Publicado: junio 7, 2025, 6:07 am

Un choque sin retorno. Cada cumbre evidencia cómo crece la brecha de dos mundos: el proyecto de Pedro Sánchez, con aliados plurinacionales, y la mayoría representada por el PP, con aliados como Page. Se despidieron ayer en Barcelona enrocados en sus motivos. La polarización aun creció en su infinito, con los desplantes institucionales de Isabel Díaz Ayuso y, sobre todo, el clamor de elecciones. Ahí estuvo la novedad, en un cuentagotas que lanzaron los presidentes del PP y al que se sumó Emiliano García-Page. El barón socialista habló de España como un «puzzle roto», al que «lo que más le conviene es que se pueda recomponer». Es decir, urnas, lo que deja un marcador abrumador.
Sánchez quiere agotar la legislatura como presidente de España, pero los presidentes autonómicos del 71% de los españoles reclama un adelanto electoral. Se descuelgan de esa petición la Cataluña de Illa (16,4% de la población); el País Vasco de Pradales, es decir, de la coalición PNV-PSE (4,61%); la Asturias de Barbón (2%); la Navarra de Chivite (1,4%), y Canarias, donde Clavijo, que gobierna con el PP, concede que los tiempos son de Sánchez. El 71% del PP pierde un 4% de Canarias, que compensa con el 4% castellanomanchego de Page, que ya en el remate del cónclave se vio cortado por el líder de su partido cuando quiso hablar de las fronteras de Junts o de un calendario para negociar la financiación autonómica, cuestiones ajenas al orden del día. Otra prueba de las distancias.
Recoge el Reglamento de la Conferencia de Presidentes que es un órgano de «diálogo permanente» en busca de consenso. Pero la cita en Pedralbes traspasó la burbuja en la que el Gobierno quería convertirla. Ya en los fríos saludos, seguidos del choque entre la ministra Mónica García y Ayuso, que luego se ausentó de la sala si Pradales o Illa hablaban en euskera y catalán, respectivamente…
Sánchez pidió de inicio un «espíritu constructivo». Imposible. «Este foro no puede tomar decisiones salvo si se obtiene el apoyo unánime. O dejamos la crispación en el perchero o este encuentro servirá para muy poco. Lo cual sería una pena». La advertencia era una premonición. Como respuesta, los presidentes del PP y Page convergieron en la petición de elecciones ya. Pero Sánchez no se mueve: «La intención es respetar los tiempos de la democracia y celebrar elecciones en 2027, cuando tocan».
Después de escuchar a todos, el presidente cerró asumiendo que «no hay consenso para acuerdos» en ningún punto, ni siquiera en vivienda, y, por tanto, «ninguna propuesta puede aprobarse». En ese momento, Alfonso Rueda, presidente de Galicia, le preguntó: «¿No acepta ninguna propuesta de las comunidades del PP?». «En efecto, es así», cerró Sánchez.
Precisamente, el primero de los barones en pedir elecciones había sido Rueda, «para poner fin a la situación que está viviendo España». Después, Juanma Moreno (Andalucía) justificó que, ante la situación «crítica y convulsa», la falta de mayoría social y parlamentaria de un PSOE «incapaz de presentar Presupuestos», así como la creciente desafección y desconfianza en la política…, «disuelva las Cortes cuanto antes y permita a los españoles decidir», dijo. Fernando López Miras (Murcia) profundizó: «Si no hay capacidad para abordar como reforma del sistema que debe financiar los servicios públicos de todos los territorios, hay que hacer algo». Y Jorge Azcón (Aragón) sentenció: «No convocar elecciones sólo le va bien a usted y no al país». Ayuso habló de la amnistía, pero no dejó de hablar de elecciones. Ni Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), que argumentó su petición en los vaivenes del gobierno: «Para financiación se aplica un criterio; para la condonación de deuda, se inventa otro; para la distribución de los menores inmigrantes, otro…». María Guardiola (Extremadura), Gonzalo Capellán (La Rioja), Marga Prohens (Baleares) y María José Sáenz de Buruaga (Cantabria) incidieron para pedir elecciones, como prueba de la estrategia coordinada, en una concepción de la Conferencia de Presidentes como trampolín para la manifestación de mañana donde pedirán la salida de Sánchez por su vínculo con las cloacas de Leire Diez, Ábalos, el hermanísimo…
Por supuesto, también Carlos Mazón se sumó al urnas ya. Y en su desahogo, mientras él mismo se encastilla en el poder, y en los desplantes de Ayuso -respondieron Pradales e Illa en defensa de la riqueza de las lenguas cooficiales, mientras ningún otro popular la secundaba-, encontró el Gobierno razones para sentir que, obviando los contenidos, no fue un viernes político en balde.