Publicado: julio 10, 2025, 2:07 am

Más de una década después de que el nombre del suegro de Pedro Sánchez, Sabiniano Gómez, desapareciera discretamente de las licencias comerciales, la historia ha vuelto con fuerza al Congreso. Alberto Núñez Feijóo acusó en la sesión plenaria de ayer al presidente del Gobierno de haber «sido partícipe a título lucrativo de un abominable negocio». El eco de la frase vuelve a hacer temblar los cimientos de una familia que consolidó un pequeño imperio en la industria de lo erótico y el sexo mediante la empresa San Bernardo 36 SL.
Sabiniano, que no tenía aún un yerno presidente, había empezado ya sus aventuras empresariales en los años 80. Su primer movimiento fue la adquisición de un local en la calle Alcalá, el Cine Mundial, que transformó en un salón de celebraciones y juegos recreativos. Aquel experimento resultó ser el preludio de una ambición: el salto al ocio nocturno.
Fue en la calle San Bernardo donde estableció su cuartel general. Allí abrió su negocio más conocido: la Sauna Adán. En esta misma vía madrileña, con los años, Gómez y su hermano Enrique Francisco se hicieron también con un ático de 139 metros cuadrados en el mismo edificio, propiedad de Muface. La aseguradora se lo alquiló por un precio, en comparación con el valor del metro cuadrado en la zona, irrisorio: 850 euros. Una cantidad que, habiéndose firmado el contrato después de 1985, podría haber subido acorde al Índice de Precios al Consumo (IPC). Lo acabaron convirtiendo en 14 habitaciones austeras que subarrendaron. Algunos, dicen, que se trataba de un alquiler por horas que clientes de la misma sauna usaban como discretos picaderos.
Desde un principio, se intuía que aquel local -registrado como «gimnasio sauna con bar»- iba a guardar secretos. No solo porque para la apertura de este local de 344 metros cuadrados en 1989 hubo que pedir favores y acelerar licencias. Sino porque la discreción de estos lugares, bajo determinadas circunstancias, sirven para otro tipo de fines.
Así lo demuestra la documentación intervenida en laoperación Tándem. Como informaba EL MUNDO en 2020, las conversaciones del ex comisario García Castaño (alias El Gordo) demostraban que fue el propio suegro de Sánchez quien dio su visto bueno para que alguna de sus saunas se convirtiera en un escenario de vigilancia en una operación encubierta contra ETA. Tras las grabaciones a un representante de la izquierda abertzale, el contacto entre la Policía y Gómez se mantuvo. Incluso, según García Castaño, mano derecha de Villarejo, siendo ya Sánchez líder de los socialistas los contactos aumentaron.
La nómina de locales no paró de crecer. Sauna Azul (Calle Concepción Arenal, 4), Sauna Princesa (calle Mártires de Alcalá 4), Sauna Mayka (calle Orense 10)… Incluso, hasta un local para la prostitución desenmascarada: el prostíbulo Sauna Bar -rebautizado como Roses Girls- en el número 180 del Paseo de la Castellana. Este último regentado por el otro hermano de Sabiniano: Conrado, quien conoció a El Gordo durante su militancia en Fuerza Nueva.
En 2006, Sabiniano se retiró discretamente. Fue su hermano Enrique quien quedó como rostro visible de todo el entramado. El imperio del sexo de pago enmascarado dejó ser propiedad de los Gómez en 2013, cuando se traspasó al desconocido Ángel Prieto Paz.
Es evidente lo lucrativo del negocio para la familia. Un dinero del que, según Feijóo, se habría beneficiado Sánchez. Lo que sí se sabe es que el matrimonio percibe, como reveló EL MUNDO en 2023, cerca de 2.000 euros del alquiler de su antigua casa en Pozuelo de Alarcón. Un inmueble de 165 metros cuadrados en uno de los municipios más ricos de España y donde el metro cuadrado oscila entorno a los 4.1000 euros. Según un vecino, el inmueble «está a nombre de una persona diferente a Pedro Sánchez y Begoña Gómez, aunque Begoña es la encargada de pagar los gastos de la comunidad de vecinos».