Publicado: abril 11, 2025, 1:07 am
Tras estallar la bomba, dos de los supervivientes del atentado señalaron como posible autor de la masacre a un joven que estaba solo en barra y que les resultó sospechoso. Le calcularon entre 20 y 30 años de edad, 1,70 metros de estatura, complexión normal, pelo castaño claro y bigote. Parecía nervioso y miraba frecuentemente a la salida del restaurante. Se tomó la cerveza y se marchó, algo inusual puesto que todos los demás esperaban para cenar. Los testigos no sabían decir si se llevó el bolso bandolera que llevaba consigo o lo dejó a propósito dentro. Con los datos que ambos proporcionaron se elaboró un retrato robot que cuatro décadas después sigue siendo la única pista sobre quién pudo poner la bomba.
Cuando se cumplen 40 años de la explosión en el restaurante El Descanso -12 de abril de 1985; 18 personas fallecidas, 84 heridos, tercera acción terrorista con más muertos tras el 11M y el Hipercor de Barcelona-, el atentado sigue envuelto en el misterio. Tradicionalmente se ha reseñado como el primero con la firma del yihadismo perpetrado en territorio español, pero una publicación que ve la luz ahora –Un extraño atentado: La matanza del restaurante El Descanso y el terrorismo internacional, de Luis de la Corte Ibáñez- desvela que la investigación del caso descartó la autoría yihadista y apuntó a que había sido obra de un grupo palestino.
El restaurante El Descanso estaba situado en el kilómetro 14,200 de la A-2 y era popular por sus ribs, las costillas que atraían a muchos de los soldados estadounidenses destinados en la cercana base de Torrejón de Ardoz. Ante el desconcierto que produjo el ataque, en los primeros momentos se pensó que debía de ir dirigido a los estadounidenses, pero nadie que conociera sus costumbres hubiera hecho explotar los cinco kilos de cloratita que conformaban la bomba a las 22.30 horas, cuando los soldados hacía mucho que habían cenado. No hubo ningún estadounidense entre los 18 fallecidos. Las víctimas mortales tenían entre 19 y 52 años, 15 de ellos eran mujeres y muchos murieron aplastados por los escombros al derrumbarse el edificio.
«Y de repente fue como un calambre, como un terremoto, sentí un movimiento en todo mi cuerpo, una sensación muy extraña que ahora me vuelve. Lo siguiente que recuerdo es estar tirada en las escaleras y tocar a mi alrededor. Tocaba escombros y cuerpos», contaba a este diario en 2015, por motivo del 30 aniversario, Mari Ángeles del Saz, una de las supervivientes. Lo hacía de regreso por primera vez desde el atentado a El Descanso, que entonces ya no se llamaba así y había cambiado también de propietarios. Le acompañaba su hija, Rebeca, que el 12 de abril de 1985 era un feto de cinco meses en la barriga de su madre. Sobrevivió a la explosión. Cumplirá 40 años en agosto.
Un día después de que El Descanso volara por los aires -13 de abril de 1985- la delegación de la agencia Associated Press en Beirut (Líbano) recibió una llamada reivindicando el atentado a nombre de la yihad islámica, poniendo así al yihadismo en el primer foco de una investigación que acabaría encallando y cerrándose provisionalmente el 9 de marzo de 1987 por falta de autor conocido.
En julio 2005, sin embargo, el caso resucitó después de que EL MUNDO publicara, tras los atentados del 7-J en Reino Unido, varias informaciones en las que se reproducían fotografías de Mustafá Setmarian: «La Policía busca también por los atentados de Londres a un español de origen sirio vinculado al 11-M», se titulaba uno de ellos.
Mustafá Setmarian en los años 80.
Al ver la imagen de Setmarian, uno de los supervivientes de El Descanso lo reconoció como el joven sospechoso de la barra, lo que provocó que en septiembre de 2005, el juez Ismael Moreno reabriera del caso. Finalmente, el 28 de noviembre de 2008 se decretó el sobreseimiento provisional, de nuevo por falta de autor conocido.
A Setmarian, que vivió entre Madrid y Granada de 1985 a 1995 y quien se casó con dos españolas, se le atribuye la fundación «los soldados de Allah», el germen de la primera célula de Al Qaeda en España. En 1998 se trasladó a Afganistán, donde ingresó en la cúpula de la organización terrorista. Se le perdió la pista en 2011 en Siria, momento en el que, según algunas fuentes, podría haber muerto.
«Es verdad que el retrato robot [del supuesto autor del atentado de El Descanso] que se realizó en 1985 a partir de la descripción que dieron los testigos muestra rasgos muy parecidos a los de Setmarian y es sorprendente que no se profundizara más en esta cuestión. Da la impresión que la Policía hizo las mínimas pesquisas porque consideraba que había las mínimas posibilidades de que fuera él», dice Luis de la Corte Ibáñez, quien no obstante puntualiza que Setmarian y Al Qaeda pertenecen a la rama suní del islam y que el grupo que reivindicó lo de El Descanso era libanés y chiíta.
De la Corte, director de Estudios Estratégicos e Inteligencia del Centro de Investigación en Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, tras acceder al sumario del caso y plasmar su investigación en libro antes mencionado, considera que «la hipótesis más verosímil es la conclusión que plasma la Policía en el último informe que aparece en el sumario».
Tras la primera reivindicación, explica, tres días después del atentado, la agencia kuwaití de noticias Kuna recibió otra nota procedente de Damasco (Siria), cuyos autores se atribuían la autoría de la explosión en El Descanso. En ella se lamentaba la muerte de españoles y se aludía explícitamente a Israel y Estados Unidos.
La Policía concluyó que tras la firma del comunicado -WAAD- se escondía el Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando Especial (FPLP-CE ), «una de las escisiones del FPLP que se producen en los 70 y 8», explica De la Corte. Así, el atentado se habría planeado enero o principios de febrero de 1985 en el cuartel general que el grupo palestino tenía en Yemen del Sur.
La Policía dio credibilidad a esta la nota reivindicativa porque al final del texto aparecía impresa una fotocopia de uno de los sobrecitos de azúcar personalizados que se usaban en El Descanso. «Este fue el único comunicado sobre el atentado que incluiría una prueba inequívoca de que sus remitentes conocía el lugar donde aquel se produjo o que había estado allí», se lee en Un extraño atentado.