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Díaz, perdida en el espacio

Publicado: septiembre 21, 2025, 6:07 pm

En 2022, Sánchez impartió instrucciones a su vicepresidenta y rutilante ministra de Trabajo para que se hiciese con el socavón de la izquierda. Aquella envenenada directriz para neutralizar a Podemos y, a su debido tiempo, anular también a la propia líder de la artificiosa creación, se bautizó con pompa, el «espacio Yolanda Díaz». El oficialismo lo llenó de luz y color y celebró exageradamente que en torno a Díaz se forjaba una coalición de 16 fuerzas políticas -básicamente eran tres: IU, Más Madrid y Compromís-; el resto, partículas de arena. El encargo de Sánchez incluía amarrar dentro a Podemos.

Una imagen recoge la sobreactuación y expectativas de ese tiempo arrolladoramente amanerado. Ella, arrobada, lleva un clavel sujeto de su melena. Rodea con su brazo los hombros de su pareja de chotis. Él sonríe algo tenso, sus labios están muy cerca. Es sólo un armónico instante en la Pradera de San Isidro, pero Díaz y Errejón saborean las mieles de su revancha: ella piensa en Montero; él, en Iglesias. Era en vísperas de la campaña andaluza de 2022.

La semana previa había sido muy tensa; las negociaciones con Podemos, al límite. Tanto, que Podemos no llegó a tiempo de registrarse en la coalición Por Andalucía. Las discrepancias doctrinales son insignificantes en la multitud de facciones de la izquierda -sólo Teresa Rodríguez, que ya iba por libre, las expuso-. Todo son reyertas personales y diferencias tácticas; Díaz y Errejón decían que eran de tono. Algunos cuadros de IU por fin se sintieron resarcidos de la humillación a la que les había sometido Iglesias; asumen que Díaz es un bluf, pero es «nuestro bluf». Finalmente, la prueba experimental del artilugio de Sánchez se la pegó sonoramente en Andalucía.

En la factoría de creación de contenidos de La Moncloa se encendieron algunas alarmas. Dieron con la tecla para el 23-J: Sánchez se situó a la izquierda de Díaz y atrajo votantes de Podemos y separatistas. La estrella de Díaz declinaba cuando debía alzarse. Sánchez ha reprogramado el protagonismo de Podemos y exhibe su distancia con Díaz. Sumar no existe. Lo sabemos al menos desde que se publicó otra instantánea que revela intenciones, inercias y enajenaciones de la izquierda. Fue durante la calamitosa campaña de las gallegas de 2024. Díaz, agachada, buscaba concienzudamente pellets en las playas. Errejón permanecía de pie, riguroso, severo. Hacía frío. Justo cuando Errejón alzó los ojos al encapotado cielo -«Dios mío, qué hacemos aquí»-, ella encontró una bolita en la batea. Se abstuvo de brincar.

A Díaz se le acaba el tiempo. No puede desmarcarse ni abjurar de Sánchez y tomar nuevo rumbo -en ningún caso propio- porque se cierra la puerta de consolación: ingresar en sus listas. Tampoco puede intensificar su seguidismo, que nutre a Podemos, preferencia otra vez de Sánchez. Así que gana tiempo y renueva en Andalucía su candidatura sin candidato y sin los de Belarra. Es la honra para IU y un ejercicio de dignidad y autonomía limitada de Díaz, pues lo hace con el emblema proporcionado por Sánchez: la bandera palestina, el entelado para la sopa -de siglas- en el espacio. La izquierda se pega por la paz.

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