Publicado: abril 17, 2025, 2:07 pm

«La posición de España sobre el Sáhara está expresada en la declaración de 2022», anticipó José Manuel Albares, el ministro de Asuntos Exteriores de España, que precisó: «España considera la iniciativa de autonomía marroquí [para el Sáhara Occidental] como la base más seria y creíble y realista«. Es decir, así el Gobierno reafirma la soberanía de Rabat sobre la ex colonia española, en disputa con el saharaui Frente Polisario desde hace medio siglo.
Aunque ese conflicto territorial y nacional no aparecía entre los temas de la reunión avanzados este miércoles, era previsible que apareciese. Y el ministro español lo abordó durante la declaración institucional -sin preguntas- junto a Nasser Bourita, ministro marroquí de Exteriores. Ambos definieron la relación bilateral como «excelente», poniendo como punto de partida de la «nueva era» el encuentro entre Mohamed VI y Pedro Sánchez en abril de 2022, tras el giro histórico del PSOE sobre el conflicto del Sáhara, ocupado por Marruecos en 1975 aprovechando la agonía de Franco.
El Gobierno, pese al rechazo del socio minoritario -hoy Sumar, hace tres años Unidas Podemos-; pese a la opinión mayoritaria del Congreso y pese al apoyo que la causa saharaui tiene entre la población española -y de manera singular entre los afines al PSOE- solemniza su aval a la tesis de Marruecos para solucionar el conflicto con la anexión del territorio donde, según la legislación internacional asumida durante décadas por España, debería celebrarse un referéndum de autodeterminación. La confirmación del encaje entre Madrid y Rabat llegó por sorpresa, en un encuentro entre ministros de Exteriores que no aparecía en la agenda semanal y que se anunció este miércoles para la mañana de Jueves Santo.
Bourita, después de referirse, como Albares, a la inmigración o a los intercambios económicos, entró en la cuestión del Sáhara. Presumió de que la tesis autonomista y la posición española «va en línea paralela con la línea internacional», que «22 países dentro de la UE apoyan esta iniciativa» y también de «miembros permanentes del Consejo de Seguridad y estados del Golfo Pérsico».
El enviado de Rabat se extendió en sus consideraciones, con un ataque directo a los representantes del Frente Polisario que «desde Madrid o Estocolmo» siguen reclamando «un referéndum de autodeterminación» mientras miles de personas sobreviven «en campos de refugiados de Tinduf desde hace 50 años». Ciertamente, Bourita se siente muy fortalecido, después de encadenar en las dos últimas semanas el aval de Trump, Macron y, ahora, Sánchez, al plan autonomista para el Sáhara, que se presentó en 2007 pero que no cogió vuelo hasta 2020, cuando el presidente estadounidense, en las últimas horas de su primer mandato, abrazó esa vía de ‘solución’ para un conflicto de medio siglo. En el caso español, el cambio de postura se produjo después del error diplomático de acoger en un hospital español a Brahim Gali, el líder del Frente Polisario, en abril de 2021.
De hecho, Bourita se refirió a los hechos posteriores a ese hito como el momento de inflexión en las relaciones, primero hacia al conflicto (ruptura de relaciones diplomáticas y, el 17 de mayo de 2021, invasión de migrantes en Ceuta) y después hacia esta «nueva era», tras la destitución de la entonces ministra de Exteriores, González Laya (10 de julio de 2021), el reconocimiento expreso de Sánchez de la soberanía marroquí del Sáhara (19 de marzo de 2022) y el encuentro entre el presidente español y Mohamed VI, el 7 de abril de ese año. Sánchez nunca ha explicado las razones de ese giro, sin duda marcado por la presión migratoria y en un contexto de infiltración en los teléfonos móviles del propio presidente y de varios ministros con el programa israelí Pegasus, un espionaje tras el que habría estado Marruecos, según investigaciones periodísticas independientes.
Desde Sumar, la reacción se anticipó a la propia reunión. Tesh Sidi, diputada de la formación por Más Madrid y nacida precisamente en los campamentos saharauis en Tinduf (Argelia), criticó que «el mejor lobby de Marruecos en España se llama PSOE» y lamentó este nuevo paso del Gobierno del que forman parte «en detrimento de los derechos humanos y del pueblo Saharaui». Sidi señaló personalmente a Zapatero como el muñidor de la política de Sánchez sobre la ex colonia española.