Publicado: mayo 9, 2025, 8:07 am
Isabella, la esposa de Jean Mirabeau Ngoho, uno de los dos desaparecidos, enseguida intuyó que algo grave podÃa haberle pasado a su marido. AsÃ, la misma noche del sábado 14 de diciembre de 2024, el dÃa que dio señales de vida por última vez, la mujer dejó su casa en Benalmádena (Málaga) y recorrió apresuradamente los más de 400 kilómetros que la separaban de Murcia con la intención dar con él.
Jean, de 52 años de edad y originario de Camerún, detallarÃa una vez allÃ, en la comisarÃa de la PolicÃa Nacional, habÃa estado alojado unos dÃas en un hotel de la ciudad junto a su amigo y socio, Siaka Coulibaly, nacido en Costa de Marfil, de 37 años y con residencia en la localidad murciana de Orihuela. Su marido, ahondaba Isabella, se dedicaba a la compra venta de coches de segunda mano. No sabÃa en qué trato andaban él y Siaka exactamente pero sà que el negocio les habÃa llevado hasta la localidad de Librilla, a unos 30 kilómetros de la capital, puesto que el mismo dÃa 14, Jean mantuvo una conversación con ella desde allÃ, según certificaba la ubicación que le habÃa enviado por WhatsApp.
En concreto, los dos africanos se encontraban en las inmediaciones del polÃgono industrial Cabecicos Blancos, ubicado en las afueras de la localidad, de unos 5.800 habitantes. Tras aquella conversación con su esposa, Jean ya no volvió a descolgar el teléfono. El aparato sonaba y sonaba hasta que dejó de hacerlo.
Los agentes de policÃa que la atendieron la desviaron a la Guardia Civil, que era quien tenÃa las competencias en Librilla. El mismo domingo, acompañada de agentes de la Benemérita, Isabella acudió al polÃgono industrial, a las puertas de la empresa Porkytrans en concreto, pero no pudieron sortear su vallado por no contar los guardias civiles con autorización judicial para el registro.
Jean Mirabeau Ngoho, a la izquierda, y Siaka Coulibaly.
Gran parte del relato corresponde a lo que Isabella contó al diario La Verdad en febrero pasado, cuando el caso saltó a los medios de comunicación. La repercusión llegó porque la esposa de Jean Mirabeau, y también la de Siaka Coulibaly, Fatma, desesperadas por la falta de información sobre el paradero de sus maridos pidieron a SOS Desaparecidos que difundiera alertas de búsqueda con sus rostros. «Son momentos muy duros y no quieren», nos respondÃa escuetamente JoaquÃn Amills, el presidente de la asociación, el pasado miércoles, cuando le trasladamos nuestro interés en hablar con ellas.
Por entonces, en el recinto de la empresa Porkytrans, trabajaban a destajo una veintena de agentes de diferentes unidades de la Guardia Civil con el objetivo principal de encontrar los cadáveres de Jean Mirabeau y Siaka o algún resto biológico que pudiera demostrar que perdieron la vida allÃ. Estaban los de criminalÃstica y los buzos del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS), quienes revisaban las balsas y la Unidad de Subsuelo, que hacÃa lo propio con los pozos y fosas sépticas. Se peinaba el terreno con un georradar y con perros especializados en la búsqueda de restos biológicos.
Tres dÃas antes -domingo 4 de mayo- se habÃa llevado a cabo tres detenciones:la de un empresario relacionado con la firma Porkytrans, la de un sobrino de éste, y la de una mujer, familiar de ambos. El mismo miércoles, mientras los agentes buscaban a Jean Mirabeau y Siaka en las instalaciones de la empresa, los tres sospechosos eran puestos a disposición del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Totana, cuya titular acordaba el ingreso en prisión provisional de los dos varones, investigados por dos homicidios y dos delitos de ocultación de cadáver, y la puesta en libertad, con retirada de pasaporte y la obligación de presentarse ante un juzgado periódicamente, de la mujer, investigada por encubrimiento.
CONTRADICCIONES
«Se corrobora que a las vÃctimas se le pierde la pista tras entrar en esta empresa de donde no vuelven a salir», explicaba la delegada del Gobierno en la Región de Murcia, Mariola Guevara, «existiendo diferentes indicios y contradicciones en sus propias manifestaciones que hacen pensar que atentaron contra la vida de las vÃctimas», añadÃa.
¿Y el móvil? ¿Por qué? Hay que empezar por contar que Porkytrans, dedicada al transporte y compra-venta de ganado llegó a contar con 40 trabajadores y a disponer de delegaciones en Asturias, Madrid y Extremadura, pero desde 2018 se encontraba en concurso de acreedores. La hemeroteca recoge que en noviembre de 2016 se convirtió en adjudicataria, junto a otras cuatro empresas del suministro de carne a al menos seis centros penitenciarios. Se publicó también que Instituciones Penitenciarias habÃa rescindido los contratos de suministro de alimentos por servirles productos que estaban en malas condiciones, caducados o a punto de hacerlo. Las instalaciones donde Jean Mirabeau y Siaka se vieron con los empresarios se encontraban por tanto sin actividad, vacÃa.
Según los datos que han trascendido de la investigación, una de las hipótesis que maneja la PolicÃa Judicial es que los africanos presuntamente podrÃan haber tratado de timar a los de Porkytrans con billetes falsos , la conocida como estafa wash wash. «Conocida como ‘billetes tintados’, consiste en engañar a la vÃctima para hacerle creer que mediante el lavado de unas cartulinas blancas del tamaño de los billetes, y utilizando unos productos quÃmicos y unos procesos casi mágicos, se pueden obtener billetes legÃtimos o falsos de excelente calidad», describe la propia PolicÃa en qué consiste el engaño en una nota de prensa. AsÃ, los empresarios, al darse cuenta del timo en el que habÃan caÃdo, habrÃan convocado de nuevo a los africanos para pedirles explicaciones.