Publicado: septiembre 23, 2025, 12:07 pm

Y Beatriz Biedma ganó la batalla. No existía ninguna incertidumbre en la resolución de hoy de la Audiencia Provincial de Badajoz sobre el respaldo que le iba a ofrecer, una vez más, a la juez del caso del hermanísimo David Sánchez Pérez-Castejón, a la que siempre ha respaldado contra viento y marea de las críticas y presiones que ha sufrido la magistrada cordobesa en sus actuaciones desde que tomó el caso a finales de mayo de 2024 tras una denuncia de Manos Limpias. De hecho, la clave del proceso judicial no ha sido hoy con este auto sino la decisión que tomó el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) de que continuara con la causa antes del verano cuando el líder de los socialistas extremeños, Miguel Ángel Gallardo, quiso expulsarla de la investigación al ejecutar un bochornoso ‘aforamiento exprés» en menos de 28 horas, donde hizo renunciar a cinco compañeros de partido para ocupar él el sillón de diputado en la Asamblea de Extremadura. La maniobra la catalogó Biedma como «fraude de ley» y el TSJEx utilizó los mismos términos para describir la «obstrucción a la Justicia» que quiso emprender el que era máximo responsable de la Diputación de Badajoz cuando el ‘hermanísimo’ se hizo con la causa. Ahí, se despejaron todas las dudas sobre las campañas furibundas, incluidas las de un ex magistrado expulsado de la carrera profesional en Badajoz unido a la fontanera del PSOE, Leire Díez, que también se organizaron contra ella para quebrar su imagen.
En realidad, sólo ella creyó firmemente en que la causa tenía un desarrollo judicial. Los investigados (11, incluido el propio hermano y el líder socialistas extremeño) nunca se lo creyeron de verdad. Ni tan siquiera en los primeros meses de la investigación cuando ordenó que la UCO registrara la Diputación de Badajoz y el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena (Gallardo había sido el alcalde esta localidad) para incautarse de los correos. Eso fue el verano de 2024. Pero, para el propio Gallardo, todo correspondía a una campaña de la «ultraderecha» y confiaba en que este episodio de «salsa rosa» iba a durar muy poco. Escasas semanas. Nunca se vieron en el banquillo, hasta la fase final del proceso, cuando intentaron la maniobra del aforamiento, ya a la desesperada, para apartar a Biedma como fuera de las investigaciones.
Otro aspecto importante fue el comportamiento de la Fiscalía, que si bien en los primeros meses respaldó a Biedma, luego cambió radicalmente de postura y comenzó a oponerse a buena parte de sus autos, presentando un último recurso del auto de procesamiento que casi doblaba en extensión al de la propia Biedma. De hecho, una de las aspirantes al puesto denunció en su declaración que la propia fiscal no le hizo caso a una denuncia sobre el comportamiento de los examinadores en la entrevista al puesto, ya que no le hicieron ni preguntas.
Todos los que conocen a Biedma, en los ámbitos judiciales, coinciden en que es una magistrada muy rigurosa, trabajadora y que estudia de forma exhaustiva todos y cada uno de los elementos del proceso, como ha quedado demostrado hasta el final. Aunque las declaraciones de los imputados eran a puerta cerrada, luego se filtraban los vídeos de esas comparecencias y se podía comprobar cómo sabía más que nadie (datos, fechas, nombres, motivaciones…), más que incluso que los propios investigados. Y conociendo los hechos, ponía contra las cuerdas a cada imputado, como ocurrió con el propio David Sánchez, cuando le examinó de tal manera, le repreguntó de tal forma, que al final el hermanísimo terminó admitiendo que no sabía ni dónde estaba la Oficina de Artes Escénicas, su lugar de trabajo, ni tampoco sus funciones. Ahí ganó también el debate, siempre contaminado por las partes, de la opinión pública. Ya no había otra opción que la apertura de juicio oral. No, esto no era «salseo», como aseguró Gallardo durante meses.
Y un último aspecto clave en el que coinciden todas las fuentes jurídicas, sobre todo sus compañeros jueces. Nunca ha tenido aspiraciones de escalar a otros puestos de la judicatura. Es muy feliz siendo una magistrada instructora y no quiere dar el salto a ningún órgano superior. Así que se siente libre, independiente, y no está condicionada por ninguna razón o motivo para contentar a nadie, a ningún superior. Lo ha demostrado durante estos 14 meses con todo, o casi todo (menos la Audiencia Provincial) en contra. Ahora, serán estos magistrados, precisamente, los que deben de decidir si los 11 imputados son culpables o no. Pero ella ya ha hecho ya historia.