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La legislatura, en fase terminal por la falta de Presupuestos

Publicado: julio 26, 2025, 8:07 am

Pedro Sánchez asegura estar dispuesto a agotar la legislatura y afirma sentirse con fuerzas para lograrlo. Esgrime porcentajes de crecimiento económico y exhibe votaciones aprobadas en el Congreso para demostrar que su mandato ha sido fructífero y aventurar que así puede seguir hasta 2027. El presidente da por amortizados los casos de corrupción, aunque aún la madeja no se haya desentrañado y cree también que a golpe de concesiones y con el mensaje del miedo a la derecha podrá seguir sosteniendo el bloque de la investidura. También cree, e incluso minimiza, el hecho de perseverar en el incumplimiento del mandato constitucional de presentar a las Cortes un proyecto de Presupuestos del Estado.

Y esto es harina de otro costal porque la inquietud es general ante el convencimiento de que el país se encamina hacia una tercera prórroga, un nuevo ejercicio apoyado en falso sobre unas cuentas diseñadas en 2022 que ya no dibujan el proyecto político del Gobierno.

Entrar en un tercer año de prórroga con cuentas procedentes de otra legislatura es algo que nunca había sucedido en democracia. De confirmarse, el país estará encaminado a completar un mandato entero sin Presupuestos porque las posibilidades de sacar adelante unas cuentas públicas en el último ejercicio, en año electoral, y sin mayorías claras es algo ilusorio.

Las voces que señalan el problema son cada vez más y han elevado el tono a la vista de los mensajes escapistas que emiten los miembros del Ejecutivo. Nadie garantiza que a la vuelta de verano habrá un proyecto de cuentas públicas para el año 2026 sobre la mesa.

Las alertas han empezado a sonar. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) ha lanzado una primera advertencia tras comprobar que aún no se ha aprobado el techo de gasto ni se han propuesto los objetivos de estabilidad al Consejo de Política Fiscal y Financiera. El primer paso, que debe darse en el mes de julio, para diseñar los Presupuestos no se ha llevado a cabo y ello indica, en el mejor de los casos, que las cuentas del próximo ejercicio, en la hipótesis cada vez más improbable de que se presenten, no podrán aprobarse en tiempo y forma.

En las autonomías son bien conscientes del problema y en los partidos, tanto de derecha como de izquierda, también. Las comunidades han publicado las órdenes para emprender la elaboración de sus cuentas y lo han hecho a pesar de la «incertidumbre» que un año más pesa sobre los Presupuestos nacionales.

La queja por trabajar «a ciegas», por no conocer las magnitudes que se barajan para el Estado ni el nivel de ingresos del que dispondrán los territorios, son una constante en boca de los consejeros de Hacienda para los que el único respiro llegó en el último pleno del Congreso con la aprobación de las llamadas entregas a cuenta, una decisión para parchear la ausencia de Presupuestos.

Entre las formaciones políticas la inquietud va más allá de los porcentajes y de los grandes números. En los partidos lo que cunde es la sensación de que el Gobierno no puede ofrecer un proyecto sólido, que trabaja en la cuerda floja, que no hay cimientos. Algunos dirigentes constatan que el Ejecutivo se mueve al son de fuerzas minoritarias y eso, como señala el socialista Emiliano García-Page, «es cualquier cosa menos gobernar». Para el castellano manchego es «indigerible» que el «volante» de la legislatura lo tenga Puigdemont y es inasumible que se vulnere la Constitución incumpliendo reiteradamente la «obligación» de presentar Presupuestos tratando de «justificar lo injustificable». Cuando se le pregunta si cree posible agotar la legislatura, responde que «el ambiente es muy límite» y añade que lo que toca es plantearse «si en estas circunstancias merece la pena».

El presidente del PNV, Aitor Esteban, buen conocedor del juego parlamentario y de la mecánica de negociaciones, presiones y concesiones que se libra en el Congreso, admite ver la legislatura teñida de una pátina oscura. A principios de año, los nacionalistas vascos aún creían que el Gobierno podría continuar sin Presupuestos aunque fuera «de mala manera», ahora su opinión es más pesimista. «La legislatura», según Esteban, «tiene un pronóstico muy incierto». En la «UCI» la situaba hace apenas dos semanas su portavoz en el Congreso, Maribel Vaquero.

En el PP, la ausencia de cuentas públicas se interpreta como la prueba definitiva del «fracaso» de Sánchez y de su «extrema debilidad». Para los populares es la constatación de que el presidente no cuenta ya con la confianza de la mayoría de la Cámara. En Génova han llegado a estudiar la posibilidad de recurrir al Tribunal Constitucional por entender, como señala un buen número de juristas, que el Gobierno, al sortear su obligación constitucional, incurre en un «acto», el de prórroga, «con fuerza de ley», con el que alarga arbitrariamente la vida de la norma más importante de cada ejercicio.

En Podemos, un partido situado ya en la oposición frontal desde la izquierda, se repite la idea del «Gobierno moribundo». Los morados no ven factible la presentación de unas cuentas públicas y mucho menos creen posible que, en caso de presentarse, fueran a ser aprobadas. Sus cuatro votos, pocos pero imprescindibles, habría que pagarlos económica y políticamente a precio de oro.

En el mismo espectro ideológico, Antonio Maíllo, líder de Izquierda Unida, defiende que «cualquier Gobierno que se precie» tiene la obligación de presentar Presupuestos, incluso aunque los vaya a perder. Los Presupuestos Generales no son sólo una obligación recogida en el artículo 134 de la Constitución. Además, y ahí incide Maíllo, «dibujan el modelo de país, el proyecto por el que se apuesta». Y sin cuentas, no hay ni modelo, ni rumbo, ni proyecto.

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