Confieso que ayer hasta las nueve y media, uno habría apostado porque Juan Lobato iba a tirar la toalla después de su incierto manejo de lo que a él le afectaba del caso de Álvaro Gª Ortiz. Él recibió un e-mail de la jefa de Gabinete del jefe de Gabinete del presidente del Gobierno, ejemplo canónico de redundancia, con el acuerdo de conformidad que negociaba el abogado del novio de Ayuso con la Fiscalía y la prójima de La Moncloa se lo envió para
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