Publicado: agosto 19, 2025, 6:07 am

Paco Castañares fue director general de Medio Ambiente la Junta de Extremadura (1989 y 1994) y hoy es presidente de AEEFOR (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medio Ambiente). Desde hace años, este reputado experto en la lucha contra incendios insiste en la prevención forestal y el reforzamiento del mundo rural para evitar los grandes incendios de sexta generación, «que no son nuevos porque llevan con nosotros desde, por lo menos, hace una década, pero nuestros políticos no han aprendido nada».
De entrada, deja una reflexión contundente: «Es inútil lo que se está haciendo en Jarilla o, en incendios iguales a éste, de grandes proporciones, que liberan por ellos mismos tanta energía que es imposible frenarlos. No ahora que ya ha pasado una semana desde su inicio sino desde los cinco o días minutos desde que se inició». Y sigue: «Es absurdo utilizar los medios aéreos, que se acerquen los bomberos forestales a intentarles echarles agua o que acceden los camiones cisternas, absolutamente inútil. No se trata de un problema de falta de medios, es que no es posible frenarlos, pero los políticos hacen el paripé para intentar tranquilizar a los afectados, para dar la sensación de que se hace algo, pero están fuera de la capacidad de extinción. Ni 100 ni 200 aviones conseguirían apagar el de Jarilla hasta que las condiciones atmosféricas provoquen por sí mismos su extinción», asegura.
Se trata de incendios con «inmensas intensidades energéticas emitidas en días de fuerte inestabilidad atmosférica, que vienen a desarrollarse tras periodos de aridez repetidos varias estaciones sobre un paisaje continuo y cargado de vegetación acumulada durante años, al no estar cuidadas ni poder limpiarse. Todo ello provoca tormentas de fuego que alteran la composición de la atmósfera en centenares de kilómetros».
Castañares recuerda que incendios de esta magnitud llegan a alcanzar unas temperaturas de 1.200 grados centígrados en su pirocúmulo, que son las columnas de humo que ellos mismos crean y atraviesan la troposfera que el propio incendio crea. Pueden alcanzar más de 14 kilómetros de altura y crecen creando su propia dinámica de propagación. «Por mucha agua que le eches no vas a poder con las llamas, porque ni tan siquiera llega al fuego, se evapora en cuanto se acerca a estas temperaturas». Y añade: «Tienen mucha energía propia; el incendio interactúa por sí solo con la atmósfera, crea tormentas, rayos, vientos… y lo que hace es multiplicar la energía del incendio y la velocidad de propagación». Pone un ejemplo: «Antes, hace muchos años, en unos minutos se quemaban 50 hectáreas. Ahora, como mínimo, dos mil, por su capacidad de interactuar, de crear su propia climatología, porque no se limpian los caminos rurales, no se deja hacer cortafuegos cuando hay que hacerlos y cuidarlos, que es invierno, y encima son fuegos que no tienen ni cabecera ni frentes porque van y vienen de un lado para otro».
En este contexto, este experto aconsejaría a las administraciones con grandes fuegos «retirar a los medios, a los pilotos de avión, para que descansen y estén preparados para cuando verdaderamente sea conveniente que intervengan. Pero, sobre todo, los medios tienen que estar dentro de los pueblos protegiendo a la gente, con ellos, no fuera, porque tienen una sensación de abandono».
Por último, utiliza el término de la economía del fuego, es decir, el gasto que produce a las administraciones intentar apagar un fuego y lo que costaría, por la mitad del presupuesto, invertirlo en medidas preventivas: «Hay estudios certificados que indican que los gastos que se tienen para apagar un fuego son uno 20.000 euros por hectárea mientras que se reducen a 2.000 euros por hectárea una eficaz gestión previa».
Y pone el ejemplo de Jarilla, «donde en 12.000 hectáreas ya se llevarán invertidos 24 millones de euros y tenemos la tierra calcinada». Remata: «Imagínate contar con la mitad de ese dinero para invertirlo y, en un plazo de diez años, aquello quedaría como un vergel, como los jardines de Versalles, y encima estamos ahorrando desde el punto de vista económico y dotando de un futuro a nuestros pueblos abandonados». Palabra de experto.