Publicado: febrero 21, 2025, 5:07 am
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Hacía exactamente un mes de su última visita a Washington. Entonces, Santiago Abascal viajó para asistir a la toma de posesión de Donald Trump, donde presumió de ser el único dirigente español invitado y celebró tener al nuevo presidente estadounidense como «aliado», «socio» y «compañero de armas». Confiaba en que ir de la mano de Trump lo «catapultaría» también en España. Sin embargo, treinta y un días después, el líder de Vox regresó ayer a la capital norteamericana tras semanas en las que las decisiones y actuaciones de Trump han dejado a su partido en una posición muy incómoda. Los dirigentes de la formación venían haciendo equilibrios para sostener su apoyo cerrado a Trump pese a la amenaza arancelaria y la postura del estadounidense respecto a Ucrania, y ayer Abascal reafirmó que su apuesta es clara: el presidente estadounidense.
El líder de Vox repetía ayer como ponente en la cumbre del trumpismo que, hace justo un año, le brindó la primera y única fotografía que tiene con el republicano. Solo el gesto de asistir a este evento ya daba cuenta de que el partido pretendía sostener su adhesión a Trump pese a las polémicas y contradicciones que le ha traído esa «alianza», pero aun así Abascal aprovechó su intervención para reivindicarlo.
La cita venía marcada por la comprometida posición en la que dejan a Vox los últimos movimientos protagonizados por el presidente estadounidense respecto a la invasión rusa de Ucrania. El pasado miércoles, su «socio» norteamericano se refirió a Volodimir Zelenski como un «dictador» y acusó a Ucrania de haber comenzado la guerra, palabras a las que el dirigente español evitó hacer mención en su discurso en Washington, consciente de que es un asunto que genera fricción en Vox, que siempre había dicho estar del lado del país agredido. Esquivando este punto de choque y poniendo así de manifiesto su intención de no confrontar con Trump, Abascal centró sus críticas en la Unión Europea, abanderando esta tesis en la que sí coincide con su «aliado».
Enumeró entonces el líder de Vox una sucesión de acusaciones con las que señaló directamente a los políticos del continente como responsables de la invasión rusa. «Populares y socialistas europeos han financiado la guerra a Putin», afirmó, y prosiguió: «Pretenden llevarnos a la guerra total los mismos que han dejado a Europa indefensa, destruyendo su industria y su capacidad de generar energía». Abascal fue todavía más allá, culpando a los políticos comunitarios de haber «facilitado la agresión de Putin» y «dado a Rusia la posibilidad de invadir Ucrania».
Evitó así Abascal entrar a valorar la postura de Trump en esta materia, aunque sin poner de manifiesto que exista discrepancia alguna con su «socio». Más bien al contrario, pues la única referencia que hizo al presidente estadounidense a este respecto fue en positivo: «[Los políticos del continente] son los mismos que se reían cuando Trump, hace ya ocho años, advertía a Europa de que se ponía en manos de Rusia al renunciar a la energía fósil». Ató así Abascal su futuro al del republicano y abanderó el enfrentamiento directo con Europa que su «aliado» había iniciado: «Hay que deshacerse de esos napoleones de salón que solo saben provocar guerras cuyas consecuencias pagan otros», proclamó el español.
Sin embargo, y pese a que ayer el líder de Vox esquivó referirse a las acciones de Trump que chocan con las tesis de su partido -que siempre había abogado por posicionarse al lado de Ucrania-, estas discrepancias discursivas están muy vivas en el seno de la formación. Tanto que en los últimos días algunos dirigentes sí se han posicionado abiertamente en contra de los movimientos del presidente estadounidense.
El eurodiputado Hermann Tertsch, que acompaña a Abascal en su viaje a Washington, criticó que Trump calificara de «dictador» a Zelenski, unas palabras que entendió como «el primer gran borrón» del republicano y una «innecesaria diatriba» contra el ucraniano. Hay, dijo, «una verdad incontestable que Trump no puede ignorar: Zelenski es presidente electo, Rusia sí que es una dictadura». A la opinión de Tertsch -una de las voces de Vox más defensoras de Ucrania- se sumó el también eurodiputado de Vox Juan Carlos Girauta, aunque poco después ambos aseguraron que su coincidencia con la política internacional de Abascal «es absoluta».
En privado, en el partido evitan pronunciarse en contra de los movimientos que está efectuando Trump respecto a esta cuestión, confiando en que el estadounidense no firmará un acuerdo de paz en el que no se tenga en cuenta la voz de Ucrania -pese a que las primeras acciones del norteamericano apuntan en sentido opuesto-. Sin embargo, fuentes de la dirección de Vox reconocen que, «si de verdad Trump termina negociando con Rusia sin Ucrania», su posicionamiento debe ser claro: «Hay que decir y diremos que está mal».
Las críticas internas que la formación de Abascal viene afrontando en las últimas semanas -acompañadas de un goteo de dimisiones y salidas- se sostienen en el «giro» que, consideran, ha dado el partido en su postura respecto a la invasión rusa desde que se uniera al grupo del húngaro Viktor Orban en Europa. Quienes un día formaron parte de la dirección de Vox condenan ahora que se «compre el discurso completo» al presidente estadounidense y apuntan que esta deriva «hace que la gente esté cada vez más distante». «Se habrían alineado con Trump dijera lo que dijera sobre Ucrania», lamenta un ex dirigente, que señala que en el partido «hay voces que piden explicaciones».
Las críticas en el seno de Vox a la alianza con el republicano no solo vienen por esa vía, sino también por la falta de condena a sus intenciones arancelarias. Abascal volvió a excusar a su «socio» ayer: «Las verdaderas cargas a nuestra economía no son los aranceles anunciados por EEUU, sino el Pacto Verde y los impuestos».