Publicado: agosto 12, 2025, 6:07 am

Las palabras de Santiago Abascal contra los obispos no fueron un desliz. El líder de Vox, que siempre había tratado de esquivar el enfrentamiento directo con la Iglesia, respondió el domingo a la crítica vertida desde la Conferencia Episcopal a raíz del veto a las celebraciones musulmanas aprobado en Jumilla (Murcia). «No sé a qué se debe», dijo, para deslizar que la posición de la institución eclesiástica y su «silencio» ante las políticas migratorias del Gobierno podría responder «a los ingresos públicos que obtiene», a los que recibe «como consecuencia del sistema de ayudas a la inmigración ilegal» o a los «casos de pederastia que la tienen amordazada».
Abascal elevó el tono contra «una parte» de los obispos reafirmando que sus tesis migratorias están por encima de cualquier otro de sus postulados. Incluso por encima de su tradicional comunión con los principios de la Iglesia. Y el líder de Vox lo hizo a sabiendas de que el electorado creyente respalda su postura.
Si hoy votaran las 24.487.414 personas que depositaron una papeleta en las urnas en las elecciones de 2023, 3.624.137 de ellas -el 14,8%– votarían a Vox, según se desprende de la última encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO. Entre esos electores del partido de Abascal, el 72% se identifica como católico: 2.615.230personas. De los datos se desprende además que la población creyente, en la que Vox siempre ha encontrado el grueso de sus seguidores, no se ha visto ahuyentada por el endurecimiento del discurso del partido en materia migratoria. Al contrario: en los últimos dos meses, marcados en buena parte por los disturbios en Torre Pacheco (Murcia), Vox ha crecido entre el electorado católico. Entre junio y agosto, con sus propuestas sobre «deportaciones masivas» -que se alejan de las tesis sostenidas por la Iglesia-, Vox ha sumado 304.085 votantes creyentes más. El choque que Abascal verbalizó contra la institución eclesiástica cuenta, por tanto, con el aval de sus seguidores católicos.
En junio, según la encuesta de Sigma Dos, el 18,7% del electorado practicante de esta religión votaba a Vox. En agosto, ese porcentaje escala al 24,1%: 1.197.997 personas, 268.431 más que hace dos meses entre la población más cercana a la Iglesia. El auge ha sido algo más comedido entre los no practicantes: del 15,5% al 15,9%, 35.654 electores más -teniendo en cuenta que, según este sondeo, en España el 20,3% de la población es católica practicante y el 36,4% no practicante-. Así, entre unos y otros, Vox ha ganado más de 300.000 votos en los dos meses en los que su discurso antiinmigración ha protagonizado el debate.
Es bajo este paraguas que Abascal se siente legitimado para sostener el tono, aunque ello conlleve confrontar directamente con la Iglesia. Que los católicos están a favor de sus postulados migratorios no solo se desprende indirectamente de la intención de voto, sino también de su percepción de este fenómeno. EL MUNDO preguntó hace dos semanas si la población cree que «existe un problema de integración de las personas migrantes». El 74,1% de los votantes de Vox respondió que sí, misma respuesta que dio el 70,8% de los católicos no practicantes y el 65,7% de los practicantes. Y, como ocurre en el conjunto del electorado de Abascal, la mayoría de creyentes de esta religión piensa que en España hay «demasiados inmigrantes», lo que da alas al partido para seguir defendiéndolas sin limitación alguna, sin importar lo que reproche la Iglesia.
Antes del surgimiento de Vox ya existían grupos de extrema derecha, como Hazte Oír, que abanderaban una corriente más combativa del catolicismo, presionando a los partidos a escorarse hacia tesis más conservadoras en materia de familia, memoria e inmigración. El partido de Abascal inició su andadura algo alejado de esas posturas, tratando de caminar en paralelo a la Iglesia y de no entrar a la confrontación directa -excepto contadas excepciones-. Ahora, sin embargo, el planteamiento cambia. El giro en las relaciones con la Iglesia lo introdujo Abascal el domingo y lo reafirmó ayer su dirigente en Murcia, José Ángel Antelo, y ambos lo hacían a sabiendas de que cuentan con el aval del electorado católico, al que han arrastrado a sus posturas antiinmigración.
En este tiempo en que Vox ha elevado el tono en su discurso sobre «deportaciones», también lo ha hecho el PP. Sin embargo, a los populares no les ha dado el mismo rédito electoral, y esto lo explica en buena medida el voto católico. Si Abascal ha ganado más de 300.000 apoyos en estos dos meses, el PP apenas ha variado su calado entre la población creyente. Es el PSOE quien sí pierde seguidores en este grupo poblacional -de atraer al 20% de los practicantes pasa al 15,5%-, pero los populares no logran rentabilizarlo y es Vox quien resulta en último término beneficiado. Es el partido de Abascal el que aglutina a aquellos católicos que, de su mano, se están escorando en materia migratoria.
«Soy católico pero tengo una responsabilidad política y la voy a ejercer», afirmó el líder del partido, dejando claro que de ahora en adelante defenderá sus tesis migratorias sin evitar confrontar con la Iglesia. El choque de Vox con la institución religiosa, tantos años esquivado, queda ahora consumado, y con el aval de sus afines.