Publicado: agosto 21, 2025, 4:07 am
Hervás (Cáceres, 3.900 habitantes) parece en estos días Vietnam, con los helicópteros e hidroaviones sobrevolando el pueblo en enjambre, llevando agua del embalse de Baños de Montemayor a las llamas que miran de frente al pueblo, a apenas dos kilómetros. Y en su Plaza Mayor hay esta tarde un bombero derrengado, tomándose un café en una terraza, descansando «unas horas» mientras «la bestia», el mayor incendio ya de la historia en Extremadura, el que inició un rayo en Jarilla el pasado jueves 14, sigue devorando hectáreas. Ya casi 16.000 hasta este jueves, en un inimaginable perímetro de 160 kilómetros.
«¿Quieres tomar algo más?», le dice la concurrencia, que obviamente invita. «Si me tomo otro café ya no duermo, y después es peor», devuelve el chico, veinteañero, predeciblemente tatuado y que lleva en el rostro siete días de cansancio y no poco pasmo. Cuando abre la boca, preguntado por este diario y a condición de anonimato, la cosa empeora: «Esto va a durar, va a durar bastante más. Yo nunca he visto nada igual… Es una bestia de incendio… En siete años que llevo como bombero nunca había enfrentado algo así, la verdad».
El enemigo que está impidiendo acabar con las llamas, aparte de la extrema sequedad de un monte «lleno de combustible», está presente en nuestra misma conversación, aquí en el bonito centro de Hervás: el viento, que no deja de soplar las banderitas festivas colgadas sobre la plaza, es el culpable de que el incendio lleve ya más de una semana comiéndose la sierra de aquí al Jerte… E incluso incursionando en la vecina Salamanca, aunque fuentes del Gobierno de Castilla y León daban ayer por «muy difícil» que las llamas entren en la comunidad y amenacen Candelario, al otro lado de la sierra -porque justo en esa ladera hay demasiada piedra, y la piedra de momento no arde-.
«Hay demasiada vaguada ahí arriba», dice el chaval, «es todo un sube-baja muy complicado y no hay dios que ataque bien el fuego». Luego convierte ese duro panorama en un tecnicismo: «Es que es un fuego anabático y catabático». ¿Qué es eso? «Que por el día sube la montaña con el viento de subida, pero por la noche la baja… Y pierdes todo lo que has ganado en el día». De noche, sin los 26 medios aéreos por falta de visibilidad, el fuego vuelve a enseñorearse del monte. Y por la mañana, Sísifo con la piedra a la espalda. «Volver a empezar». Se trata de un fuego que a veces «no es atacable a pie»» por la orografía, y que desde ayer están intentando apagar también 65 bomberos de Alemania.
Todos en Hervás, que comienza a sufrir cierta psicosis ante el fuego que no se apaga, lamentan la «ventana de oportunidad» perdida el martes, cuando la temperatura bajó drásticamente y la humedad subió. «Sin embargo», cuenta Eugenio Mártil, de Protección Civil, «por la noche el viento se volvió loco y encendió lo que casi estaba apagado».
«Dos veces esta semana los bomberos han dado por casi controlado el incendio a última hora de la tarde, pero luego ha revivido», dice Mártil, albañil jubilado de 57 años, que lleva desde el domingo subiendo y bajando la sierra, como un zahorí, para mostrar a bomberos y miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) cada rincón desde el que atacar lo que las autoridades llaman «monstruo».
«Es que lo es, es una burrada», dice Eugenio, que lo ha visto tan de cerca que le ha mirado a los ojos. «Compañeros bomberos han llegado a ver llamas de 40 metros de altura, la mitad del agua de los helicópteros se evapora sin tocar el fuego… Bueno, si es que el viento a veces es tan fuerte y va a tal velocidad que llegó a saltar los cuatro carriles de la A-66″.
Dice Eugenio, que creció triscando por estos montes y luego cazando jabalíes, que querría llorar. «No lo hago por vergüenza». Se hizo voluntario de Protección Civil hace 22 años, y lo hizo sobre todo «para defender» su pueblo, dice mirando fijamente a los ojos. «Y mira cómo está quedando todo el monte… Es una locura».
Cae la noche. «Cuando todo sucede», asegura Eugenio. Y mañana el pronóstico del tiempo da más temperatura que hoy, y al día siguiente más. Hervás mira nervioso por encima de su hombro al monte, que no deja de humear.