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Davidovich, roto en un mar de lágrimas y consolado por De Miñaur tras su cuarta derrota en una final: "Otro día sin suerte"

Publicado: julio 28, 2025, 12:40 pm

Roto, devastado, con la mirada perdida al infinito. La instantánea que nos dejó Alejandro Davidovich Fokina tras la final del ATP 500 de Washington este domingo es de esas que trasciende al propio deporte. Evoca a la de la retirada de Roger Federer agarrado de la mano de Rafa en la Laver Cup, solo que esta vez el protagonista es el malagueño y, su compañero de fatigas, el triunfal Alex de Miñaur. Se escapó, por cuarta vez, la oportunidad de alzar al cielo su primer título profesional. En cada lágrima, además, pareció escapársele también un pedacito del alma.

Tres horas y cinco minutos batallaron el español y el australiano —de raíces españolas— para resolver una final finalmente decantada a favor del tenista de las antípodas. Seguro fue en castellano el discurso de consuelo que dedicó este a nuestro representante de La Armada completamente pulverizado en su banco.

Empezó por delante Alejandro para confirmar las buenas sensaciones de tenis desplegadas durante toda la semana. Se llevó el primer set (7-5) y, entonces, llegó el principio del fin. La desconexión en el segundo parcial casi le cuesta un ‘rosco’ (1-6). Más cruel, sin duda, fue el tercer y último acto de esta tragedia.

Recuperó su brioso tenis, dominó a un rival conocido por su entrega y velocidad y encontró tres bolas de ‘break’ para cerrar el partido. Fue entonces cuando se abrió la puerta a su cuartito de las pesadillas, fue empujado dentro de él y quedó encerrado bajo llave para, allí, ser maltratado por sus fantasmas sin piedad alguna.

El primero lo salvó el aussie con una gran subida a la volea. El segundo se perdió con la derecha defensiva que cayó tan solo unos centímetros después de la línea de fondo. Se apoyó con la raqueta en el suelo y dejó colgar su torso, se sabía víctima de lo peor. El tercero fue devastador, pues atacó con todo lo que tenía y, De Miñaur, es un esfuerzo digo de un gladiador, no perdió la fe en una defensa milimétrica. La suerte también estaba en su lado de la pista y Fokina acabó colgado de la cinta con sus dos brazos tras ser superado con un passing. Se acabó.

En su cabeza solo rondaba el martirio de Delray Beach, el del Open de México y el de la ya lejana final del Masters 1.000 de Montecarlo de 2022. Intentó tapar el hueco en el alma con su tenis aguerrido, forzó el tie break y un saque directo de su oponente en la muerte súbita acabó de nuevo con el sueño.

El hombre se esfumó para dejar paso al niño. Las lágrimas brotaban de sus ojos casi sin ser consciente de la escena protagonizada en su banco. Sí lo percibió de Miñaur, excelente en el detalle de apaciguar su celebración para arropar a su oponente. No son Roger y Rafa, claro, pero sí dejaron una imagen deportiva a la altura de los dos genios de la raqueta para enmarcar en toda escuela de tenis.

«Otro día más, otro día sin suerte», valoró ya repuesto Davidovich en la rueda de prensa. Quizás él no pueda verlo, ahora no, pero en el fondo sabe que, después de la cuarta, habrá una quinta en la que todavía estará más cerca de tocar la gloria. El día que llegue, que llegará, las lágrimas no sabrán saladas.

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