Publicado: agosto 16, 2025, 8:07 am

Aunque aún faltan diez años para el centenario de 1936, Javier Lambán ya estaba pensando en ello. En cómo celebrará España el aniversario del comienzo de la Guerra Civil. Era asombroso escucharle hablando de la necesidad de empezar a pensar en organizar con tino esa conmemoración, porque el hombre que asà pensaba en 2036 ya llevaba el final de su vida escrito en los rasgos de su cara y en la extrema delgadez de su cuerpo. Nada le importó que los españoles fueran testigos de los estragos de la enfermedad que le ha arrebatado la vida antes de tiempo. Hasta el último suspiro defendió sus convicciones con firmeza y honestidad. No es tan fácil hoy en dÃa enfrentarse a las direcciones de los partidos polÃticos. De ningún partido. La disidencia nunca se ha topado con tantas dificultades para expresarse orgánicamente.
Lambán, izquierdista de manual en la Transición y socialdemócrata después de convicción, iba más allá del presente, pensaba en la Historia y en el futuro de España, y lo hacÃa en términos casi noventayochistas. La crisis institucional que desde hace unos años aqueja a la Nación era una obsesión para el ex presidente de Aragón. No era una pose, ni una forma de fastidiar a Pedro Sánchez. Por cursi que pueda parecer a los dirigentes polÃticos de hoy en dÃa -que sólo se emocionan con un tuit- a Lambán le dolÃa España y le dolÃa el PSOE. Hasta el final. Hasta cuando era evidente que las fuerzas fÃsicas le habÃan abandonado y que la enfermedad le habÃa sentenciado, se ponÃa delante de los micrófonos y de los focos para defender con uñas y dientes el modelo de partido que, en su opinión, habÃa sido destruido por la dirección actual. El PSOE actual se convirtió para él en un lugar hostil. Y no tuvo reparos en censurar con palabras muy duras -en público y en privado- la estrategia y las decisiones de Pedro Sánchez, al fiar la gobernación de España a sus pactos con el independentismo catalán.
Hay que recordar algo que a veces se olvida al hablar del último Javier Lambán. Presidió un Gobierno de Aragón en minorÃa con el apoyo de Podemos, Chunta e Izquierda Unida. Y fue un Gobierno estable. Su disputa con Sánchez nada tenÃa que ver con la ideologÃa, sino con el modelo de partido. Y nunca tampoco negó que la militancia socialista, a su juicio de forma equivocada, apoyaba sin fisuras y casi sin matices al mismo secretario general que él criticaba con acidez. Lambán era una persona muy relevante en el grupo de dirigentes del PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra que se han organizado, informalmente, en una especie de corriente crÃtica interna o de resistencia activa más mediática que real, ya que carecen de capacidad para cambiar la evolución del PSOE. Aún teniendo la legitimidad histórica de su parte. En las conversaciones con esos socialistas que compartÃan sus principios encontró Lambán el consuelo polÃtico de sus últimos y complicados años de vida. Sin apenas quejarse del sufrimiento que le producÃa la enfermedad.