le resta fuerza al PP», analizan en la sala de máquinas gubernamental.
Faltan, en teoría, dos años para las próximas elecciones, pero los estrategas socialistas ya apuntan que la batalla puede ir de 14-15 escaños. En junio, a raíz del informe Cerdán, los datos internos del Gobierno evidenciaron una caída de unos siete puntos en el voto. «Fue nuestro momento más débil». Ahora, los números que manejan les indican que han recuperado el terreno. «Podemos decir que, en octubre, hay partido». Estratégicamente nadie en el Ejecutivo esconde que la fortaleza de Vox les va bien para construir un relato y movilizar al electorado de izquierdas. De hecho el miedo a un Gobierno PP-Vox es uno de los principales recursos de La Moncloa para tratar de que sus socios no les dejen caer.
Pero en un contexto de auge de la extrema derecha en Europa y en todo el mundo, internamente sí hay «preocupación ante el auge ultraderecha, porque no sabemos a dónde nos lleva esto». En la sala de mandos socialista se tienen en el radar muchísimos municipios en los que pueden ser determinantes. «Y ahí harán lo que quieran», advierten sobre revertir derechos o medidas conseguidas. Que Sánchez ha propiciado y le beneficia la confrontación con Vox es un hecho. El jefe del Ejecutivo presume de que su Gobierno es un «muro» frente a la «derecha reaccionaria», que España gracias a que él formó gobierno «frenó a la ultraderecha» o que los socialistas son la «última línea de defensa» ante la ultraderecha en Europa. El auge de Vox, un horizonte hipotético en el que pudiera emerger como alternativa o pujar con el PP, sería, por tanto, un gran fracaso de la coalición de Gobierno.
«Nosotros queremos seguir gobernando y cualquier cosa que haga tropezar al PP nos va bien, pero sin perder de vista lo peligroso de que Vox se convierta en alternativa en lugar del PP. Sería terrible para este país. Al PSOE no le apetece enfrentarse a Vox directamente», reflexionan las personas que trabajan codo a codo con Sánchez. Lo que es una constatación es que, como en su momento pudo suceder con Podemos, la presencia de Vox en la vida política y su llegada a las instituciones ha normalizado su voto y respaldo.
En el Gobierno creen que al PP le pasa como les sucedió a ellos allá por 2016 con el partido que lideraba Pablo Iglesias. Les comía terreno, había amenaza de sorpaso. «Ahí tienes que decidir si te radicalizas para competir o te mantienes en tus posiciones a la espera de que la gente se quede contigo», relata un ministro. «La estrategia del PP es equivocada», añade otro. Creen que el hecho de querer «mimetizarse» en temas como la migración o el aborto hace que la gente «elija el original y no la copia». «La falta de liderazgo de Feijóo le ha hecho ir acercándose a Vox. No ha acertado en cómo actuar frente a la ultraderecha». De ahí que la sensación que tienen en el Gobierno es que con el PP actual «el planteamiento de ellos o nosotros ya lo podemos hacer«. No necesitan a Vox como contendiente.
Las elecciones en Castilla y León, que se celebrarán en el primer trimestre de 2026, son consideradas un punto de inflexión. Los socialistas ven al popular Alfonso Fernández Mañueco en una posición débil tras la gestión de los incendios, y que Vox está muy fuerte, creciendo. Su fotografía es que el PP los necesitará si quiere mantener el poder, pero que los de Abascal exprimirán al máximo esa posición. «Por eso Génova alienta un superdomingo electoral que nadie quiere en su partido».