Publicado: agosto 15, 2025, 4:07 am
A los aviones que, en vuelo, trasvasan combustible a otros se les llama «cisternas» o «nodrizas». Una denominación apropiada. Una cisterna designa un depósito subterráneo donde se almacena agua llovediza o procedente de algún río o manantial. También se refiere a ese elemento higiénico-sanitario del cuarto de baño. Y, por último, usado en aposición tras un nombre común, designa un vehículo o nave construido para transportar líquidos.
En efecto, las dos naves que, solidariamente, Francia nos envía para ayudar a combatir los incendios en Galicia son aviones cisterna Canadair CL-415. Transportan agua. Los seguimos llamando habitualmente Canadair por el nombre del fabricante. Pero, en realidad, deberíamos llamarlo Bombardier, porque esta empresa, también canadiense, absorbió a Canadair en 1986. Bombardier, pese a su nombre, no fabrica bombarderos, sino, fundamentalmente, jets privados, aviación de negocios. Mueve al equívoco y un poco al miedo.
Los CL de Canadair-Bombardier forman una pequeña familia a partir del inicial CL-215, ampliada al CL-215T y al CL-415, versiones mejoradas, modernizadas y con mayores capacidades que el modelo original. El CL-415 dispone de una cabina digitalizada y no analógica, un sistema de carga de cuatro puertas en lugar de dos, etc. En Francia el CL-415 no es un aparato operado por los militares, sino por la Sécurité Civile, que posee un total de 13 unidades.
En España, bajo el mando operativo de la Unidad Militar de Emergencias (UME), lo pilotan militares. España posee 14 de estos benéficos, necesarios aviones apagafuegos, fuentes volantes, «bombarderos de agua», 10 de la versión CL-215T y cuatro de la CL-415. Once pertenecen al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Tres, al Ministerio de Defensa. El indicativo de radio es «Foca». Y su denominación coloquial, «Botijos». Integran el Grupo 43 del Ejército del Aire y del Espacio y se encuentran basados en Torrejón de Ardoz (Madrid), aunque en verano se distribuyen por algunos otros aeropuertos españoles, todos ellos cercanos a zonas en mayor peligro potencial de sufrir incendios. Bombardier vendió su división de aviones comerciales a De Havilland Canada, incluyendo la licencia para la producción del CL-415, que, en su versión mejorada y con los nuevos dueños de la empresa, recibirá la denominación de DHC-515. España invertirá 375 millones de euros en la adquisición de siete ejemplares. Dos de ellos serán financiados por el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea, que comprará 12 para los países del arco mediterráneo, especialmente sujetos a riesgos de incendios.
El DHC-515 aumentará la carga de agua hasta los 7.000 litros, mezclados con retardantes químicos, productos que alteran la reacción producida entre el combustible y el oxígeno. Liberan radicales que evitan la formación de nuevas llamas y ralentizan la propagación del fuego.
El «botijo», en sus distintas versiones, especialmente las más modernas, es un avión bastante versátil que puede emplearse en misiones de patrulla marítima, vigilancia costera, evacuación médica y operaciones de salvamento SAR («Search and Rescue»). Es muy útil también como portador de dispersante en los derrames de petróleo en los océanos.
Quienes lo han visto cargar, mientras vuela a ras de la superficie, agua del mar o de pantanos habrán pensado que esos llamativos colores, amarillo y rojo, reproducen la bandera española. No es así. Es algo casual. Un distintivo para este tipo de aeronaves. Son los colores de la librea aceptados por los usuarios por razones de visibilidad y seguridad.
Los colores brillantes facilitan la localización del avión por parte de otros aparatos, aviones o helicópteros, que se encuentren en la zona dedicados a los mismos trabajos de «bomberos del aire».
Reducen el peligro de colisión en entornos enturbiados por el humo o la escasa luz. Son fácilmente identificables desde lejos y contribuyen a que los equipos de tierra los localicen y procedan con mayor precisión a la coordinación de esfuerzos y el empleo de medios en la tarea común del control y extinción de las llamas.