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El auge de Vox acerca a España a un escenario de pactos como el europeo

Publicado: septiembre 27, 2025, 6:07 am

Desde hace meses, en la sede de la calle Bambú de Madrid observan cómo las encuestas dibujan a Vox una curva ascendente, situando la estimación de voto a Santiago Abascal en cifras que rondan -o superan- su techo histórico. En las filas de la formación reciben la tendencia con optimismo, pero sin dar la partida por ganada. Primero, porque insisten en desconfiar de los sondeos. Y, segundo, porque consideran que aún pueden crecer más. «Dadnos una mayoría absoluta», proclamó el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, en un vídeo subido recientemente a sus redes. Ya lo dijo Abascal hace unos meses: su partido no aspira a «ser la muleta de nadie», sino la «alternativa», y en Vox confían en que esto será una realidad en España antes o después. Confían porque observan cómo, en otros países, ya ha sucedido.

El partido ve en Giorgia Meloni y Marine Le Pen, entre otros dirigentes europeos, el reflejo de lo que un día podría ser Abascal: el líder de la principal fuerza del país. La ola de extrema derecha que se ha extendido por el continente en los últimos años hace pensar en Vox que, algún día, esta también llegará a España. Aunque, por ahora, va con retraso.

Los últimos sondeos sitúan la intención de voto al partido español en una horquilla entre el 15% y el 18%, igualando o superando su mejor resultado histórico -15,2% en las elecciones de noviembre de 2019-. Mientras, Fratelli d’Italia, el partido de Meloni, de quien Vox se dice «aliado», aglutinó en los últimos comicios nacionales -en 2022- el 26% de los votos. Agrupación Nacional, con Marine Le Pen, alcanzó el año pasado el 33% de los apoyos en las urnas francesas. El 20,8% de los alemanes que votaron el pasado febrero apostaron por la formación de extrema derecha, la AfD de Alice Weidel, y el 22,6% de los portugueses respaldaron a André Ventura (Chega!) en los comicios celebrados en mayo de este año. Y la lista sigue.

El resultado de estos porcentajes es que la extrema derecha ya es primera fuerza en muchos países de Europa: en Francia e Italia, y también en Austria, Países Bajos y Polonia. En Alemania ocupa la segunda posición, como en la República Checa, aunque ANO 2011 -la formación de extrema derecha del país- parte ahora como favorita de cara a las elecciones que se celebrarán a principios de octubre. En Portugal, Chega! se cae de los dos primeros puestos y es tercera fuerza, como Vox, pero Ventura aglutina un porcentaje de voto mayor al de Abascal y, en las últimas elecciones, apenas un punto porcentual le separó del segundo partido del país.

El resultado de todo ello es que la extrema derecha europea, en muchos casos, ya ha superado a los partidos tradicionales, tanto socialistas como conservadores. Y, así, es una fuerza de gobierno consolidada, habiendo llegado a pactos con otras formaciones para hacerse con el mando. En Italia, Meloni gobierna de la mano de Lega -de Matteo Salvini– y Forza Italia -fundada por Silvio Berlusconi-, ambas formaciones del espectro conservador. En Países Bajos, la extrema derecha de Geert Wilders pactó en 2024 con los partidos conservadores para la constitución de un Ejecutivo, aunque el ultraderechista abandonó la coalición este año por discrepancias en política migratoria -una situación similar a la que llevó a Vox a salir de los gobiernos autonómicos que compartía con el PP en el verano de 2024-.

En el lado opuesto, en algunos países los partidos tradicionales han sellado una suerte de cordón sanitario para impedir que la extrema derecha llegue al poder, algo que los de Abascal insisten en que podría suceder en España -pese a que el precedente en las autonomías indica lo contrario-. En Alemania, conservadores y socialdemócratas cerraron este año un pacto para formar un gobierno de coalición, dejando fuera a la AfD. En Polonia, el partido de extrema derecha logró que su candidato, Mateusz Morawiecki, fuera primer ministro entre 2017 y 2023, pero, tras los siguientes comicios, los partidos de la oposición pactaron para sustituir a Morawiecki por Donald Tusk. Y, en Francia, Emmanuel Macron se ha mostrado en varias ocasiones reticente a negociar con Le Pen para nombrar a un primer ministro.

Los distintos escenarios que se han abierto en los países europeos tras la irrupción -con fuerza- de la extrema derecha sientan un precedente de lo que podría suceder en España si Vox consolida su tendencia y alcanza a nivel nacional las cifras en que se mueven sus «aliados» del continente. Esto, sin embargo, aún no ha ocurrido: el PP ha logrado, por ahora, contener el auge de la formación a su derecha, evitando el sorpaso que sí se ha dado en otros países. Pero las encuestas apuntan a que, en próximos comicios, Vox podría aumentar su resultado y condicionar la presidencia del Gobierno.

En Vox, públicamente, defienden que su meta es «ganar las elecciones». Sin embargo, reconocen que este objetivo puede no ser viable a corto plazo y no cierran la puerta a pactar con el PP mirando a La Moncloa, sin precisar si su intención sería integrarse en el Gobierno o apoyar una investidura de Alberto Núñez Feijóo desde fuera. «Veremos en qué posición relativa estamos los partidos una vez los españoles hablen», se limitó a decir Abascal en julio de este año. El único precedente, lo ocurrido en las comunidades autónomas, refleja que una coalición de gobierno PP-Vox es posible, aunque los sondeos dejan constancia de que a los de Abascal les ha beneficiado estar fuera de los ejecutivos.

Feijóo, por su parte, selló en su congreso de este verano su compromiso de no compartir el poder con Vox. «El único gobierno en coalición que ha habido hasta la fecha no ha funcionado y yo no quiero darle a mi país los mismos espectáculos que vemos cada martes en el Consejo de Ministros», dijo el líder del PP, pero no cerró la puerta a pactar asuntos puntuales con la formación de Abascal -incluso una posible investidura, siempre que Vox no entre en el gabinete-. El partido más a la derecha del panorama político dice estar abierto a llegar a acuerdos, de distinta índole, «con quien esté dispuesto a que una parte de [su] programa se asuma». Esto ya ocurrió para conformar los gobiernos de coalición en varias comunidades, y también sucedió después para aprobar algunos presupuestos autonómicos.

Cuánto del programa de Vox deba asumir el PP para alcanzar La Moncloa -si los resultados electorales se lo permiten- dependerá de los votos que aglutine cada partido, y de la «posición relativa» en que queden. En Vox son optimistas en este sentido y sostienen que la ola de extrema derecha, que es una realidad en Europa desde hace unos años, llegará a España en el medio plazo, dándoles mejores resultados y mayor poder de negociación.

Y, para sustentar esta creencia, miran, fundamentalmente, al voto joven. Según el último barómetro del CIS, Vox ya es la formación más votada por quienes tienen entre 18 y 34 años, y también supera al PP en la franja de edad siguiente (de 35 a 44 años). En estos colectivos, Abascal se mueve en cifras de apoyo que rondan el 19-20%, más próximas a las que registran sus «aliados» europeos en el conjunto de la población. De ahí la confianza en el futuro.

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