El mes infernal en que Galicia luchó contra una ola de fuego "nunca vista": "Más que la adrenalina les movía el dolor" - España
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El mes infernal en que Galicia luchó contra una ola de fuego «nunca vista»: «Más que la adrenalina les movía el dolor»

ROSA GONZÁLEZ. 28.08.2025. VERÍN (OURENSE). El Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV en Verín trabajó intensamente durante los incendios de agosto.

Publicado: septiembre 1, 2025, 1:07 am

España ha atravesado un verano que difícilmente olvidará. Los últimos datos del Sistema de Información de Incendios Forestales europeo, que hoy se actualizarán una vez más, dibujan un paisaje de devastación: una triple ola de incendios que ha segado cuatro vidas y reducido a cenizas más de 360.000 hectáreas. Más allá de la magnitud, impresiona también su causa, ya que en torno al 80% de las llamas surgieron de la mano humana. Todo ello «en sólo dos semanas», como recordaba el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, el pasado viernes, evocando esos 16 días que definió, sin exagerar, como «infernales», desde el 3 de agosto.

Galicia ha sido la comunidad más castigada. La lectura de sus datos, desde que se inició el primer foco el 1 de agosto en Vilardevós (Ourense), refleja una superficie quemada este agosto equivalente a la de los últimos nueve años. Ardieron casi 158.000 hectáreas, un 54% más de lo que los 6.618 focos de casi una década (2015-2024) habían consumido (102.421 hectáreas). Pueblos enteros, como A Caridade, se redujeron a cenizas; vecinos, como los de Roblido, resistieron frente a las llamas durante jornadas interminables; incluso «o teito de Galicia» –Pena Trevinca y O Teixadal, testimonio de la evolución de la flora ibérica y de gran importancia europea- sucumbió en parte. El fuego, inagotable, también penetró en esa espina dorsal a la que Uxío Novoneyra consagró sus versos más hondos: O Courel.

Sistemas de vigilancia en el Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV, en Verín.

Sistemas de vigilancia en el Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV, en Verín.Rosa González

La lista no es infinita, pero casi. Y lo incalculable -la pérdida de biodiversidad irrepetible, recuerdos, herencias familiares- se escapa de todo inventario. Las cifras apenas alcanzan para tantear la magnitud de la desgracia de los peores incendios de su historia. Y, frente a la magnitud imposible, quedan los rostros de quienes lucharon cuerpo a cuerpo contra la catástrofe con lo que había. «Quizás no reconforte a quien lo ha perdido todo, pero puedo asegurar que todos nosotros hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por frenarlo», dice a EL MUNDO Sandra Martínez, directora provincial del servicio de prevención de incendios forestales de Ourense.

En agosto ardió un 54% más de lo quemado en nueve años en Galicia

En Galicia existe una geografía paralela a la de los mapas físicos o políticos que cada verano es decisiva: la de los distritos forestales. Constituida por un total de 19, marcan la forma en la que se organiza la lucha contra el fuego. En Ourense -donde confluyen el calor extremo, la despoblación y un monte cada vez más abandonado- esa red se articula desde un centro provincial, que poco descansa, del que dependen cinco distritos (O Ribeiro-Arenteiro, Miño-A Arnoia, Valdeorra-Trives, Verín-Viana y A Limia). Los mismos que en este agosto tuvieron que sostener la primera embestida del fuego, aunque pronto se precisó refuerzos de otros territorios y enlazarlo todo con el mando mayor de la Xunta en Santiago: Centro de Coordinación Central. «Todos han arrimado el hombro. Más que la adrenalina les movía el dolor que produce todo esto», apunta Martínez sobre las largas jornadas vividas en estos centros.

La agente forestal y directora provincial del servicio de prevención de incendios en Ourense, Sandra Martínez.

La agente forestal y directora provincial del servicio de prevención de incendios en Ourense, Sandra Martínez.Rosa González

Toda tragedia deja siempre una estela de dudas, no tanto porque falten explicaciones, sino porque ninguna logra señalar qué fue lo que inclinó la balanza hacia el desastre. Por su particular orografía -un territorio dominado por sierras y montañas encadenadas, valles profundos y cerrados de difícil acceso que actúan como corredores naturales para el fuego y un clima más continental-, Ourense se convierte en un territorio especialmente ingrato para combatir las llamas. A lo que esta temporada se sumaron las particularidades meteorológicas de todo el año. «Posiblemente, el gran detonante haya sido ese invierno tan lluvioso que hemos tenido, donde creció enormemente la masa forestal, y el verano tan seco que nos ha tocado, que provocó que toda esa masa se secase», resume Yolanda Boo, del Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV de Verín-Viana.

«Todos arrimaron el hombro. Les movía, sobre todo, el dolor que produce todo esto»

Tampoco ayudó en la prevención una última década contenida. De hecho, la parroquias de alto riesgo, aquellas que han registrado más de dos fuegos de más de 200 hectáreas en los últimos 10 años o siete incendios en el último lustro, habían pasado de 40 a 26 en el último plan.

Pero la naturaleza de la provincia y la organización de los equipos tampoco aportan consuelo. Galicia dispone, según el Plan de Prevención e Defensa contra os Incendios Forestais de Galicia (Pladiga) 2024, de unos 7.000 efectivos, entre quienes trabajan directamente en el terreno y quienes coordinan, planifican y controlan desde los centros.

Ahí, en esos lugares de control, se reciben las llamadas al 085 alertando de posibles fuegos que, en el mejor de los casos, pueden comprobar con sus cámaras de vigilancia 360. Pero también gracias a la geolocalización de las brigadas se puede comunicar el lugar del posible foco para que, las más próximas al lugar, lo comprueben in situ. Como apoyo a las brigadas, además de las 380 motobombas dotadas por la Xunta de Galicia, la comunidad cuenta con 30 medios aéreos para la prevención y combate del fuego.

Parte de los bomberos y agentes forestales que conforman las brigadas de Verín.

Parte de los bomberos y agentes forestales que conforman las brigadas de Verín.Rosa González

«Hacemos lo que podemos, tanto a nivel de esfuerzo como por tema burocrático, y como hemos aprendido estos años», explica uno de los bomberos forestales en el distrito de Verín. «Algo tiene que cambiar desde arriba. Hay que hablar con la gente, con los que llevan toda la vida trabajando el campo, para conocer las necesidades».

«Aquel hombre que con 30 años hacía las quemas, ahora tiene 80»

Esta ola de incendios, «nunca vista», según la memoria de quienes los combaten, también les ha enseñado algo. No sólo que las consecuencias del cambio climático se hacen sentir en cada ráfaga de viento -que tanto les ha perjudicado en este agosto-, sino que a esa amenaza casi implacable hay que añadir otras, acaso, más difíciles de sofocar: el abandono del campo y una gestión forestal más eficiente. «Aquel hombre que con 30 años hacía las quemas, ahora tiene 80 y, en algunos casos, ya no se es capaz de reaccionar a tiempo. Que permitan a los ciudadanos solicitar una quema controlada y nosotros nos encargaremos, pero el problema es la cadena burocrática hasta que se aprueba». Reconocen con franqueza que revertir esta situación es una tarea de gran complejidad, pero no por ello menos urgente. En esa misma lógica, señalan que la protección de los espacios naturales debe replantearse. «Está bien proteger áreas de gran valor, como las que pertenecen a la Red Natura, pero no hay que blindarlas, sino conocer las necesidades de esos bosques y campos para poder protegerlos de verdad».

«No hay que blindar los espacios naturales, sino conocerlos»

Para ellos también es importante no dejar morir lo poco que queda en el rural y que las instituciones reflexionen cómo alentar la vida. «Normal que la gente abandone esto si para cualquier servicio hay que desplazarse cientos de kilómetros. La gestión y promoción de ayudas para atraer personas tiene que ser consecuente».

Técnicos del Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV.

Técnicos del Centro de Coordinación del Distrito Forestal XIV.Rosa González

Las jornadas en estos centros orensanos han sido de una intensidad que cuesta describir, como reconoce Sandra Martínez, la directora provincial del servicio de prevención de incendios forestales de Ourense. El frenesí y la desazón de ver su propia tierra consumirse los mantuvieron «lejos del ruido» mediático y social que, durante este mes, ponía en cuestión la gestión de los gobiernos autonómicos, en este caso, la del Ejecutivo de Alfonso Rueda. Técnicos, bomberos y agentes forestales afrontaron en primera línea un sinfín de fuegos, con la amarga sensación de que todo esfuerzo resultaba insuficiente. «A las reactivaciones, a tener que volver a atacar un foco ya apagado, súmale todas las preguntas que te haces al ver a la gente perderlo todo», confiesan, dejando entrever que la herida no es solo del monte. Dicen que este es el inicio de una nueva era en la gestión de los fuegos.

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