Publicado: marzo 15, 2025, 5:07 am
La Comisión Europea se está moviendo a un ritmo inusualmente rápido para impulsar y facilitar una inversión «masiva» en el ámbito militar. Tanto, que en el libro blanco de Defensa que presentará la semana que viene, y del que existe ya un borrador al que ha tenido acceso EL MUNDO, se «invita» a los países a que soliciten ya «antes de abril» la activación de las cláusulas de escape que permiten incurrir en un déficit de hasta el 1,5% del PIB durante cuatro años. Una actuación que ofrece a los gobiernos un espacio fiscal de hasta 650.000 millones que, si bien es casi imposible que se use completamente, sí da una medida de cuál es el esfuerzo máximo que contempla Bruselas. Y, al mismo tiempo, una celeridad que choca con los intentos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por demorar las decisiones.
«Vamos a tener una cumbre de la OTAN en La Haya. Ahí es donde se va a sustanciar el grado de cumplimiento de ese 2%», afirmó ayer Sánchez tras reunirse con los grupos parlamentarios. Esa cumbre se celebra a finales de junio, esto es, dentro de más de tres meses, y además en esa cita no se hablará ya del 2%. El secretario general de la Alianza, Mark Rutte, apunta ya a cifras superiores al 3% y la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, incidió en esta cifra el pasado domingo cuando hizo una valoración de los 100 primeros días de su segundo mandato.
Sánchez, además, comenzará una nueva semana histórica para la Defensa, en la que además de la presentación del white paper tendrá lugar una nueva cumbre de presidentes, sin haber dado una explicación en el Congreso. Sin aclarar cuál es su plan en el ámbito militar ni cómo va a articular los aumentos de inversión. Lo único que ha hecho hasta ahora es asegurar que acelerará el gasto para llegar al 2% antes de 2029, que hasta ahora era el objetivo inamovible del Ejecutivo. Pero nada más, y la presión sigue creciendo en Bruselas. Es evidente en los pasillos, se nota en las reuniones de líderes y se plasma en los documentos.
«La reconstrucción de la defensa europea requiere una inversión masiva durante un periodo sostenido«, apunta claramente el mencionado libro blanco, que explica que «la presencia masiva de fuerzas estadounidenses en Europa y la disponibilidad de medios estratégicos estadounidenses y su voluntad de ponerlos a disposición de Europa durante las últimas décadas, hizo que los medios estratégicos de propiedad europea parecieran redundantes».
«El resultado fue un alto grado de dependencia de Estados Unidos», prosigue el texto. Pero la decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de cambiar sus prioridades y relegar a Europa a una posición en absoluto primordial, ha cambiado el contexto. A ello hay que unir que «aunque se acuerde un alto el fuego en Ucrania, es probable que Rusia siga aumentando su economía de guerra, apoyada por Bielorrusia, China, la República Popular Democrática de Corea e Irán». Y una «Rusia revanchista es la amenaza militar inmediata para la UE«.
Vladimir Putin ha estado ampliando masivamente su capacidad de producción industrial militar del país, «con un gasto estimado en 2024 del 40% del presupuesto federal ruso y de hasta el 9% de su PIB [frente al 6% en 2023] en defensa». «Por lo tanto, Rusia seguirá siendo una amenaza fundamental para la seguridad de Europa en un futuro previsible, incluida su postura nuclear más agresiva y la colocación de armas nucleares en Bielorrusia», avisa el texto. Puro lenguaje bélico.
La velocidad a la que se mueve la UE le ha permitido, incluso, identificar ya los ámbitos en los que se debe invertir: defensa antiaérea y antimisiles, sistemas de artillería, municiones y misiles, drones, movilidad militar e incluso IA. Propone asimismo realizar compras conjuntas del material bélico y potenciar lo máximo posible la industria de Defensa europea. Y por si todo ello fuese poco, Alemania ya ha cerrado un histórico acuerdo para hacer una fortísima inversión en Defensa. Unas actuaciones, un lenguaje y un ritmo que contrasta sobremanera con la pasividad de Sánchez. Se quedó atrás desde el principio en este ámbito, y la débil posición parlamentaria a la que se aferra impide que España actúe a la velocidad que el trascendental momento exige.