Publicado: mayo 7, 2025, 4:07 am
Aitziber López de Lacalle medita cada respuesta pero alarga un poquito más su silencio cuando revive instantes junto a su padre, José Luis López de Lacalle. Aunque han pasado ya 25 años desde su asesinato, Aitziber mantiene muy cercana su presencia y el «dolor íntimo» que la sobrecogió aquel 7 de mayo del año 2000. Un dolor incrementado por la distancia, porque la hija del intelectual vasco se encontraba a 950 kilómetros cuando el etarra José Ignacio Guridi Lasa le disparó cuatro tiros a su padre en Andoain (Guipúzcoa). Como casi todos los años, Aitziber volverá a su localidad natal para, junto a su hermano Alain y a su madre, Mari Paz Artolazabal, mantener viva la memoria de José Luis López de Lacalle.
- ¿Qué recuerdos conserva de aquel 7 de mayo de 2000, ahora que han pasado ya 25 años?
- Los recuerdos siguen muy vívidos. Han pasado muchos años y al mismo tiempo es como si hubiese sido ayer. Estas cosas que nos hace la memoria porque ha pasado casi toda una vida y, al mismo tiempo, los recuerdos son muy dolorosos y tensos. Era un dolor íntimo y, al mismo tiempo, compartido con mucha gente. Esa tensión que tampoco dejaba vivir la situación… Fue algo que nos impactó, que ha marcado nuestras vidas.
- Usted ya trabajaba y residía en Ginebra, ¿desde la distancia era consciente del peligro que amenazaba a su padre tras haber sido señalado con pasquines, pintadas y el lanzamiento de cócteles molotov contra vuestro piso en Andoain?
- Sí. Él intentaba protegernos y tranquilizarnos. Yo era consciente de ello, y aún a sabiendas de que intentaba protegernos, estaba muy preocupada por todas las amenazas, que se fueron intensificando. Es verdad que, por una parte, eres consciente del riesgo pero, por otra, no puedes ni quieres imaginar que pueda concretizarse.
- Sus padres, José Luis y Mari Paz Artolazabal, eran dos personas muy conocidas en Andoain, ¿durante su infancia y juventud en su pueblo el ser la hija de José Luis le supuso algún tipo de incomodidad?
- Incomodidad para mí no. Pero es verdad que estábamos señalados. Aunque mi madre fue una de las fundadoras de la ikastola de Andoain, el hecho de que mi padre fuera notoriamente no nacionalista era algo que sí que se nos hacía notar.
- ¿Cómo?
- Con comentarios, con ciertas miradas, actitudes que a mí no me incomodaban porque tuve la suerte de vivir en una familia en la que se nos hablaba de todo esto. No había tabúes respecto a la situación y esto te ayuda a sobrellevarla mucho mejor que si no te explican lo que está pasando. Siempre hubo mucho diálogo, muchas explicaciones en casa. Nos contaban la historia y mi padre, que leía mucho, nos hablaba de sus lecturas.
- ¿Cómo era José Luis como padre?
- Era un padre muy… [silencio] Para mí era el mejor padre del mundo. Esto suena muy psicoanalítico, evidentemente. Era un padre que no te imponía sus ideas, era muy tolerante. Te daba las claves para que tú pudieras hacerte tus propias ideas y después debatirlas con él.
- El haber estudiado psiquiatría y ejercer su profesión en Suiza, ¿le ha dado instrumentos para afrontar una situación tan terrible como el perder a un padre en un asesinato?
- Creo que sí me ha dado instrumentos. He hecho muchos años de psicoanálisis y vine a Suiza a especializarme en psiquiatría infantil, que es una muy formación completa con psiquiatría y psicoterapia. En ella había un intenso trabajo personal. Son instrumentos para poder empatizar con el dolor de otra forma. Pero al final haces lo que puedes. Es algo que no le deseo a nadie.
- ¿En los años 60, José Luis creó con Napoleón Olasolo una publicación que se llamaba Unidad y Lucha, vinculada a Comisiones Obreras y al PCE de Euskadi. ¿Qué le movía a su padre para estar siempre comprometido con el periodismo?
- Su compromiso inquebrantable, absoluto, con las libertades. Con el debate de las ideas para avanzar. Era un hombre profundamente de izquierdas, en el sentido más noble del término; por la tolerancia y por el respeto hacia el prójimo. El periodismo no era solo una forma de expresar sus ideas sino de provocar un debate que permitiera avanzar a la sociedad.
- ¿Llegaron a plantearle que dejara de escribir?
- No. Era parte integrante de su vida. No consigo imaginar a mi padre sin escribir, por esa curiosidad que tenía por lo que sucedía a su alrededor. Echo de menos a mi padre como padre pero también le echo muchísimo de menos como referente intelectual. Con la situación internacional en la que vivimos echo de menos no poder conocer lo que su fineza intelectual nos podría aportar de lo que está pasando ahora en el mundo.
Mari Paz Artolazabal y José Luis López de Lacalle posan junto a Aitziber y a Alain en una fotografía familiar en su piso de Andoain después del bautizo de su segundo hijo.ÁLBUM FAMILIAR
- Precisamente, por la publicación de ese diario y, sobre todo, por promover y organizar las Comisiones Obreras en Guipúzcoa José Luis fue condenado a seis años de cárcel por la dictadura de Franco en los años 60, ¿compartía con sus hijos esa dura experiencia?
- Sí. En casa se hablaba de todo. No había ningún secreto. Lo peculiar es que nos lo contaba en un tono muy chistoso, de anécdotas. Y eso con lo duro que es pasar seis años en las cárceles franquistas para una persona joven. Él lo contaba en clave de humor y nos reíamos mucho con las historias de la cárcel. Era su forma de compartir con nosotros esa dura experiencia.
- En sus artículos recogidos en el libro La niebla y el trasluz [La Esfera de los Libros] aboga por el autogobierno vasco. Sin embargo, hay quien ha querido etiquetarlo como antinacionalista, ¿lo era?
- No, en absoluto. No era nacionalista y criticaba la ideología nacionalista. Siempre decía que lo que hay que debatir son las ideas no las personas. No era antinacionalista. De hecho, mi familia materna era muy nacionalista. No nos imponía ninguna ideología. Un día vino a casa y nos contó que se había encontrado con una persona muy conocida. Esta persona le preguntó si mi padre no decidía el voto de sus hijos. Y mi padre se escandalizó. Contestó que «por supuesto que no» y que podíamos votar lo que quisiéramos porque él pensaba que debía enseñarnos a pensar pero sin condicionar nuestras preferencias políticas. Esto debió escandalizar a su interlocutor.
- ¿Se ha preguntado por qué ETA decidió matar a su padre?
- [Silencio] Es que yo creo que esto entraba dentro de la estrategia… Esto debería preguntárselo a ellos, primero. Entraba dentro de la estrategia de intimidación, de totalitarismo de ETA. Querían acallar toda voz que pudiera reflexionar, que pudiera pensar y que pudiera liberar a la sociedad.
- Usted y su madre, Mari Paz Artolazabal, han reconocido que tras el asesinato de José Luis recibieron muchas muestras de apoyo pero que otra parte del pueblo de Andoain les dio la espalda, ¿se sintieron acompañadas?
- Nos sentimos acompañados por quienes tuvieron el valor de hacerlo. Acompañarnos era tomar riesgos en un ambiente como el de Andoain. Preferimos quedarnos con el recuerdo de quien sí estuvo cuando tuvo que estar.
- ¿Alguien de la izquierda ‘abertzale’ les ha pedido perdón durante estos 25 años o ha tenido al menos una palabra de consuelo hacia ustedes?
- Que yo sepa no.
- Quienes sí han mantenido muy viva la memoria personal e intelectual de José Luis han sido las agrupaciones socialistas de Andoain y de Zarautz, ¿qué ha significado este apoyo para la familia ?
- No hay palabras para agradecerles suficientemente su apoyo, su presencia constante y su valor. Ese apoyo incondicional de las agrupaciones socialistas de Andoain y de Zarautz ya sido muy, muy importante. Quiero recalcar la coherencia de estos amigos porque también era una virtud muy importante en mi padre. Coherencia entre sus ideas y sus actos.