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Alemania usa «lenguaje duro» frente a España para vetar la oficialidad del catalán en la UE: «Hubo tensión en la reunión»

Publicado: julio 19, 2025, 4:07 am

El Gobierno fracasó ayer, por séptima vez, en su intento por hacer oficial el catalán, así como el euskera y el gallego, en la UE. Cerró una semana negra que estuvo precedida por las críticas de la Comisión Europea a la Ley de Amnistía en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), y el expediente que también Bruselas ha abierto a España por las injerencias del Ejecutivo en la OPA de BBVA sobre Banco Sabadell. El origen de todas estas bofetadas es el mismo: el intento del Ejecutivo por contentar al independentismo para tratar de mantener a Pedro Sánchez en la presidencia. Y el broche a esta serie de jornadas de descrédito internacional fue el enfrentamiento que el secretario de Estado para la UE, Marcos Sampedro, tuvo con el responsable de Asuntos Europeos alemán, Gunther Krichbaum.

«Hubo un intercambio de palabras con lenguaje duro«, confirman a este periódico desde el ámbito diplomático. «Hubo tensión, sí», añaden desde otro país. «No fueron las conversaciones más, digamos, diplomáticas», añaden desde un tercero. Esto es, tres fuentes confirman que España y Alemania se enfrentaron, y el motivo del encontronazo está en las dudas legales que tiene el Gobierno que dirige Friedrich Merz.

El Gobierno mantiene que sí, que en el memorando que remitió a los países tras el fracaso del mes de mayo todas las dudas están solventadas. Defiende que no es necesario cambiar los tratados, que España pagará todos los gastos y que no supone ningún tipo de precedente. Pero entre los socios europeos hay muchas dudas. Sin ir más lejos, porque los servicios jurídicos del Consejo apuntan que sí que habría que modificar los tratados. Y eso es clave no sólo para Alemania, sino también para Italia, Finlandia o Polonia, entre otros.

«Todavía persisten muchas preocupaciones. Sobre cuestiones presupuestarias y también legales», refrendó Marie Bjerre, ministra de Asuntos Exteriores de Dinamarca. Este país ocupa la presidencia de turno del Consejo y, como tal, es el responsable de transmitir en las ruedas de prensa el resultado de las diferentes reuniones. Y ahí, en su intervención posterior al Consejo de Asuntos Generales, es donde constató lo que ya se intuía en los días previos, lo que se pudo comprobar en las intervenciones previas y lo que los propios países transmitieron a España a puerta cerrada: no tiene, ni mucho menos, la unanimidad que la oficialidad requiere.

Es más, la insistencia de España está empezando a cansar en Bruselas y así lo expresó el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Xavier Bettel, momentos antes del CAG. «Hemos necesitado días para acordar las sanciones a Rusia, todavía no somos capaces de tener decisiones sobre Israel y tener un alto el fuego en Palestina, ¿pero aprobamos el gallego, el euskera y el catalán? Entiendo completamente que para los españoles y el multilingüismo las tradiciones son muy importantes, pero realmente no es el momento adecuado«, afirmó. Y su posicionamiento es, si cabe, más relevante porque no está en contra de la oficialidad.

Todo esto, además, contradice totalmente lo que apuntó ayer el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. «Si algún estado miembro tiene, como algunos han hecho, alguna inquietud, no tiene más que dirigirse a España, que trabajará como hemos hecho con todos», apuntó en una entrevista concedida a Ser Cataluña. «Pero lo que es inaceptable es el decir que uno tiene dudas, pero no expresar cuáles son, ni sentarse con España a trabajarlas, porque eso no son dudas legítimas, sino es simplemente una táctica dilatoria«, añadió. La realidad es que las dudas son claras y están expresadas.

El Gobierno, es muy evidente, ha elevado el tono de manera sensible. Y no sólo por las declaraciones ya apuntadas de Albares, sino también por lo expresado por Sampedro dentro y fuera de la reunión, y por lo que añadieron fuentes de este mismo departamento. «Hoy [por ayer] hemos dado un paso más en el camino del reconocimiento de las lenguas oficiales españolas en la UE. Un camino irrenunciable e irreversible. Un camino en el que España está dispuesta a seguir trabajando con todos sobre cualquier cuestión para resolver la discriminación de España frente a otros Estados Miembros a los que sí se les ha respetado su identidad nacional plurilingüe», apuntaron desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. Y, repitiendo los mismos términos bélicos que Albares empleó al comienzos de semana también en Bruselas, añadieron: «El día D no es hoy, pero el día D hoy está más cerca».

«No vamos a parar»

El nuevo fracaso del catalán, y del euskera y gallego, provocó ayer una sucesión de reacciones en Cataluña y también el País Vasco. «No vamos a parar, esto acabará saliendo adelante porque la razón está de nuestra parte», dijo el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, un día después de haber enviado, junto al lehendakari Imanol Pradales, una carta a todos los Estados miembros para reclamarles su aval al reconocimiento oficial de las tres lenguas.

El jefe del Govern, durante su visita institucional a Galicia, aprovechó para decir que le hubiera gustado que el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda (PP), se hubiera sumado a la iniciativa catalana y vasca. Y añadió: «Me hubiera gustado aún más que Alberto Núñez Feijóo, que también fue presidente de Galicia, hubiese dado instrucciones a su partido para no poner obstáculos».

Las palabras de Illa fueron calificadas como «gesticulaciones» por el presidente de Junts, Carles Puigdemont. «Lo que corresponde es que utilice siempre el catalán, que lo defienda siempre, que lo exija sin que tengamos que pedirlo desde la oposición», reprochó el líder neoconvergente, que añadió que si los socialistas «hubiesen hecho los deberes cuando tocaba, el catalán ya sería oficial en la Unión Europea».

Y desde el País Vasco, la portavoz del PNV en el Congreso, Maribel Vaquero, ha asegurado este viernes que el Grupo Vasco «no cejará en su empeño» para que el euskera sea oficial en Europa. «Aunque tardemos, lo conseguiremos«, añadió. No es la misma impresión que existe en Bruselas, precisamente.

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