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Así funciona un Puesto de Mando Avanzado hasta vencer al fuego 11 días después

JARILLA (CÁCERES), 18/08/2025.- Efectivos de la UME trabajan hoy lunes en el incendio de Jarilla (Cáceres). El incendio de Jarilla (Cáceres) ha entrado ya en Castilla y León por zonas altas del municipio salmantino de Candelario a última hora de esta tarde, aunque la previsión es que se mantenga ahí y lo puedan controlar por la mañana con la ayuda de medios aéreos. EFE/UME SÓLO USO EDITORIAL/SÓLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Publicado: agosto 23, 2025, 1:07 am

«Tenemos una ventana de oportunidad, es el momento de atacarlo». La frase la pronuncia el máximo responsable del operativo, Manuel Tena (49 años), coordinador regional del Plan Infoex y quien ha ejercido de director técnico de extinción en el devastador fuego de Jarilla que este viernes se dio por estabilizado tras calcinar 17.300 hectáreas en 170 kilómetros de perímetro. Las mismas palabras las ha pronunciado antes la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, que se encuentra un día más en el Puesto de Mando Avanzado (PMA). La base de operaciones se ha instalado desde el inicio del incencio en una amplia parcela de unos 1.000 metros cuadrados, una explanada paralela a la N-630, junto a la Venta Dominguín, en La Granja (Cáceres), en las faldas de valles y frondosos parajes convertidos durante 11 días en bolas de fuego imparables.

Es martes 19 de agosto. Ha pasado justo una semana desde que, pasadas las 18.00 horas, debido a la caída de un rayo en medio de una sorprendente tormenta en la zona de Los Tres Picos en lo alto de la sierra, donde nace la Garganta Perdida, el fuego comezara a desbocarse hasta volverse indomable.

Este martes, por primera vez, se respira optimismo después de interminables jornadas de sufrimiento e impotencia. Quedarán tres días para que 14 bomberos forestales del retén H23 apaguen con júbilo los dos últimos kilómetros y desaparezcan por completo las llamas: «¡Por fin, al fin! Me cagüen… to. Unidos somos más fuertes. Hoy había muchos ojos vidriosos entre los compañeros… y creo que no era por la ceniza», señala el jefe de esta Unidad, Óscar Martín -51 años, Caminomorisco-.

A comienzos de la semana nadie atisba este final feliz. Es una utopía. Como cada día, la primera reunión del PMA comienza a las 9.00 horas en el interior del vehículo 6×6 Mercedes modelo Hctroc, de nueve metros de largo que, desplegado, se convierte en una gran sala interior de otros 30 metros cuadrados de ancho, provisto de todo tipo de tecnología punta. Allí son citados los principales responsables de los servicios de emergencia, también por la tarde (15.00) y por la noche (21.00 horas) para evaluar todos los datos que traen los mandos y trazar una estrategia eficaz, pero que hasta entonces no avanza.

En la primera semana, «la prioridad fue la protección de la población», dice a EL MUNDO el principal responsable técnico de la extinción. Hay numerosos y pequeños pueblos en la comarca que, a mediados de agosto, coincidiendo con el puente festivo de la Virgen, triplican como mínimo su escaso número de habitantes.

El domingo la temperatura era abrasadora en la zona. A los 43º hay que sumarle el bochorno de las llamas de tantos días y un viento racheado que azota sin parar y dirige las llamas al noroeste, amenazando con penetrar a la provincia de Salamanca. El domingo se confina Hervás. No parece haber tregua, hasta que, de repente, se marcha la ola de calor. El martes bajan las temperaturas cinco grados. El miércoles, casi diez. De aplicar un sistema defensivo a jugar al ataque. Toca remontar y se aprovecha que van decayendo los hasta 17 incendios simultáneos -ocho de ellos muy graves-, que habían prendido Extremadura también de Norte a Sur. En total han ardido 44.480 hectáreas en la región.

Esto permite tener más medios propios centrados en Jarilla. Y, sobre todo, comienza a llegar los refuerzos de las comunidades autónomas, del Estado y de otros países. De tres hidroaviones el domingo se pasa dos días después a 25: «Vamos a por él». Para Manuel, el jefe de la extinción, desde su experiencia durante 23 años en incendios, éste es «posiblemente el más difícil», confiesa. Lo achaca a tres factores determinantes: vegetación frondosa, orografía muy complicada y condiciones meteorológicas especialmente adversa.

Efectivos de la UME trabajan en el incendio de Jarilla (Cáceres).

Efectivos de la UME trabajan en el incendio de Jarilla (Cáceres).EFE

El PMA parece, desde lejos, un decorado improvisado preparado para rodar escenas de cine. En cuanto te aproximas desde la carretera, el atrezo rezuma profesionalidad en todos los efectivos desplegados. Es un pequeño poblado con vida propia. Frente al camión amarillo de última generación tecnológica, se instalan cuatro carpas independientes, que son las bases de operaciones de la UME, la Guardia Civil, los bomberos del Infoex y Protección Civil. También está habilitada una amplia zona de estacionamiento, donde no sólo aparcan los vehículos de las unidades desplazadas sino también los helicópteros que sobrevuelan el drama.

En medio de la batalla, se ha habilitado una especie de oasis común desplegado por Cruz Roja, donde sus voluntarios suministran agua, refrescos, comida y todo tipo de enseres para reponer a los efectivos, exhaustos, sobre todo las cuadrillas de bomberos que llegan tiznados de ceniza y con la moral por debajo de las botas.

A las diez de la noche aparece José Alberto Rodríguez Falcón -44 años, Mérida-. Se baja del vehículo del Infoex junto a sus cuatro compañeros y va directo al puesto de mando a recibir las órdenes de estrategia: «Hemos estado a las puertas del infierno», relata. Está agotado, pero continúa sin reproches. Toda la madrugada luchando contra las llamas. Es la tercera vez que sube a la montaña desde que se desató el incendio. No había visto nada igual en su dilatada trayectoria: «Es una zona muy frondosa, el combustible está muy seco y encima no hay cortafuegos, no hay pistas, hace mucho calor y mucho viento; siento impotencia porque está todo abrasado», confiesa en la noche más complicada de todas, la del pasado domingo.

No son los únicos que sufren, aunque son claramente los más expuestos. La presencia de agentes de la Guardia Civil también es fundamental, tanto para el control del tráfico de las carreteras como para el desalojo de vecinos de los pueblos confinados o para, sobre el terreno, averiguar las causas del incendio (Seprona).

Alberto López -30 años, Logroño-, capitán de la Guardia Civil de la Compañía de Plasencia, se ha estrenado en situación de este tipo. «Los primeros días hubo más personas reticentes a abandonar los pueblos, pero los mensajes que se han transmitido por las instituciones han ido haciendo mella, y la gente empezó a ser consciente de la gravedad. Al final, sólo en determinados casos hemos procedido a interponer algunas sanciones, pero primero siempre hemos utilizado el diálogo y la negociación», relata.

En las tres reuniones diarias siempre están presentes psicólogos, trabajadoras sociales, miembros de Cruz Roja y Protección Civil y hasta miembros de la Aemet, que se han incorporado en esta ocasión por primera vez. Ángel Cano Moreno -32 años, Jerez de los Caballeros- es jefe de operaciones de Cruz Roja Extremadura y no se ha movido de la zona: «La experiencia más complicada fue la de desalojar a tres poblaciones a la vez, la de Cabezabellosa, Jarilla y Villar de Plasencia, porque además se hizo de noche, pero al final fue un éxito y en tiempo récord».

La ayuda también es básica desde Protección Civil, como explica su técnico Michael Ferrera Maqueda -31 años, Badajoz-: «Mantenemos reuniones con alcaldes de los pueblos que van a ser evacuados y con trabajadores sociales para diseñar con eficacia un plan de desalojo, comprobar cuántas personas de ese pueblo sufren algún tipo de vulnerabilidad y disponer de los recursos para ello, como ambulancias, vehículos adaptados, sillas de ruedas, autobuses…». En esa labor es esencial la participación de las 25 trabajadoras sociales del Colegio Profesional de Cáceres. Como Noelia Martín -43 años, Plasencia-: «Nos hemos encontramos con episodios de ataques de ansiedad en algunos vecinos, reacios a dejar sus domicilios, pero la mayoría lo entiende perfectamente porque es una situación de extrema emergencia», cuenta.

Frente al horror «se ha trabajado como un solo cuerpo», apunta el consejero extremeño de Presidencia e Interior, Abel Bautista, cuya figura se ha agigantado con el paso de los días, dando ejemplo de tranquilidad, trasparencia y empatía: «Estoy muy orgulloso de lo que hemos demostrado todos como pueblo», señala. En este contexto, añade que en una situación política «muy enrarecida» y «muy tensa», «lo más fácil», hubiera sido «echarse a la cara los unos a los otros y estar en meterle el dedo en el ojo [al contrario] por intentar conseguir un puñado de votos».

Desde las mismísimas «puertas del infierno», como encapsulados en esta milagrosa explanada cacereña del ambiente nocivo creado en la España cainita, en esta zona cero, se certifica que no ha habido reproches y sí trabajo conjunto y coordinado de todos los servicios de emergencia para alcanzar la remontada final. Veremos si ahí fuera se aprende la lección…

DE LA GUARDIA CIVIL A LOS PSICÓLOGOS

ALBERTO LÓPEZ

Capitán de la Guardia Civil de la Compañía de Plasencia

«Nuestra misión ha sido la regulación del tráfico, como el corte de la autovía A5 que se produjo, coordinar los desalojos de las poblaciones, acompañar a los ganaderos a que dieran comida a los animales o a los vecinos a por medicinas».

MANUEL TENA

Director técnico de la extinción del incendio de Jarilla

«En el fondo los grandes incendios son similares, éste me ha recordado mucho al que ocurrió en Las Hurdes en 2003, aunque es verdad que el cambio climático propicia que cada vez ocurran más, pero todos coinciden en la vegetación, la orografía y las condiciones climatológicas muy altas».

JOSÉ ALBERTO RODRÍGUEZ FALCÓN

Bombero forestal del Infoex.

«El incendio se ha desarrollado en una zona muy frondosa, el combustible ha estado muy seco y encima no había cortafuegos, no pistas, ha hecho mucho calor y mucho viento, siento impotencia porque está todo abrasado».

NOELIA MARTÍN

Trabajadora Social del Colegio Profesional de Cáceres.

«Hemos realizado una labor de acompañamiento a las personas evacuadas de los pueblos, sobre todo las personas vulnerables y hemos tratado a personas con ansiedad y que no querían abandonar sus viviendas, pero en general el comportamiento ha sido muy bueno».

MICHAEL FERRERA MAQUEDA

Técnico de Protección Civil.

«Nos hemos reunido con los alcaldes de la zona que iba a ser desalojados o confinados para preparar todo el dispositivo, para conocer con detalle las personas con problemas de vulnerabilidad físico para preparar los medios para llevarlos de manera eficaz al polideportivo de Plasencia, donde han permanecido varios días».

ÁNGEL CANO MORENO

Jefe de operaciones de Cruz Roja Extremadura.

«Ha sido una experiencia bastante dura pero la colaboración de más de 300 voluntarios ha sido fundamental. Hemos repartido más de 10.000 raciones comidas entre el Puesto de Mando y los vecinos albergados en Plasencia».

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