Publicado: mayo 27, 2025, 6:07 am

Estamos en época de ponerle deberes al Partido Popular. Lo hacen los analistas y, sobre todo, lo hacen también los votantes. Según la encuesta publicada por este diario el domingo, casi el 90% de los españoles considera que el PP debe aprovechar su próximo Congreso Nacional para actualizar su ideario polÃtico.
Uno imagina que hay grandes diferencias entre lo que distintos grupos de votantes entienden por esta «actualización». Lo interesante, en cualquier caso, es cómo interpreta el partido ese deseo generalizado. Porque parece que entre los populares se ha impuesto definitivamente la tesis de que «el antisanchismo no basta». Esto es, que denunciar los escándalos y las medidas más polémicas del Ejecutivo no es suficiente para provocar un cambio de Gobierno. También serÃa necesario un programa ambicioso y propuestas serias en temas como vivienda, inmigración, educación… Ideas que convenzan a una mayorÃa de españoles de que no solo es muy malo que gobierne el PSOE, sino que serÃa muy bueno que lo hiciera el PP.
Es difÃcil no estar de acuerdo con esta tesis. Una mayor ambición del Partido Popular en sus propuestas no solo serÃa buena para el propio partido, sino también -y sobre todo- para el paÃs. Sin embargo, esto no debe llevar a que se naturalice la caricatura del «antisanchismo» que se ha hecho desde el PSOE y sus sectores afines. Una visión que presenta la crÃtica a Sánchez como una actitud reactiva e irracional, poco más que un espasmo (anti)polÃtico, mientras que las ideas de verdad estarÃan en las propuestas legislativas sobre «grandes temas».
El PP no deberÃa dar carta de naturaleza a este planteamiento. En primer lugar, porque la manera en la que este Gobierno ha ejercido el poder ya es un gran tema. El deterioro institucional de los últimos años tiene consecuencias sobre todo el sistema, y por tanto afecta al marco en el que se desarrolla la vida del paÃs. Esto es evidente en las cesiones de Sánchez a sus socios independentistas, que han profundizado en las disfunciones del ya renqueante sistema autonómico; pero es que hay mucho más. Resulta asombroso suponer, por ejemplo, que al ciudadano medio ni le importa ni le afecta la posible operación del PSOE para desprestigiar a la Guardia Civil desvelada ayer por El Confidencial; operación que se deberÃa únicamente al perjuicio polÃtico que causan al Gobierno las investigaciones de la UCO. Pocos «grandes temas» en una democracia como el imperativo de controlar los excesos y los atropellos del poder.
Precisamente por esto, tampoco se puede aceptar que no haya habido ideas en el «antisanchismo». Al revés: hay planteamientos muy reconocibles de la tradición liberal -y que hace tiempo fueron asumidos por el conservadurismo y la socialdemocracia- sobre el correcto funcionamiento de las instituciones, la relación entre el individuo y el poder, o los criterios que deben guiar la acción polÃtica. Si el PP ha tenido un problema al recurrir a estas ideas no ha sido porque no sean valiosas, sino porque la trayectoria de los populares mina su credibilidad a la hora de defenderlas. La tarea de Feijóo no es tanto convencer al ciudadano de que la regeneración es necesaria como convencerle de que el PP realmente la pondrÃa en marcha en caso de alcanzar la Moncloa. Puede que el antisanchismo no baste, pero desde luego tampoco sobra.