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Cuando Feijóo sorprende

Publicado: julio 6, 2025, 6:07 pm

Feijóo a veces sorprende. Esto llama la atención, toda vez que el presidente del Partido Popular lleva un par de décadas cultivando la imagen de gestor serio y predecible. Y cabe plantearse si la sorpresa se debe a lo que él realmente ha hecho, o solo a las expectativas que había generado. Podemos recordar su cara a cara con Sánchez en la campaña de las últimas generales, cuando se impuso al presidente de forma tan clara que el oficialismo improvisó explicaciones francamente disparatadas para justificarlo -¿se acuerdan del «galope de Gish»?- El caso es que la victoria de Feijóo destacó por contraste con las bajísimas expectativas que se habían proyectado sobre él en los días anteriores. Al final no quedaba muy claro si el líder popular había estado muy bien o solo lo había hecho mucho mejor de lo que se esperaba. Aunque quizá lo que había ocurrido era, sencillamente, que Pedro Sánchez había estado muy mal.

Dos años después, Feijóo también llegaba al XXI Congreso de su partido sin mucha expectación. Tras consolidar su liderazgo y cerrar previamente todo debate sustancial, no se esperaba otra cosa que una repetición del discurso que los populares llevan machacando los últimos siete años. Además, y nuevamente, todo estaba influido por la calamitosa situación de un adversario que lleva semanas encadenando graves escándalos. Así, y como ocurrió en 2011, los dos partidos parecen actuar como vasos comunicantes: cuanto más sube la presión en Moncloa/Ferraz, más baja la exigencia de una parte sustancial del electorado con el Partido Popular. Resulta curioso escuchar a Feijóo decir que no se contenta con que haya un mero cambio de siglas en el Gobierno, en el preciso momento en el que cada vez más votantes parecen conformarse justamente con eso.

En este contexto en el que al PP parece bastarle con hacer lo mínimo, las intervenciones de Feijóo en el congreso de su partido destacaron precisamente por ir -un poco- más allá. Si el discurso de este sábado fue más articulado y sólido de lo que el dirigente acostumbra, en el de este domingo ofreció una mayor claridad sobre su estrategia. No hubo cambio ni novedad alguna -¿cómo iba a poner un cordón sanitario a Vox, si hace años que el PP se apoya en ese partido para sacar adelante investiduras y presupuestos? ¿Cómo iba a ponérselo al PSOE, cuando lleva años abonado a la aventurada hipótesis de que existe un socialismo «auténtico», del que el sanchismo sería una mutación antinatural?-, pero dibujó su alternativa con mayor nitidez de la esperada. Una nitidez que no tiene tanto que ver con propuestas concretas, sino con aquello que se espera representar: un proyecto de mayorías que permita a la democracia española recuperar algo parecido a la normalidad. Tras el XXI Congreso parece claro que el problema de Feijóo no es encontrar un discurso; es que ese discurso resulte creíble. Que las promesas de regeneración y ejemplaridad no se vean cuestionadas, por ejemplo, cada vez que una cámara capta el rostro sonriente de Carlos Mazón.

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